Le miré a los ojos y al hacerlo me apacigüé, no sabría explicar porqué, pero verme reflejada en esos ojos, que brillaban con cariño, me ayudó a calmarme.
Ian lo notó y vino a darme un beso.
—¿Empiezo?—me preguntó asegurándose de que estaba preparada.
Yo asentí y le acaricié las mejillas para que no dejase de mirarme a los ojos mientras lo hacía.
Sentí la punta de su erección contra mí y noté como poco a poco Ian me penetraba, lentamente.
Cerré los ojos y me mordí el labio aguantando un grito, dolía, no era algo inaguantable, más bien una intensa molestia.
De pronto mi profesor se detuvo y yo abrí los ojos jadeando.
—¿Vas bien?—me preguntó al verme.
Asentí y me acerqué más a él notando como se hundía un poco más.
Él me sonrió y agachó la cabeza hasta que comenzó a besar mi cuello.
Jadeé llevando mis manos a su espalda, necesitaba sentirle cerca de mí en estos momentos. Sabía que iba con cuidado y lo estaba haciendo lo más delicado posible.
Abrí los ojos al notar que se separaba de mí y salía de mi interior.
Él me miró dulcemente y volvió a introducirse lentamente.
Abrí la boca al sentir que se había hundido más que antes.
— ¿Todo bien? — insistió.
— S..sí..— tartamudeé.
— Dame las manos... — yo le hice caso y él las llevó por encima de mi cabeza, a ambos lados, y entrelazó sus dedos con los míos — aprieta todo lo que necesites, bicho.
Asentí y él vino a besarme mientras terminaba de hundirse completamente en mi cuerpo.
Esta vez no me contuve y gemí, él sonrió y fue a mi cuello a besarlo mientras comenzaba a moverse lentamente.
Apreté sus manos, notando mi respiración más agitada, y como el dolor aún presente iba disminuyendo progresivamente debido al placer.
—Dios...—jadeé.
Sentí una oleada de calor cuando Ian comenzó a besarme de nuevo el cuello, una sensación arropadora y agradable mientras volvía a salir de mí.
Él gruñó, casi imperceptiblemente, calentando la piel de mi cuello, no lo sabía con total certeza, pero a mis ojos, parecía gustarle lo que estaba pasando.
Volvió a arremeter, con cautela, temiendo ir demasiado rápido y lastimarme.
—Estás tan caliente, Lya...—suspiró—tan apretada...
Un tono rojizo invadió mis mejillas al escucharle, pero no respondí, y no lo hice porque al notarle entero dentro no impedí abrir la boca y gemir más alto. Quitando aquella molestia, estar con él así era lo más placentero que había hecho hasta ahora.
—¿Te gusta?—me preguntó Ian con la voz entrecortada.
Asentí y busqué sus labios levantando la cabeza, aunque mis hombros, inmovilizados por su agarré, me lo dificultasen.
—Mucho—jadeé
Él dibujó una media sonrisa y gimió en bajo al volver a moverse.
— Me alegro mucho... Bicho— dijo entre jadeos antes de volver a besarme. — ¿te duele menos?
— Sí... Ya casi no se nota... —. Musité.
— Y... Lya... Esto... — masculló, pero no volvió a hablar.
ESTÁS LEYENDO
Por si me ves, estamos destinados -Contigo soy-
Roman d'amourEl amor, como tantas cosas es inexplicable y muy abstracto. Puede darse en cualquier ocasión, salir y desaparecer a su antojo, abrir y curar heridas. Sus miradas se encontraron con otro brillo diferente, igual sus vidas tuvieron un golpe de suerte...