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Jungwon hizo el sonido de una arcada mientras sus ojos se volvían vidriosos al ver a su mejor amigo, Ni-ki, abrir una gran lata de duraznos

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Jungwon hizo el sonido de una arcada mientras sus ojos se volvían vidriosos al ver a su mejor amigo, Ni-ki, abrir una gran lata de duraznos. Ni siquiera el aroma de aquella fruta se había expandido cuando él ya estaba por vomitar su delicioso almuerzo que había tenido esa mañana.


Ni-ki detuvo en seco sus acciones y lo miró con una ceja en alto.

¿Se puede saber que tienes? Preguntó al verlo de esa manera.

No soporto el aroma a durazno. Apenas lo mencionó y ya se encontraba inclinándose hacia enfrente con el sonido de una arcada.

Ni-ki suspiró antes de responder. Entonces ve a la otra habitación, Jungwon. No he comido y ésto es lo único que hay.

Jungwon lo miró confundido. ¿Cómo puede ser que eso es lo único que haya?

Ni-ki se encogió de hombros. No lo sé, pero si no lo soportas, anda a otra parte.

A partir de ahí fue que Ni-ki siempre cuidada a su mejor amigo de los duraznos, pues el omega castaño realmente no soportaba aquel olor que a Ni-ki le encantaba ya que eran de sus frutas favoritas.

Jungwon no puede recordar desde cuándo fue que comenzó a repudiar aquel olor; quizá fue cuando comió por accidente aquellos duraznos en mal estado a sus ocho años. O cuando alguien le aventó uno de los duraznos como los que Ni-ki comía y casi se asfixia con el que estaba comiendo a los diez.

No lo sabe con certeza.

Pero de lo que si está seguro es que odia el olor a durazno y que esa fruta le ha causado muchos accidentes.

Ahora que lo recordaba, agradecía a los cielos y mares que su aroma no hubiese sido a durazno. Por suerte, un adictivo aroma a mango era el que desprendía su omega. Suspiró aliviado al recordar cómo su mellizo, Sangwon, lo molestaba continuamente con eso.

Te apuesto dos de mis domingos a que el aroma que tendrás será el de durazno. Dijo Sangwon riendo mientras veía la cara de su hermano tornarse roja por las náuseas.

Eso había sucedido cuando tenían trece años y apenas comenzaban a presentarse como alfa, omega o simplemente beta. Jungwon estaba preocupado pues bien sabía que su olor comenzaba a ser un poco cítrico y de alguna fruta, sin embargo el día de su presentación terminó con su dulce olor a mango y, por supuesto, ganó la apuesta.

Peachy Smell  ୨୧  sunwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora