9| Ojos, puertas del alma

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Cignus se encontraba en conflicto debido a los repentinos acontecimientos en la ceremonia de presentación del heredero.

Estaba preocupado por las habladurías y rumores que se creerían algunos de los invitados sobre aquel terrible suceso que presenciaron. Podría ser visto como un mal presagio para los Black y su estatus estaría en peligro, aún no lograba comprender el motivo por el que su querida hermana invitara a ciertas familias a una ceremonia tan importante como la presentación del heredero de los Black.

Los impertinentes se creerían lo suficientemente confiados como para desafiarlos. Aunque para Orion sería un asunto sencillo de resolver no podía dejar de pensar que alguien tuvo la osadía de atacar a algunos mienbros de su familia. Se habían confiado y se aprovecharon de ello. Su hermana, sus hijas y su querida esposa fueron víctimas de tal atentado contra su sangre, linaje y apellido.

Por otro lado, se encontraba extasiado por el nacimiento de su última hija.

Después del nacimiento de la menor de sus hijas se juró que no volvería a tocar a Druella y como hombre de palabra no rompería su juramento ni aunque le rogara, verla de aquella manera fue suficiente como para querer entregar su vida a cambio del bienestar de las mujeres de su vida. Aunque era un día manchado con desgracias al saber de la buena salud que gozaba la bebé lograba hacerlo olvidar los anteriores acontecimientos.

En el momento que la vió por primera vez quedó facinado pero cuando abrió sus ojos por primera ves quedo inmensamente maravillado. El gran parecido que poseía con su madre era impresionante. Su cabellera rubia que parecían finos hilos de oro, su piel palida y terza como la porcelana, sus labios y pomulos rosados, y sus impresionantes ojos celestes como el cielo despejado de una hermosa mañana de primavera. Era una niña muy hermosa y por su magia juró que no existiría una mujer más hermosa que su pequeña niña que ni la diosa más hermosa se le podía comparar.

Se podía imaginar a toda la sociedad mágica arrodillados ante la magificencia y belleza de su pequeño retoño. Y siempre sería el primero en recordanle lo hermosa que era cuando lo necesitara. No le importaba si se convirtiera en alguien altuva y vanidosa cuando sea mayor porque solo ella tenía permitido serlo.

Todas sus hijas eran preciosas ante sus ojos pero su pequeño angel era magnífica, no tenía comparación alguna.

Era tranquila y un poco callada pero cuando no le hacían caso un fuerte chillido detenía a todos para exigir su atención. Ella sería una mujer con un fuerte carácter, no se dejaría dominar por nadie y se pondría en primer lugar que era su lugar y de nadie más.

Quería darle un nombre que estuviera a la altura de su increíble belleza y sobresalientes características, alguien tan única como su pequeña debía de ser poseedora del mejor nombre que alguna vez existiera. Pensó y pensó pero ningun nombre que se le ocurriera parecía ser el indicado.

Con su niña en brazos se dirigió hacia la habitación de su hermana inconciente. Ella le había ayudado con los nombres de sus dos hijas mayores y sentía que también lo haría con su tercera hija.

Su preciosa hermana estaba acostada en su cama con las sábanas tapandola hasta el pecho y su cabello negro sedoso caía sobre las sábanas en sus hombros dandole un aspecto regio.

- Lady de la dinastía de los Black, mi querida hermana, vengo a tí por un consejo. Un nuevo hijo de nuestra dinastía a nacido y pido un nombre para ella, uno que sea merecedor de tan hermosa descendiente. Pido un nombre para tan perfecta hija de los Black a la única que podría nombrarla para que ilumine su camino. Vengo ante y ruego por que nombres a la nueva hija de los Black.

Lágrimas corrían por sus mejillas ante el esfuerzo que estaba haciendo Walburga aún en su estado inconsciente. Magia salía de ella y se arremolinaba sobre ella. Unos minutos pasaron y la magia que emanó de ella lentamente comenzo a tomar forma y color.

La magia salvaje se iba concentrando y los matuces oscuros y monocromáticos se tornaron suaves y coloridos.

Besó la frente de la recién nacida que plácida descansaba sobre sus brazos y la colocó sobre el vientre de su hermana. Y la magia se condensó y con un destello formó una hermosa flor que viajó hasta donde estaba la recién nacida y se sumergió en el pecho de está.

Cignus besó el dorso de la mano de su hermana como agradecimiento y respeto hacia ella, cargó entre sus brazos a la bebé y con una pronunciada reverencia salió del cuarto de su hermana aún incrédulo de lo que había presenciado en dirección a la oficina de Orion para notificar de lo sucedido.

Con manos temblorosas llamó a la puerta, Orion lo dejó pasar y con rapidez ingresó sin dejarle preguntar sobre el motivo de su visita habló con el rostro lloroso y la voz sollozante.

- Tiene un nombre - su voz sonaba compugnida - Walburga la bautizó.

La noticia dejó pasmado a Orion, quién revisaba algunos documentos e ideaba planes en su cabeza en silencio, no sabía que podía suceder algo así. La magia parecia siempre sorprenderlo.

Salieron de la oficina y caminaron hasta el salón del tapiz del árbol genealógico sagrado de los Black, donde estaban retratados cada vástago de la dinastía de los Black.

El nuevo capullo se había formado, con la llegada de la descendiente más joven del clan, brillaba en su espera.

- Yo, Orion Black, Lord de la noble casa de los Black revelo el nombre dado por mi compañera, Walburga Black, Lady de la noble casa de los Black.

El capullo en la nueva rama que se había creado floreció, cada uno de los pétalos se abrieron y luego se desprendieron dejando ver la imagen de la pequeña niña y su nombre grabado en el tapiz del arbol sagrado a un lado de sus dos hermanas mayores.

Con letra legible y bordado con hilos dorados estaba su nombre.

"Narcisa Black"

Todo a su alrededor perdió importancia. Su preciosa niña tenía un nombre tan único como su extraordinaria belleza.
Cignus quedó embelesado por el granado en el tapiz. Su familia estaba completa, solo eso importaba.

A su lado Orion le dió una mirada alegre a Cignus por un evento alegre para variar. Sin embargo, su alegría por Cignus no era de corazón.

Con un suspiro cargado de impotencia y cierta impaciencia le dió un vistazo al pequeño capullo en la nueva extención que se había formado de la rama principal a un lado de las ramas de los gemelos.

Su pequeño e inocente Regulus.

Solo esperaba que a Walburga le agrade lo suficiente el nombre como para poder nombrar a su nuevo hijo con ese nombre.

Con una sonrisa amarga salió del salón después de unos minutos acompañado de un Cignus sonriente hacia la habitación de Walburga para verificar el estado de su esposa.

.~.~.~.~.

¡¡Hola a todos ustedes!!
Estoy emocionada de poder publicar de nuevo. Es un poco corto por la proximidad de las fiestas pero espero que les guste el capítulo.
Espero les guste.

¡Felices fiestas!

Cualquier error ortográfico me escriben en los comentarios.

Atte: la autora

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