3 | Familia no siempre es aliado

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Los demás miembros mostraron sus respetos y felicitaciones a la pareja por sus hijos con rapidez después de escuchar el altercado que ocurrió con la hija mayor de Cygnus y Druella. Si bien no impusieron un castigo catalogando el inconveniente como un simple descuido menor, los otros miembros se mostraron recios a permanecer más de lo debido con Walburga y los mellizos, por lo cual estaban agradecidos en realidad.

Orion solo resentía el no poder mostrarle a sus hijos a su hermana mayor, Lucretia. Desde que los Prewett se habían juntado a Dumbledore esta fue removida del árbol genealógico por el antiguo Lord Black. Si bien no pertenecían a la linea principal la tacharon al saber que apoyaba a su esposo a pesar de ser una Black. Su matrimonio había sido por amor más que por obligación y sus padres solo lo permitieron al ver que eran sangres puras que aún poseían riquezas y seguían sus creencias. 

Era una pena que no corriera con la misma suerte que su tía Dorea que se caso por amor con un Potter y no fue removida después de saberse que también eran aliados de Dumbledore. Ambos visitaban cuanto podían desde que se habían mudado a America lejos del creciente terror de Lord Voldemort y sus mortífagos.

Pero antes de comenzar a idear algún plan debían consolidar su poder. Como buena esposa del Lord de la casa Black ella tenía la obligación y el deber de apoyar a su esposo, no es que ella se esté quejando de aquello. Lo disfrutaría hasta el final.

Los meses pasaron y los mellizos crecían fuertes y sanos. No hubo ninguna complicación después de su nacimiento prematuro más que pequeños resfriados por el cambio de estaciones. Era debido a sus magias que se mantenían protegidos de peligros que podrían atentar contra su vida. Aunque eso no dejaba que cuando pedían por que los alimenten sus llantos hacían llorar  los elfos hasta que ella los atendía, Orion estaba más que fascinado al ver como sus hijos reconocían el latir de su corazón y también la magia de su madre. Ella les decía diablillos en broma pero adoraba verlos en sus brazos tan dependientes de ella. Podían levantarse en la madrugada exigiendo por su presencia o podían necesitarla durante el día por alimento y ella siempre estaría feliz de solucionar sus molestias. 

Los elfos solo tenían el deber de vigilarlos, ayudarlos a asistir a los mellizos o llamarlos si era requerida su presencia con urgencia. 

Y no se dio cuenta de que había cambiado hasta que Druella descubrió que estaba embarazada de su tercer bebé que tuvo que visitarlos para avisar del nuevo miembro de la familia al Lord. Se había sentido tan natural atender a sus hijos ella misma que cuando la descubrió Druella exclamó escandalizada. 

- Por las tetas de Morgana. ¡¿Qué estás haciendo?! - su chillido incomodó tanto a los mellizos que gimotearon molestos - ¡Para esto tenemos elfos! De seguro la locura ya te alcanzó. No puedo creer que tocaras sus sucios pañales. Sabrá como nos dañará las manos todos sus desechos o si se quitara el desagradable olor nauseabundo...

- ¡Silencio! - con sus ojos casi negros del enojó la miró durante unos instantes - Recuerda con quién estas hablando Rosier.

En un instante el rostro rojo e indignado de Druella cambió a uno pálido y temeroso. Sus hijas habían sido favorecidas por ella al ver el potencial que tendrían de grandes y para salvarlas del terrible futuro que les esperaban a las tres, sabía que por esas fechas se anunciaría el nacimiento de Narcissa, la tercera y última hija que le daría Druella a Cygnus. Por un pequeño instante pensó en salvar a Druella debido a que en sus sueños su hermano Cygnus le rogó por su vida pero verla o siquiera escucharla por unos instantes era suficiente para detestarla. No se podía pedir más a una mujer sangre pura que fue educada solo para ser una esposa adorno. 

Ella era más que eso y su hermano debería de estar feliz de que siquiera la miraran por segunda vez. Druella era una bruja hermosa pero no sobresalía no más que eso, dependía demasiado de otros y se ocultaba a la hora de actuar. Y a pesar de haberse casado con un Black y tomar el apellido no lo merecía, seguía comportándose como una Rosier. 

Druella era una mujer que usaba su belleza y favores en la cama para alcanzar sus metas. Aunque te creaba escudos momentáneos no era suficiente para sobrevivir en la sociedad. Ella le mostraría el verdadero poder de una mujer. 

Si lograba aprender algo o no ya no sería culpa de ella.

Era una suerte que sus sobrinas no estuvieran presentes, no quería que vieran el comportamiento débil de su madre ante una pequeña muestra de poder. Aunque las apreciaba, hubiera deseado que su progenitora sea alguien muy distinto a Druella, alguien más digna de ser una Black.

Druella no volvió a hablar ni a levantar la mirada del suelo hasta una hora después cuando nuestros esposo salieron de la oficina al terminar de charlar sobre temas importantes. Si era algo que les convenía o información importante Orion se lo haría saber después. Con una nueva tenue sonrisa que fue correspondida por Cignus se despidieron dejándolos solo de nuevo a su familia.

- Burga - la llamó su esposo cargando a Sirius - Druella desea tener un hijo más. Al parecer, tu hermano está preocupado por la insistencia de su esposa y vino a pedirme consejo. 

- No le veo problema a que Druella quiera tener un hijo más.

No comprendía el problema de dejarla hacerlo, después de todo ella sabia que el tercer embarazo de Druella sería realidad por más negativas que les dieran. De todos modos, fue el anhelo de engendrar un hijo barón de su esposo como se esperaba de ella y convertirlo en el repuesto del primogénito de la linea principal. Sin embargo, sus deseos nunca se cumplirían porque de su tercer embarazo saldría una niña más. Debido a ello. Cignus nunca más la volvería a tocar hasta el final de sus días. 

Era un pequeño castigo por hablar de esa manera de sus hijos y no saber cuidar y educar de manera adecuada a sus hijas.

Orion solo miro a su esposa que observaba con adoración a su hija acariciando su cabello o jugando con sus deditos de manera esporádica. Walburga parecía no prestar atención al problema que surgiría si Druella lograra engendrar un barón. Verla tan calmada y hasta complacida logro aminorar un minimo su molestia.

- Sabes lo que sucederá si Druella logra concebir a un niño.

- No lo harán, querido - le respondió asombrándolo por la seguridad en su voz -  No lograrán tener un hijo barón. 

Saber lo que pasaría era más de lo que su esposo podría manejar. No lo creía débil ante tales revelaciones pero preferiría callar hasta que toda su familia estuviera completa, la ansiedad que sentía por sentir cierto vacío en el pecho creía que era un sádico consuelo y una latente advertencia. Sin embargo, podría calmar a su esposo con una historia  que la antigua Lady le contó antes de que asumiera su papel como la nueva Lady Black.

Se cree que los orígenes de los mágicos fueron debido al deseo de una Diosa por sentir lo que una madre sentía por su estirpe. Quien bendijo exclusivamente a las mujeres haciéndolas capaces de poseer la magia y manipularla. La conexión de que compartían ellas con la diosa era tan fuerte que gustosa las educo para que desarrollaran sus dones y las guio para que vivieran en paz y armonía, por ello para prevenir una tragedia las aisló y les ordenó mantener sus poderes en secreto de cualquiera ajeno al aquelarre. Hasta que en una noche de luna llena que se celebraba una de sus fiestas como ofrenda a su creadora, algunas de sus bendecidas rebelaron el secreto a sus amantes como una muestra de amor. La diosa se materializo ante ellas furiosa para castigarlas por el delito. Al ver la falta de arrepentimiento en sus corazones, condenó a sus amantes a convertirse todas las noches de luna llena en una criatura maldita y las jóvenes solo podrían engendrar de sus vientres barones como un recordatorio de su pecado y advertencia a las demás bendecidas, dividiendo así a los mágicos entre patriarcados y matriarcados.

Las únicas que tenían el conocimiento sobre aquel suceso eran las Ladys y futuras Ladys de familias patriarcales porque serían ellas las que se encargarían de preservar sus líneas.

Con una sonrisa aún más grande y feroz acunó a su hija en brazos, tarareando paseo por la habitación sin prestarle atención a su esposo. Ella le mostraría a Druella por qué era Lady Black.  Primero debían de preparar la presentación de los gemelos ante la sociedad mágica como debía de ser.

No apresuraría las cosas, todo saldría como debía de ser.

Everything is BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora