Prólogo

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Gran movimiento albergaba en la sala de parto, Keiji conectado a una intravenosa con la máquina de pulsaciones marcando un ritmo cardíaco normal, tanto en él como su bebé, el ojiazul tenía los dolores previos y el médico se acercó a él para hablarle.

- Nos volvemos a encontrar Keiji después de tantos años, y sé que harás un buen trabajo – una sonrisa tranquilizadora le regaló Yaku.

- Sí, Yaku-san, con Bokuto-san decidimos darle un hermanito a Kasumi – le respondió

- Ahora será distinto y especial porque estás en compañía de tu esposo y eso me alegra enormemente – ambos médicos sonrieron al ver a Bokuto con bata, gorrito y mascarilla para acompañarlo en la llegada de su hijo, sobándose las manos debido a la ansiedad y nerviosismo.

Las contracciones se hicieron más frecuentes, el bebé ya quería nacer.

- Vamos Keiji ¡puja! – al primer intento sintió como su cuerpo se partía en dos – de nuevo ¡puja! – Bokuto lo sostenía de la mano y le regalaba besos en la cabeza para tranquilizarlo.

Al segundo intento ya se asomaba la cabecita del pequeño – un último intento Keiji y tu hijo ya estará afuera ¡puja! – el menor cierra los ojos y dando lo mejor de si junto con los ánimos que le daba su esposo, da un último empujón con el que Yaku jala al bebé y logra sacarlo por completo. Un fuerte gritó seguido de un agudo llanto se hizo eco en todo el pasillo fuera de ella sala. Un golpe seco hizo que Keiji abriera los ojos y viera a su hijo envuelto en una manta sucia con sangre y otros fluidos cargado por Yaku que se lo entregó para hacer el primer contacto. Bokuto se había desmayado debido al impacto del parto de su hijo, era la primera vez que presenciaba un parto, aunque ambos habían asistido a talleres para que el albino aprendiera lo básico de ser padre desde el parto hasta los primeros años del bebé, no pudo soportar toda la vorágine de ese momento.

Trasladaron a Bokuto a la sala de observaciones para que recuperara la conciencia y casualmente se encontraba Kuroo, que ese mismo día y a la misma hora había nacido su primera hija fruto de su relación con Kenma.

Cuando ambas familias se reúnen, tanto Keiji como Kenma recuerdan con picardía ese momento, mientras sus esposos se ruborizan de la vergüenza, ya que para ellos fue impactante ver a sus parejas dar a luz a sus hijos.

Kuroo y Kenma se casaron el año anterior, la pedida de mano fue muy inusual, el mayor invitó al pequeño a una cena en el balcón de un bello restaurant del cual hizo una reserva exclusiva para que solo estuvieran los dos, un exquisito menú acompañado de música, buena conversación y un ambiente tranquilo adornaron el momento especial para la pareja.

Terminada la cena, mientras conversaban, Kenma miró al cielo y un pequeño Drone bajó desde el cielo hasta el lugar en donde estaba la pareja, el aparato tenía una cuerda colgando y en ella había una cajita amarrada, Kuroo desató el nudo y tomó la cajita y arrodillándose ante el asombro de Kenma le recita la siguiente frase:

"Sé que no soy un hombre perfecto, pero desde que te conocí me he esmerado por ser una mejor versión, ¿aceptas casarte conmigo?"

Entre lágrimas Kenma acepto la petición de Kuroo, meses después se casaron en una sencilla ceremonia  en la que asistieron sus familiares y amigos más cercanos, entre ellos Bokuto y su Keiji, quienes fueron los padrinos.

Bokuto junto a Kasumi, Kouki y Kuroo con su hija Midori aprovechan el máximo de  jugar con ellos, hacen diversas travesuras que le sacan más de una cana verde a sus parejas, pero al final terminan riéndose ya que siempre tienen una ocurrencia diferente y los dos flamantes padres comparten la misma neurona.

El Bello y el Millonario: BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora