Capitulo 40 Tercera parte

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     Llegamos al lago en menos de cinco minutos. Todo estaba igual que el día de ayer o al menos eso parecía. Falco soltó mi mano y corrió al lugar en el que nos pusimos nuestros patines de hielo ayer. No tardo casi nada en ponerse los suyos, yo casi pierdo un dedo o dos tratando de atarlos. Con ayuda de Falco logré ponerme sobre el hielo, por poco pierdo el balance pero logre evitar caer estrepitosamente. Falco iba mucho más delante de mí. Yo apenas lograba seguir el ritmo, me sentía desprotegido al no tener a Reiner a mi lado. Algo andaba mal, no lo podía ver pero lo sentía. 
     Escuchaba a Falco patinar a unos pocos metros más adelante de mi, yo no podía despegar los ojos de mis pies. Hubiera escuchado la voz de mi compañero diciendo que no lo hiciera si no fuera porque otro sonido me paralizó al instante. Un crujido, una serie de crujidos bajo nuestros pies. Levante mi mirada para ver a Falco, él estaba totalmente quieto al mismo tiempo que me veía con ojos muy abiertos, también lo escuchó, no fue mi imaginación. 

     ─Falco ─dije con voz nerviosa al mismo tiempo que levantaba mis brazos a mis costados, formaba una letra T. 

     El chico lo entendió e imitó mi pose. Si el hielo bajo él se rompía eso evitaría que se hundiera. 

     ─Ven ─dije mientras extendía una mano en su dirección. 

     Avanzo a paso lento teniendo cuidado de no hacer ningún movimiento brusco,no estábamos muy lejos de la orilla pero sí sobre una zona profunda, caer ahora sería muy peligroso. Falco avanzaba lentamente y se detenía cada vez que un crujido se hacía presente. Ya solo quedaban poco menos de dos metros. Tomaría su mano y nos llevaría a la orilla lo antes posible, si el hielo se rompía debajo de él podría agarrarlo y no dejarlo caer.  Si yo me cayera, tendría la fuerza suficiente para salir. El plan habría funcionado si solo hubiera pensado en la tercera posibilidad. 
     Cuando su mano estaba a tan solo un metro de tocar la mía, pasó. El hielo debajo de ambos se hizo trizas y caímos al agua. Mi mente se llenó de pensamientos aleatorios en ese momento, fue tanto que vi todo en cámara lenta. Pude ver el rostro de Falco con una expresión de sorpresa y terror al mismo. Apuesto que mi rostro expresaba algo muy similar. Mi mirada se volvió borrosa en ese instante, no podía enfocarme en absolutamente nada. 
     Cuando caí y mi cuerpo se hundió, mi cuerpo tardó un segundo en reaccionar y sentir el agua helada por toda mi piel. Pero pude sentir algo que activó todo mi cuerpo y mente. Era un dolor punzante y desgarrador que recorría de forma vertical mi pantorrilla derecha. Grité lo más fuerte que pude, pero estando debajo del agua nadie me escuchó. Solo pude ver como las burbujas de aire salían de mi boca y flotaban hasta la superficie. El dolor se desvaneció casi al instante, al igual que casi toda sensación en mi cuerpo, el líquido gélido nublo todo mi cuerpo. 
     Fragmentos. Fragmentos de recuerdos pasaban a toda velocidad frente a mis ojos. Cuando eran buenos tiempos con mis antiguos amigos, con Zeke. Él dándome la espalda y alejándose. Marcel y Mike a mi lado cuando pasó el primer ataque de ansiedad. Cuando conocí a los chicos, cuando lo conocí a él. Muerte. ¿Es esto la muerte? No lo sé. Todo se está desvaneciendo. Mis ojos comienzan a cerrarse. 
     Mis párpados iban a sellarse cuando un último fragmento pasó delante de mí. “Nunca te abandonaré” “Gracias por ser la luz que ilumina mi camino”. Me niego, me rehuso a quedarme aquí, él nunca me abandonaría y siempre me va a guiar. Quiero hacer lo mismo, quiero estar junto a él para ser la luz que lo guíe por las sombras que nos atormentan a ambos. Me aferre a esa idea y abrí los ojos. Con las últimas fuerzas que me quedaban luche por subir, obligue a mis piernas y brazos a obedecer, hice que se movieran. Lo hicieron pesadamente, como si estuvieran atadas, aun así lo conseguí. 
     Cuando saque la cabeza del agua, respire profundamente y comencé a toser, sacando toda el agua que había entrado en mi. No me detuve a pensar, no había tiempo para eso. Volte a todas partes a mi alrededor tratando de encontrarlo, tratando de ver a ese niño, no estaba por ningún lado. Mire hacia abajo y lo pude ver, la brillante chamarra de color rojo se agitaba debajo del agua limitando los movimientos de Falco. Sin siquiera pensarlo me sumergí una vez más. Fue difícil moverse con las chamarras que tenía puestas, pero eso no importaba. 
     Una vez que logre sujetarlo bien y sacarlo del agua intente nadar con una mano. Al mismo tiempo trataba de mantenerlo a flote con la cabeza fuera del agua.

     ─¡Falco! ¡¡Falco!! ─grité mientras nadaba, no obtuve respuesta─ ¡Falco! ¡Amigo responde! ¡¡Falco!!

     Solo obtuve silencio. 
     Una vez que lo saque del lago, lo coloqué sobre las piedras donde hace un momento nos pusimos nuestros patines de hielo, nuestros zapatos seguían ahí. Abrí sus pesadas chamarras y empecé a darle Rcp. Pellizque su nariz y le di dos respiraciones lentas, su pecho subió con cada una de ellas. Coloque mis manos en la posición correcta e inicie con las compresiones. No había respuesta. No me di por vencido. Repetí el ciclo una y otra vez pero no respondía. 

     ─Vamos amigo, no así, no de esta manera ─dije al mismo tiempo que seguía dando las compresiones─. Tienes que despertar, tienes que levantarte. Por mi, por Reiner, por Keiji. Por todos. Por favor no hagas esto. 

     Su cuerpo estaba inerte frente a mí, la sola visión me estaba destruyendo por dentro. 

     ─No te rindas, no ahora ─no supe si se lo dije a él o si me lo dije a mi mismo. 

     No me detuve. Él estaba ahí y podía salvarlo. No podía, debía.
     Di dos respiraciones más y continúe con las compresiones, esta vez puse con más fuerza, tanto que creí que rompería sus costillas. Esta vez hubo resultados. Falco tosió toda el agua que había entrado dentro de él, lo moví para que estuviera de lado y sacara toda el agua. 

     ─Eso es, respira, no dejes de respirar ─mi voz estaba apunto de romperse y las lágrimas estaban a nada de caer, sin duda pensé que no lo lograría─. Sigue así, respira y no cierres los ojos. 

     Desabroche sus patines y los deje ahí. Le quité con cuidado el segundo pantalón que tenía.  

     ─Bien amigo, ahora solo quedan tus chamar… 

     ─Porco... ─me llamó en un hilo de voz, parecía que acababa de despertar de un largo sueño.

     ─Dime ¿qué pasa? ─me acerque a él para escucharlo mejor. 

     ─…Sangre ─dijo, busque en todo su cuerpo buscando alguna herida, pero no había nada. Falco apuntó con su dedo─. Ahí. 

     Seguí con la mirada a donde su dedo estaba apuntando. No apuntaba a su cuerpo, apuntaba hacia mi. Debajo de mi pierna derecha había un pequeño charco de sangre, las piedras estaban cubiertas de color rojo oscuro. Al revisar mi pierna, había una herida vertical de al menos unos quince centímetros de largo en mi pantorrilla. Era profunda y expulsaba más sangre a cada segundo.  

     ─Mierda, mierda, mierda… ─dije mientras me quitaba todos mis suéteres y los dejaba a un lado. Rasgué mi camisa blanca e hice una tira con ella. Tenía que detener el sangrado, o por lo menos ralentizarlo. Con la tira de mi camisa hice un torniquete improvisado, era todo lo que tenía. 

     Le quite sus chamarras empapadas y lo cargue contra mi cuerpo, tratando de calentarlo con mi calor corporal. Tenía que darme prisa y llevarlo rápido a la casa. 
     Cada paso que daba era una agonía. Había recuperado algo de sensibilidad y podía sentir el dolor agudo que venía de mi pierna. No podía caminar bien, estaba prácticamente cojeando al mismo tiempo que llevaba a un niño cargando en mis brazos, nos iba a llevar una eternidad llegar a la casa.
     Voltee a ver hacia atrás y mi vista fue directo al suelo. Detrás de nosotros había un camino de gotas color carmesí sobre la blanca nieve. Reí ante eso. Eso no me detendría, yo salvaría a Falco cueste lo que me cueste. Aunque mi pierna se haga trizas lo llevaré hasta la casa.
     A lo lejos podía ver la inmensa casa con las ventanas iluminadas, estábamos cerca, tan cerca pero tan lejos. Caí de rodillas, mi cuerpo ya no podía más. Me sentí sin fuerza, débil, había perdido mucha sangre. Mi visión se volvió borrosa al mismo tiempo que mis ojos se cerraban. Cuando estaban a punto de cerrarse, pude ver una figura a lo lejos, corriendo hacia nosotros. No pude distinguir quién era, solo pude escuchar que gritaba mi nombre y el de Falco. La lucidez se escapaba entre mis dedos como si fuera humo. Y entonces, todo se volvió oscuridad. 

Soy una rosa rota (Porco x Reiner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora