54 - Ilusiones

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Como ya era esperable, Link no podía ver nada más que oscuridad. Lo extraño era que mientras más avanzaba, más pesado se sentía su cuerpo y menos era lo que sus ojos podían enseñarle.

Una fuerte presión lo estaba apresando de a poco, limitando sus movimientos y aumentando su miedo. Él no se estaba sintiendo muy bien y su respiración comenzaba a acelerarse, haciendo que se sintiera no solo intranquilo, sino que también desesperado. La oscuridad lo estaba dominando con su concentrada presencia.

"¡Suficiente!"

Exclamó desenfundando su Espada Maestra y alzándola al aire. Al hacer esto, la oscuridad que lo rodeaba se disipó como las olas en el mar retroceden, ocultándose de la luz del arma que destruye las tinieblas.

El poder de la espada de la diosa iluminó la zona, revelando que en ese momento el joven estaba dentro de la cámara de tortura del Templo de las Sombras. Se podía ver en los extremos como una extraña figura con forma de humo negro trataba de alejarse lo más que pudiese del joven héroe.

Sangre cubría el suelo, herramientas de tortura colgaban de los muros y cadáveres de hace años yacían encadenados en unas mesas de piedra.

Link sintió un incontrolable deseo de vomitar al ver aquella escena, sintiendo repulsión ante aquellos monstruos responsables de la creación de aquel lugar maldito.

"¿E-estás bien L-Link...?"

"S-sí... No te preocupes Navi..."

Pero en el momento en el que dijo eso, el joven pudo ver que en frente suyo había una puerta. Esto confundió un poco al joven siendo que no la había visto antes. No se veía nada al otro lado de ella, pero como era algo común en el lugar en el que estaba, eso era lo que menos lo extrañaba. Era el templo el que estaba jugando con su mente, por lo que decidió ignorar por completo dicha puerta y mirar hacia el otro lado, pero al hacer esto todo a su alrededor cambió.

Ya no había oscuridad, sino que luz. Su cuerpo no se sentía bajo una presión constante, sino que estaba aliviado. Y ya no se encontraba en la oscuridad del Templo de las Sombras, sino que estaba bajo la cálida luz del sol, rodeado de las suaves brisas de las Praderas de Hyrule.

"¿Qué?"

El joven trató de mantenerse sereno, pues Impa le había advertido de las habilidades de la oscuridad en ese lugar, sin embargo era difícil. Las ilusiones lo comenzaban a afectar y él comenzaba a ceder de a poco.

Notó entonces que una figura apareció en frente suyo. Era la niña que había conocido en la plaza de Hyrule hace siete años. Era la princesa del reino, Zelda. Pero no era posible que fuese ella. Habían pasado años desde que él la vio, pese a que para él fueron días. Ella ya debía tener su misma edad y verse como una adulta, pero la lógica fue lo último que él uso, pues al verla no dudó en correr hacia ella.

"¡Zelda!"

Gritó él desesperado tratando de alcanzarla, sin embargo mientras más corría, más se alejaba la pequeña princesa de él.

"Nos fallaste..."

Habló entonces otra voz. Link miró hacia su lado y ahí pudo ver la imagen de su padre adoptivo, el Gran Árbol Deku. La mente del joven Héroe del tiempo comenzaba a desmoronarse de a poco con los juegos mentales que las ilusiones le estaban haciendo.

"G-gran Árbol Deku..."

"Siete años... Siete fueron los años en los que las fuerzas del mal dominaron el reino... Siete los años en los que todos te necesitaban... Pero cuando Hyrule más te necesitó ¿Dónde estabas?"

Escuchar esas palabras provenientes del espíritu del bosque, independiente si era real o no, fueron suficiente para quebrar la moral del héroe. 

"P-pero la Espada Maestra... Ella fue la que me mantuvo esperando todo ese tiempo"

"Nada de lo que digas podrá exculparte... Puedes decir lo que quieras, pero la culpa te seguirá atormentando hasta destruirte"

Fue cuando el árbol dijo eso que desde el suelo aparecieron todas las personas a las que había conocido durante su viaje. Saria, Impa, Mido, Talon, Malon, Ruto, Darunia. Eran todos sus amigos, sin embargo estaban cubiertos de heridas y armas filosas enterradas a lo largo de todos sus cuerpos.

"No..."

Ellos gemían de dolor, acercándose al héroe con dificultad, como si estuviesen al borde de la muerte en busca de ayuda para que acaben con su sufrimiento. Con voces desgarradoras ellos llamaban a Link por su nombre, tratando de aferrarse a él desde sus piernas o tirando de su ropa.

El suelo comenzó a hundirse como un reloj de arena y Link cayó preso de dicha ilusión. Su miedo y desesperación llegó hasta un punto en el que el joven héroe en el que pidió ayuda estando preso de sus pensamientos y culpas.

De a poco se fue sumergiendo en el suelo más y más hasta que solo su mano era visible en la tierra del sumidero que se creó debajo suyo. Pero ese no fue el fin, sino que desde el otro lado de la tierra, el joven cayó por un vacío hasta aterrizar encima de un trono el cual estaba iluminado únicamente por la luz del hoyo del que había caído.

No podía ver nada de lo que había a su alrededor, pero no tuvo que esperar mucho para ver algo, pues en cuestión de segundos la figura maléfica de Ganondorf apareció en frente suyo.

"¡T-tú...!"

"Puedo oler tu miedo... ¡Apestas a él! Te está consumiendo... Y mientras más sufres, más poderoso me haces a mí"

Link negaba con la cabeza desesperado, sufriendo por dentro con todo lo que ocurría a su alrededor. Trataba de levantarse y correr, pero no importaba cuanto lo intentara, no era capaz de moverse ni siquiera un poco.

Fue cuando toda esperanza se había perdido que se pudo escuchar en las lejanías la voz de una mujer que resultaba ser muy familiar.

"¡Link...!"

"¿Navi?"

"¡Lucha, Link! ¡Recuerda lo que Impa dijo! ¡Nada de eso es real! ¡Nada de lo que ves es real! Estamos en el Templo de las Sombras ahora... ¡Yo estoy a tu lado en este momento!"

"Navi..."

Y con solo escuchar la voz de su amiga, la determinación del héroe regresó para darle el valor necesario y luchar contra las ilusiones que dominaban su cabeza. Las energías positivas regresaron a la mente de Link al recordar no solo a Navi a su lado, sino que a Zelda, a Saria, Impa, Darunia, Ruto, Sheik, todos y cada uno de los amigos que había conocido en su aventura.

Fue cuando la realidad que había a su alrededor comenzó a desmoronarse, trisándose como lo hace un vidrio al arrojarle una piedra.

Y con un fuerte grito, el Héroe del Tiempo se liberó de su prisión mental para regresar a la realidad.

THE LEGEND OF ZELDA: OCARINA OF TIME - LA NOVELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora