Capítulo 3

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Doblando la esquina y dejando detrás el ultimo rastro de luz, el joven casi se alegró

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Doblando la esquina y dejando detrás el ultimo rastro de luz, el joven casi se alegró. Cierto era que siempre le pareció algo extrema la poca luminosidad del castillo, pero a todo llega a acostumbrarse uno. Aun no entendía como una simple humana consiguió que su hermano, habiendo forjado su dura personalidad a través de siglos, cambiase tanto. Esa era la razón por la cual no podía alegrarse plenamente de las nuevas mejoras implantadas, a pesar de haberlas pedido el mismo en varias ocasiones.

Sin embargo, caminando a paso lento por el siniestro pasillo que debía conducirlo hasta la habitación de su hermano, se dio cuenta de que quizás no cambió tanto. La parte del castillo que abarcaba sus dominios particulares era lo único que aun permanecía sumido por completo en las sombras.

No obstante, su mente ahora era avasallada por algo más importante que la maldita iluminación. Estaba harto de esperar. Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad intentó en su momento seguir las ordenes, aceptar la poca información que le brindaban, pero todo tenía un límite y había llegado al suyo. Alguien le debía muchas explicaciones y él, como digno príncipe de Neisseria que aún era, pretendía exigirlas.

–¡Abrid la maldita puerta! –gritó quizás un poco más fuerte de lo que pretendía aporreando la dura madera con puño de acero, aunque... ¿Quién podía culparlo? Incluso para sus sagaces sentidos vampíricos la habitación parecía estar vacía, pero sabía que no era así, su instinto se lo decía.

Finalmente, luego de minutos que parecieron horas, la puerta se abrió con un chirrido espeluznante, como si alguien se hubiera ocupado de preparar una particular casa del terror. Mas el príncipe no era partidario de asustarse con trucos baratos, solo algo le producía verdadero pavor. Pero, mucho temía, eso era precisamente lo que le aguardaba en el interior de la estancia.

–¡Alteza! –exclamó con fingido asombro la voz melosa de la rubia que acababa de abrir la puerta, aunque francamente a él solo le pareció el molesto chillido de un ser inferior –No os esperaba por aquí...

–¿Dónde está? –exigió tajante.

La hermosa joven arqueó la ceja en un claro intento de hacerse la tonta y poco faltó para que Jordan terminara por perder la paciencia.

–Creo que no os comprendo...

El príncipe apretó los puños irritado ante la falsa sonrisa de la bruja, si por él fuera hace mucho se la hubiera borrado. Ella estaba en exceso perfecta, tan arreglada como cualquier joven que se prepara durante horas para una cita y por alguna razón eso solo conseguía enfurecerlo cada vez más.

–No juguéis con mi paciencia maldito engendro –amenazó con los dientes apretados mientras avanzaba un poco, intentando ver algo en el interior de la oscura habitación –¿Qué le habéis hecho?

–Si os réferis al príncipe heredero creo que lo buscáis en el lugar equivocado –Alissea contuvo un bostezo mientras abría un poco más la puerta, satisfaciendo la curiosidad del príncipe –Como podéis ver no está aquí.

Príncipe Oscuro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora