Capítulo 9

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Con una velocidad sobrehumana la mano de Alistar volvió a asirse al cuello de Erika, que ya presentaba algunos moretones, y la estampó con fuerza contra la pared del pequeño lugar

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Con una velocidad sobrehumana la mano de Alistar volvió a asirse al cuello de Erika, que ya presentaba algunos moretones, y la estampó con fuerza contra la pared del pequeño lugar.

El fuerte golpe en la cabeza dejó a la joven ligeramente desorientada, momento que aprovechó el vampiro para posicionarse encima de ella como una sombra oscura, colocándole una rodilla entre las piernas para impedir así cualquier tipo de movimiento. La puerta de la habitación había vuelto a cerrarse y la oscuridad que los envolvía era tan absoluta que, a pesar de tenerlo a poco menos de diez centímetros de distancia, a Erika se le dificultaba encontrarse con los ojos de su atacante.

Cualquiera que pasase por allí se encontraría una situación fácilmente malinterpretable, al final de cuentas solo parecían una amorosa pareja que se abrazaba en el frio suelo de ese sucio cuarto de la limpieza. Nadie siquiera imaginaria que uno de ellos solo intentaba acabar con el otro.

–Creo que he ganado el juego –repitió Alistar con suficiencia en un tono extremadamente bajo, a pesar de que solo se encontraran los dos.

–¿Y qué harás ahora? –la joven alzó la mirada con odio contenido, prácticamente escupiéndole las palabras en el rostro –¿Matarme?

Alistar la observó con una sonrisa divertida y se mantuvo en silencio, dando a entender su respuesta. El aire se sentía cada vez mas pesado entre ellos e incluso Erika era consiente del latido desbocado de su propio corazón. Los segundos eran como horas y el vampiro no parecía dispuesto a mover un solo músculo. Su mirada la taladraba tan fuerte que podía sentir su piel arder.

Los finos dedos de Erika acariciaban suavemente el largo palo de escoba que, antes por impacto, terminó soltando. Con sorpresa descubrió como yacía cortado por la mitad, dejando un extremo astillado y bastante puntiagudo. El vampiro no mostraba signos de haber notado ese pequeño detalle y la mente de la joven maquinaba sin parar ¿de verdad se atrevería de darse el caso? ¿funcionaria siquiera? Casi por inercia volvió a cerrar su puño sobre la madera sin un objetivo fijo. Quizás, solo quizás, lograse hacerle el daño suficiente para al menos escapar.

El rostro de Alistar no reflejó ni un atisbo de cambio, permanecía completamente imperturbable, como sino fuera consiente de aquello que ocurría frente a él. Lentamente levantó su mano llena de callosas cicatrices y la llevó a la mejilla de la joven, en un toque extremadamente ligero, casi como si le preocupara de repente hacer demasiada presión.

–¿Sabéis que no funcionará verdad? –dijo con voz suave, casi como si le molestara ese echo y, por tan solo un segundo, pareció el Alistar de siempre.

–Supongo que tendré que intentarlo –rebatió ella con una mueca a pesar de saber que él tenia razón, seria imposible tomarlo nunca por sorpresa.

Sin embargo siguió agarrando su improvisada arma con toda la fuerza de la que era capaz, con miedo de que él en cualquier momento se la arrebatara. Pero el vampiro ni siquiera se notaba interesado.

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