Capítulo 15

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—Me alegra que me halláis llamado —la joven sonrió —Hace mucho no pasamos tiempo juntos.

Claus se apartó la taza de té de los labios y la colocó con delicadeza sobre la mesa. Su mirada se clavó en la de su bella prometida y se esforzó en devolverle la sonrisa.

—Una fatalidad mi querida —admitió con pesar —Sabéis que sois la luz de mis ojos, pero he tenido demasiado trabajo.

La princesa frunció el ceño poco convencida pero terminó por asentir conforme, como Claus predijo que haría. Manejar a Stacia era tan fácil como respirar, cosa que lo complacía profundamente.

Sin embargo, lord Vreeland se encontraba nervioso y tenía que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para aparentar normalidad e ir de forma discreta al punto que quería. A fin de cuentas no era casualidad que hubiese invitado a la princesa a merendar en su lugar favorito del jardín, rodeado de hermosas flores hijas de la noche, que conferían a la velada el más romántico de los velos.

El vampiro sintió ganas de vomitar, no tenía idea de cómo las mujeres disfrutaban eso. El olor penetrante se colaba por su sensible nariz mareándolo, las espinas rasgaban su fino traje y el polvo empañaba sus lustrosas botas. Pero debía aguantar, esta tarde estaba dedicada por entero a Stacia, era ella quien debía quedar presa de todas esas tonterías románticas. Aunque... si lo analizaba con detenimiento, llevaban más de 15 minutos de charla trivial que a él se le habían hecho eternos.

Quizás fuera hora de empezar a preguntar.

—Vuestro hermano montó un buen número en la reunión de ayer —comentó como si nada.

—¿Alistar? —preguntó la princesa con confusión y al ver el asentimiento de su prometido siguió —Ya sabéis como es, le encanta llamar la atención.

—Lo curioso es que poco después de hacerlo desapareció —aseguró y vio como Stacia se tensaba —Nadie lo ha visto en el castillo y claro, no es la primera vez que ocurre. Últimamente el príncipe heredero apenas pasa tiempo en su corte ¿Vos no sabréis nada al respecto?

Claus estudió con detenimiento a la joven frente a él, cada movimiento, cada expresión, cada gesto. Al igual que él, ella era vieja y a pesar de su increíble capacidad de manipularla sabía que no era tonta, al menos no del todo. Tendría que estar muy atento.

—¿Cómo podría? —la princesa se encogió de hombros tranquila y dio otro pequeño sorbo a su taza —Bien sabéis de la nula relación que tengo con mi hermano. Quizás deberíais preguntarle a su prometida.

—Oh si... —Claus asintió con una sonrisa diabólica —Nuestra querida huésped, esa encantadora bruja... —se divirtió internamente al ver la mirada chispeante de Stacia cuando alagó a otra —Resulta querida mía que es justo ella quien me ha preguntado. Debéis entender, está lejos de su casa en una corte hostil y su prometido no para de desaparecer. Es normal que tenga dudas.

—¿Y entonces acudió a vos? —aseveró ella mosqueada, apretando la taza con más fuerza de la que quizás debería y a punto estuvo de hacer trizas la porcelana bajo sus delicadas manos.

—En efecto —reconoció Claus simplemente —Así que cualquier información que tengáis de vuestro hermano deberíais proporcionármela, no es bueno que la bruja esté aburrida.

—Creo amor mío que esta conversación ya la hemos tenido en otra ocasión —dijo la princesa, volviendo a su habitual tranquilidad y su novio quiso gritar de frustración —Y como entonces, debo deciros que estoy igual de extrañada que vos. Sabéis que a mí no suelen consultarme las cosas.

—¿De los otros tampoco? —repuso con brusquedad, olvidándose del té.

—¿A qué os referís?

—A que no solo Alistar ha estado actuando raro con sus idas y venidas —se levantó de su silla dorada y rodeó la mesa para acercarse a ella, la joven no se movió —¿O acaso no echáis en falta a vuestros otros hermanos? —le alzó la barbilla y la obligó a mirarlo —Hace días que no se sabe nada de Jordan o Maximilian ¿tampoco tenéis idea de que ha sido de ellos?

Príncipe Oscuro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora