Capítulo 16.

119 10 25
                                    

Me obligo a abrir los ojos lentamente cuando los rayos de sol empiezan a hacerse presente en la habitación. Anoche, cuando nos acostamos, olvidamos por completo bajar la persiana. Unos susurros casi inaudibles se hacen presentes en el otro lado de la cama. Cuando giro la cabeza, Dani está sentado con Noah mientras hablan de algo que no logro escuchar.

La escena provoca que un montón de sentimientos bonitos se arremolinen entre ellos. Ninguno se da cuenta de mi mirada, hasta que carraspeo y me incorporo, sentándome en dirección hacia ellos. Noah sonríe y se acerca a mí para rodearme con sus brazos.

—Buenos días a los dos —saludo cuando dejo de tener a mi hermano sobre mí.

Dani me mira y entrecierra los ojos, sonriendo.

—Buenos días. Pensábamos que no ibas a despertarte nunca. —Mira a Noah, divertido y este suelta una pequeña carcajada tímida.

—¿De qué hablabais? —pregunto apoyándome en el cabecero de la cama.

Dani mira a Noah cómplice y le guiña un ojo. Mi hermano le sonríe y se lleva una uña a la boca.

—Nada. —Lo miro entrecerrando los ojos—. Es un secreto.

—Ya... —digo, divertida—. ¿Y no me lo puedes decir sin que Dani se entere? —susurro.

Dani gira la cabeza hacia otro lado, fingiendo que no me ha oído, lo que me hace sonreír. Niego y vuelvo a centrar toda mi atención en Noah, que se gira para comprobar lo que hace Douglas. Después de mirarlo detenidamente, en un intento de ganarse su atención, vuelve a observarme a mí y niega varias veces.

—¿Por qué?

Pregunto susurrando, pero solo me gano otra carcajada por su parte. Se baja de la cama y sale corriendo por la puerta, cerrándola con cuidado. Frunzo el ceño, confusa y luego miro detenidamente a mi izquierda. Dani me observa con una mirada de cariño.

Hay veces que es imposible leerle, pero otras, como en este instante, sus pensamientos se reflejan en sus ojos.

—No me vais a decir de qué hablabais, ¿verdad? —niega, divertido, y golpeo su hombro suavemente.

Parece entretenido, así que me cruzo de brazos y pongo una mueca, que no pasa desapercibida de su parte. Se acerca a mí y su intención es dejar un beso sobre mis labios, pero me separo de él antes de que me roce. Me mira, confuso.

—Son las diez de la mañana y me acabo de despertar.

Me observa en silencio y curioso, como si tratara de adivinar lo que le estoy diciendo. Sonrío, negando y voy hacia la puerta del balcón y la abro, bajo su atenta mirada. Y sé que tiene sus ojos puestos en mí porque los siento con forme voy moviéndome por la habitación. Recogiendo las almohadas y la poca ropa que dejé esparcida por la silla del tocador.

Antes de salir por la puerta de la habitación, agarra mi mano y me hace girar sobre mí misma, quedando a escasos centímetros de distancia. Sus puntas de los pies casi rozan las mías. Me armo de valor y subo la cabeza, intentando no respirar más fuerte de lo necesario, aunque ahora mismo sea lo único que quiero hacer.

No sé en que momento se ha cambiado, pero ya lleva la blusa de ayer puesta, junto a las zapatillas y con la chaqueta en la otra mano que tiene libre. Mi mirada se detiene ahí más segundos de lo necesario y cuando soy consciente de ese gesto, lo miro a él, confusa.

—¿Te vas a ir?

Asiente, despacio. Hago lo mismo que él y ladea una pequeña sonrisa.

—¿Por qué? —pregunto casi en un susurro.

CONSTELACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora