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Una tarima había sido montada frente lo que alguna vez fue la plaza de la isla, habían pasado al menos seis meses desde que la habíamos restaurado con ayuda de los dragones y, por primera vez desde que yo tenía memoria los vikingos festejábamos un festival junto con los dragones.

—No puedo dejarte aquí solo Hipo.—Me regañó chimuelo.— Sí, lo sé...pero de verdad necesito investigar en dónde podríamos guardar a nuestros pequeños, sabes que no me siento seguro llevándolos con nosotros.—Expliqué.—Eso lo entiendo pero en ese caso...¿Por qué no encargárselos a mi madre?—Propuso.—¡No! No quiero que nadie más se encargue de ellos.—Argumenté.—Bien...¿Qué tal un paseo bajo las estrellas? Ayudaría a calmar tus preocupaciones ¿Qué opinas?.—Cuestionó.—Vale, pero que no sea algo tardado.—Pedí.

Las estrellas nos saludaban con una luz suave y las nubes con una tersa superficie en la que solía esconderme de Chimuelo, aunque no solía funcionar por mucho tiempo, ya que al tener un lazo más que establecido. Entre pequeños jugueteos y risas Chimuelo y yo decidimos que ya era hora de regresar ya que el color blanco que obtuve en mi forma de dragón llamaba mucho la atención, ya nos habíamos dado la vuelta cuando escuchamos un silbido, la flecha había acertado...en el ala izquierda de Chimuelo, actué lo más rápido que pude.

Me coloqué por debajo de su cuerpo, notando en seguida como en un último esfuerzo tomó forma humana para después caer dormido, me desvié de la aldea y comencé a subir, la mejor opción para mí era camuflarme con la luna, gracias al color de mis escamas sería más sencillo y me brindaría mayor protección. Una ráfaga de viento me arrastró, y, al no tener otra opción me dejé llevar, a lo lejos divisé una isla, era perfecta para esconderse y sanar a Chimuelo.

El aterrizaje fue sencillo pues logré hacerlo dentro de una cueva, que, no habría visto si mi visión no hubiera mejorado, pues estaba bien camuflada y en su interior había pequeños brotes de hierbas medicinales aunque solo eso no sería suficiente para curar la herida envenenada de mi pequeño dragón. En cuanto recuperé mi forma humana succioné la herida de Chimuelo para intentar sacar la sangre infectada, por suerte el veneno no se había esparcido y pude sacar gran parte. Para desinfectar y, prevenir una infección bacteriana molí como pude un poco de penicillium Rubens, un moho que por suerte crecía en aquella cueva. Corté una tira de mi blusa y la usé para vendar el brazo de Chimuelo.

Salí de la cueva para buscar agua y, a lo mejor, con mucha suerte frutos comestibles ya que, por seguridad no deberíamos encender fuego, pues el humo delataría nuestra posición a posibles enemigos. Noté que un dragón pequeño me seguía, paré en seco y lo tomé en brazos.

—¿Necesita ayuda?—Preguntó con voz chillona.—Tal vez.—Susurré.—¡Sígame! ¡sígame!.—Canturreó zafándose de mi agarre.—Pero tengo que ir por...—Respondí recordando a Chimuelo.—No se preocupe, el ya lo espera allí, sus heridas fueron bien atendidas por lo que ya está despierto.—Suspiré, aliviado de oír aquello.

Me dejé guiar por el pesadilla monstruosa y pronto llegamos a un árbol muy grande, observé como el dragón verde se metía entre las raíces.


Lo sé, tarde y además corto, lamento no haber podido cumplir mi promesa...pero en serio no había podido escribir, estoy teniendo muchos problemas con mi papá, mi celular se rompió y he tenido que estudiar para algunos exámenes espero puedan comprenderlo. Yo prometo dejar de hacer promesas por que siempre surgen imprevistos, o mínimo intentaré cumplirlas.

Mis sinceras disculpas LovelyKat0807

Engranes del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora