—La prueba será llevada a cabo desde hoy a las doce de la noche hasta el viernes de la próxima semana a las dos de la tarde, despídanse de sus familias porque puede...que no regresen con vida.—Ese es Bocón motivándonos antes de que todo comience.
Las calles de Berk están decoradas con miles de luces, todas por la gran prueba que daría comienzo esta noche y terminaría el día siguiente, yo estaba sentado en una mesa algo arrinconada junto a mi padre y Bocón, que se lanzaban piropos vikingos sin sentido alguno.
—¿Ziggerástica arregló tu cara? Eres hermoso...—Detrás de la máscara podía hacer gestos de asco.—Mm no lo sé...tal vez le pagué con demasiada miel.—Contestó mi padre.—Bueno...Hipo ¿No has pensado en quién debería ser tu pareja?—Cuestionó tras esa respuesta empalagosa y dulce.—Mmm bueno, dudo mucho que a mis madres les importe mucho, en el clan de los cabezas-de-carne no es tan importante que el omega tenga pareja.—Mentí.
Tras eso las horas pasaron con mayor lentitud, al estar cerca de mi padre Astrid debía contenerse, pero sorpresa sorpresa, no lo hizo, se acercó a nuestra mesa soltando miles de feromonas, las cuales se pegaban a mí como mosquitos a telaraña. Me removí incómodo en mi asiento, mi reciente lazo con Chimuelo daba pequeños piquetes, razón por la cual quería rascarme el cuello.
—Hola jefe, yo...sólo quería hablarle de mi pena por que Hipo no haya regresado, yo tenía una muy buena relación con él, me entristecí mucho cuando se fue...y al parecer no ha regresado. En serio lo lamento. Pero yo, yo realmente amaba a su hijo.—Mintió.—Sí, sobretodo.—Me burlé.
Todos en la mesa voltearon a verme, sonreí, mientras me levantaba de mi asiento, tomé mi copa de vino intentando no ahogarme con mi risa.
—Bueno bueno, la señora bravucona dice haber querido a mi mejor amigo, como si no recordaras todos los golpes que le diste, las lágrimas, las súplicas ¿Y dices que lo quieres?. Su cuerpo está lleno de cicatrices por tu culpa.— Farfullé antes de alejarme del lugar.
Como no tenía mucho tiempo preferí ir a preparar mi armadura y la comida que llevaría. Caminé en silencio y con rapidez hasta la casa donde vivía con mi padre, abrí la puerta cerrándola con seguro tras haber entrado. Subí las escaleras hacia mi cuarto, de donde tomé una mochila negra en la que ya había empacado cosas como medicinas, ropa y una cobija. No usaba mucho espacio, ya que así podría guardar más comida, no llevaría nada que necesitara cocción ya que como tal, el fuego era un peligro, no lo digo por los dragones, sino por la clase de insectos, arácnidos, serpientes y víboras que este podía llamar.
Recolecté hierbas, hongos, semillas, frutas y verduras. Las recogí con ayuda de Chimuelo, que había insistido en ayudarme a hacerlo, la verdad me sirvió mucho su ayuda, ya que los dragones tenían un gran conocimiento de frutas, bayas y hongos del bosque, de no haber sido por el no habría logrado recolectar todas las provisiones. Empaqué lo mejor que pude, guardando también un poco de carne y pan, esperaba que esto fuera suficiente, aunque, si me hacía falta algo sólo debía decirlo y algún dragón me ayudaría a conseguirlo.
—Hijo, ¿Es cierto lo que dijiste sobre Astrid?—Cuestionó mi padre.—No, no lo es, por eso lo dije.—Contesté—Lo siento, hijo, yo no sabía. Debí estar más al pendiente de ti.—Lamentó.—No hace falta que te preocupes. No ahora, sé cuidarme yo solito.—Recalqué.
Guardó silencio mientras se sentaba en mi cama, supuse que estaba pensando sobre mi como el futuro jefe, pero la verdad era que yo solo quería hacer la prueba para liberar a los dragones y después irme al lugar secreto que compartía con Chimuelo, una isla al norte de Berk a la que habíamos llamado la orilla del dragón. No mentiré, quiero tener hijos con Chimuelo, de sólo imaginármelo me sonrojaba, es que...imaginar unos hermosos dragoncitos de color negro con ojitos verdes haciendo berrinche...¡Ay! Es una lindura.
—Hipo, ¿Estás bien? ¿Hola? ¿Hijo? ¿En qué planeta estás?—Llamó mi padre.—¿Eh? ¡Ah! Y-yo—Tartamudeé.—¿Quién es Chimuelo?—Cuestionó.—E-eh n-no sé de que hablas.—Murmuré.—Mmm ¿Un alfa?—Cuestionó.—No, no para nada, Chimuelo...es un lobo pequeño que conocí en el bosque...y.—Me detuve cuando mi padre asintió.
Al parecer había aceptado la explicación que yo le había dado respecto a Chimuelo. Justo con quien iba a encontrarme en estos momentos, no tardé mucho en encontrarlo.
—¡Au!—Aulló.—Mucho gusto soy Chimuelo, el lobo.—Se burló.—L-lo siento n-no tenía otra excusa.—expliqué.—Excusa...¿Para qué?—Cuestionó, haciendo que mis mejillas se tornaran rojas.—Y-yo...n-no se—Repliqué.—Te amo y...yo también quiero hijos contigo Hipo, siempre he querido.—Aseguró.—Pero eso no importa ahora, lo que importa es que llegues a tiempo a tu prueba, cuando termine podemos hacer esos bebés.—Susurró.—Claro...si tú quieres—Volvió a susurrar.—Claro que quiero.—Respondí.—Muy bien, entonces. Ve y ten cuidado con Astrid, no me gusta que esté cerca tuyo. —gruñó.
Me separé de el yendo de nuevo hacia la ciudadela, apresurándome para llegar a la gruta donde se haría la prueba, suspiré, Patán no llevaba ninguna mochila, Pata-pez llevaba una bolsa gigante y Astrid sólo llevaba lo necesario. Los gemelos no habían llegado aún así que no sabía si lograrían siquiera llegar a la prueba.
—Muy bien, estamos todos aquí reunidos para realizar la prueba de iniciación vikinga, esperando que todos nuestros jóvenes vikingos puedan realizarla con éxito. Pues son nuestra propia generación y aquella que nos dirigirá a un mejor futuro, así pues ¡No mueran!—Gritó mi padre.
Los cuernos sonaron al mismo tiempo en el que llegaron los gemelos, que entraron a la gruta antes que todos los demás, suspiré antes de seguirles el paso, aunque tomando uno de los siete caminos disponibles, procurando que nadie me siguiera, pues tampoco quería lidiar con algún alfa en una cueva solitaria, aunque Pata-pez era quien me preocupaba, Patán es...un patán, supongo que sus padres no se equivocaron al nombrarlo.
La cueva era oscura y húmeda, como cualquier cueva, sólo que esta tenía despojos humanos por todas partes, también había hachas, cuchillos, lanzas y muchas otras armas que no puedo nombrar en estos momentos. Avancé todavía más metros hasta el fondo de la cueva, había muchos dragones, pero ninguno me amenazaba. En su mayoría eran Náders de ocho patas, gusanos-brillantes, gronckles y skullions.
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【Número de palabras: 1020】
【Fecha de publicación: 19/6/2021】
Hola, lo siento mucho, el capítulo anterior se subió sólo, no estaba terminado, pero muchos de ustedes ya lo leyeron, así que lo dejaré así ¿está bien?
Déjenlo en los comentarios.
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Engranes del destino
Fanfic[En edición] Hipo forma parte de una antigua profecía, el no lo sabe pero lo descubrirá en poco tiempo. Corriendo por el bosque, topándose con un nido de dragones ¿Qué sucederá?