—Parece que sí eres el indicado.—Gruñó Salamandra tras verlos llegar juntos.—Cariño...—Regañó Rueca.—Lo lamento.—Se disculpó de mala gana la albina.—No pasa nada...pero tengo algunas preguntas sobre ustedes y Chimuelo.—Contesté con algo de temor.—Genial, putas preguntas.—Gruñó Salamandra, no supe cómo sentirme sobre su comentario, podría sentirme mal y llorar o ignorarlo y mantenerme firme en mi decisión.—Bien, bien entremos, te explicaremos dentro.—Contestó Salamandra señalando una de las cuevas de la derecha, la entrada estaba bloqueada por dos láminas de madera que tenían una especie de manija plateada, abrieron introduciendo un trozo de metal forjado de forma extraña, tenía una cabeza hueca y un cuerpo picudo.—Adelante.—Me invitó Salamandra, el interior de la cueva era cómodo, las paredes eran lisas y blancas, unos cuadros decoraban las paredes, en ellos se plasmaban imágenes.
—Puedes poner a Chimuelo allí.—Comentó Rueca señalando una de las láminas, que después me enteré de que eran llamadas puertas, me dirigí allí, abrí la puerta sorprendiéndome al ver una habitación pintada de morado con una cama acolchonada pegada a una de las paredes, acomodé a Chimuelo ahí, se quejó un poco pero no despertó, salí de la habitación cerrando la puerta con cuidado para no despertarlo.
Regresé junto a la pareja para sentarme frente a ellas en una especie de silla envuelta en telas.—¿Por qué se comporta de esa manera? ¿Qué edad tiene?—cuestioné con curiosidad.—Tiene ciento cincuenta años y, se comporta así por un trauma, se comporta como un niño por que cuando era niño no pudo comportarse como tal, nosotras somos sus madres y nos apena mucho, no lo supimos cuidar bien, en parte por la caza de dragones y en parte...por ti.—Fruncí el ceño al escuchar lo último, sin entender nada.—¿A qué se refieren?—Pregunté, un fuerte dolor de cabeza me atenazó.—Lo que dije.—Gruñó Salamandra.—¿No recuerdas tu vida pasada?—Cuestionó Rueca.—¿N-no?—Contesté con duda, no entendía a qué se referían con aquello de mi vida pasada.—Agh tener que explicar todo de nuevo...—Se quejó Salamandra, sí, no lo negaré me hizo sentir un tanto incómodo.—Son pasadas las nueve, anoche no dormiste, ve a dormir.—Pidió Rueca, no parecía enojada, solo preocupada, Salamandra hizo un puchero y se levantó, salió de mi campo de pantalla al entrar en una habitación.—Lo siento, ayer no pudo dormir por que estaba preocupada por ustedes, ella también tiene un Little Space, aunque ella es un poco mayor, tiene quince años en el.—Explicó disculpándose.—No pasa nada...¿Podría explicarme a qué se referían con lo de mi vida pasada por favor?—Pedí—Claro, verás, antes de ti hubo dos Hipos Abadejos Haddock's, que serían el primero y el segundo, ambos fueron entrenados por Candelabro, a quien conociste ayer en la cueva, ninguno de tus anteriores yo, por así decirles, ya que de momento solo debes conocer tu vida pasada, no la antepasada.
«Los dragones somos una especie pacífica, o bueno, al menos nuestra manada, que es cazada por los de tu tribu, en su mayoría nuestros acercamientos eran para verte y revisar que estuvieras bien, eso fue para que Chimuelo se sintiera bien. Si no mal recuerdo Candelabro te dio una cápsula ¿No es cierto?—Tras afirmarle lo recién dicho ella continuó con su relato, yo estaba intrigado, sobretodo por el hecho de que mi alma era ya bastante vieja.—Esa cápsula perteneció a tu anterior yo, el la ideó de tal manera que fuese indestructible, solo tú podrías abrirla.—Explicó.
Miré la cápsula que había dejado en el suelo, ya no tenía rastros de jugo gástrico ni de musgo, era de una tonalidad morada neón, en su interior no se veía nada.
—Debes tomar clases y entrenamiento, serán de lunes a viernes y los fines de semana los puedes pasar con libertad, tu entrenador será Chimuelo.—Anunció, di un asentimiento.—Mas bien por sus celos que por nada más.—Susurró casi inaudible, una pequeña sonrisa se abrió paso por mis labios.—Quiero aprender a cuidarlo.—Comenté.—Muy bien, entonces se añadirán clases, te daré tu horario mañana, oh, Chimuelo te dará clases de tecnología para que vayas acoplándote a este estilo de vida.—Volvió a anunciar, un llanto seguido de otro rompió el silencio que se había formado, Rueca se alarmó y susurró un casi inaudible: Mi pequeña antes de correr a una habitación contigua, yo, por mi parte corrí a la habitación de Chimuelo, me preocupaba que se hubiera lastimado o enfermado.
Cual fue mi sorpresa al verlo esperándome con una sonrisa pícara, en sus manos tenía una caja verde que sostenía con fuerza, atrayéndola a su pecho.—¿Todo bien?—Cuestioné confundido.—Sí, todo bien, ven conmigo.—Exigió saltando por la ventana, lo seguí un poco dudoso, cual fue mi sorpresa al caer sobre algo escamoso, grande y negro hollín.—¡¿Qué?!—Grité asustado, sin entender que sucedía.—Shh, no alces tanto la voz—Pidió su voz en mi mente, era Chimuelo, me tranquilicé al instante.—Yo sabía desde antes sobre las clases, así que te daré una, es de Geografía.—Explicó, básicamente fue un paseo bastante tranquilo, me encantó la sensación del viento chocar con mi rostro y alborotar mis cabellos, después de tanto tiempo reí de verdad, no fue una farsa para evitar que mi padre notara mi tristeza.
Chimuelo ladeó la cabeza para verme, sus ojos verdes buscaron los míos, igual verdes, una risa gutural se hizo escuchar desde el fondo de su garganta, ambos perdimos la concentración, por lo cual Chimuelo terminó chocando contra un árbol, sin importarle el dolor de cabeza me cubrió con sus alas, así que yo solo escuché el chocar de su cuerpo con el agua, claro, no nos habíamos dado cuenta del lugar en el que estábamos por quedarnos viendo fijamente, nos mojamos ambos hasta la médula, aunque salimos a la superficie riendo, el de forma gutural y yo carcajeándome, fue divertido.
—¿Te dolió?—Pregunté sosteniéndome el estómago, de tanto reírme había comenzado a dolerme.—No no, soy cabeza dura.—Contestó Chimuelo también entre risas, lo abracé riéndome aún más.—Si te sigues riendo tanto te quedarás sin estómago.—Avisó Chimuelo haciéndome cosquillas con su lengua.—No no, Chim eso da cosquillas—Reclamé intentando separarme, las cosquillas pararon.—Llámame así de nuevo.—Pidió en mi mente, me sonrojé separándome al instante y comenzando a nadar buscando la orilla.—Oh no, no, no. Mi presa no escapará.—Gruñó atrapándome, rendido susurré.—Se está haciendo tarde Chim, volvamos.—Susurré.—
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【Número de palabras: 1020】
【Fecha de publicación: 11/5/2021】
Este cap me tardé en escribirlo más de lo normal, pero eso es por que tuve problemas escolares, lo siento mucho
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Engranes del destino
Fanfic[En edición] Hipo forma parte de una antigua profecía, el no lo sabe pero lo descubrirá en poco tiempo. Corriendo por el bosque, topándose con un nido de dragones ¿Qué sucederá?