Capítulo 2: Tiempo al tiempo, garabatos al corazón de un dragón.

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Era otra noche lluviosa en Berk, pero por primera vez la temperatura del agua, el barro que hacía más difícil el seguir adelante con cada paso que dabas, el hecho de estar empapado no eran factores deprimentes, por primera vez el triste clima de la isla era bienvenido en el corazón de Hipo, la aceptación comenzaba a asentarse en su corazón, no, no era igual a todos los demás vikingos, no era fuerte como Patán, ni bueno peleando como Astrid; sabía que en días pasados hubiera deseado ser como ellos, pero en este momento, cuando ya había tomado la única decisión que alteraría el curso de su vida no podía dejar de pensar que ya no le gustaría ser como la mayoría de los aldeanos, ser extraño era lo único que lo diferenciaba de los demás.
Comprender que la rareza es hermosa es complejo, pregúntenselo a cualquiera, a ustedes mismos, ¿es fácil ser como son? No, no lo es, siempre tratando de encajar en algún estándar, de belleza, género, sexualidad o gustos simples como el café, el chocolate, un artista famoso. U ocultar algo que nos agrada y de acuerdo con la sociedad es inadecuado, extraño, infernal incluso.
Todos esos pensamientos cruzaban la mente de Hipo mientras corría por el bosque, prometiéndose a sí mismo volverse más fuerte, pero esta vez por su propio bien, no por el de su pueblo, ni por su padre, esta vez se daría la oportunidad que merecía y volvería, por supuesto que volvería.
Tenía unos cuantos años para alcanzar su meta, los aprovecharía al máximo.

El furia nocturna lo observaba con curiosidad desde las copas de los árboles, sus alas eran silenciosas y el sonido de su constante aleteo parecía no perturbar la calma del polluelo humano que seguía corriendo con una nueva mirada en sus ojos: determinación.
Apresuró su vuelo con la finalidad de alcanzar el claro antes de que el humano llegara, aterrizó con elegancia sobre una roca en medio del lago y dió un clavado en el agua, la temperatura del lago no era tan fría como a la que estaba acostumbrado, para su gusto a este lago le faltaban icebergs.
Apenas había pasado algunos pocos minutos relajándose en el agua cuando escuchó un par de guijarros rodando desde la colina que daba entrada al claro.
Se sumergió hasta lograr esconderse bajo el agua, quería observar al humano por un poco más de tiempo.

Hipo buscó un lugar para dormir en cuanto bajó de la colina, se sentía seguro alrededor del dragón a fin de cuentas había tenido suficientes oportunidades para comérselo vivo, al poco tiempo encontró una piedra plana rodeada por piedras más pequeñas que no permitirían el paso del viento, contento se acurrucó en el centro, poco a poco el sueño y el sonido del viento acariciando con suavidad las hojas de los árboles y la superficie del agua lo arrullaron.

Despertó horas más tarde, sintiéndose cálido y cobijado, sintió una lágrima resbalar por su mejilla, que sensación tan agradable acurrucarse con alguien más a tu lado, entreabrió un ojo para calcular la hora y decidir si ya era hora de levantarse o si podía dormir otro poco, una inmensa oscuridad lo saludó, por lo que volvió a cerrar los ojos.

El furia nocturna alzó su ala para observar al humano que descansaba sobre su panza, la sensación de paz que llenó su corazón y mente al verlo dormitar tranquilamente no pasaron desapercibidas para él, algo muy similar a una risita (que se escuchó como un gorgoteo) escapó de entre sus fauces, con cuidado de no despertar al humano se dispuso a cazar peces para poder desayunar. Por extraño que parezca cazó de más, así que no le quedó otra opción más que compartir con el humano ¿quién era el para desperdiciar comida?
La espera lo aburrió así que arrancó un pequeño árbol de donde crecía y comenzó a imitar las acciones del polluelo de cabellos cafés, la superficie de la tierra se llenó con garabatos que se extendían hasta las orillas del lago. El dragón debe admitir que la actividad era bastante más divertida de lo que parecía.

Hipo despertó tres horas más tarde tiempo suficiente para que todos los alrededores fueran garabateados, ha de ser muy honesto, acababa de despertarse y su cerebro no había registrado que acababa de pisar una línea recién dibujada en el suelo o que dicha línea era de tanta importancia para el dragón hasta que le gruñó.
Era bastante confuso para Hipo, así que intentó dar un paso en la dirección contraria, pero para sorpresa de absolutamente nadie, volvió a pisar una línea, el furia nocturna volvió a gruñir, esta vez Hipo bajó la mirada, fue ahí cuando notó las extrañas líneas garabateadas por todo el piso, dió otro paso bajo la atenta mirada del dragón, esta vez evitó pisar las líneas y no recibió ningún gruñido.
"¡Ya entendí! No debo pisar ninguna de las líneas ¿Cierto?" Exclamó.
Trabajó poco a poco su camino, en algunas ocasiones estuvo a punto de tropezar por no pisar las líneas pero logró alcanzar la meta, el dragón. Volteó a la dirección contraria, cerró los ojos e intentó alcanzar al dragón con su mano, segundos después sintió las frías y pequeñas escamas de la nariz del dragón que olisqueaba su mano, todavía más despacio que antes abrió los ojos y volteó. Ésta vez el dragón le permitió acariciarlo.

Capítulo corto, publicación temprana.
Espero les guste.
Saludos.

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