Capítulo 20

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Se encontró con la figura mojada de Castiel frente a sus ojos, sorprendido se quedó unos segundos en silencio, hasta que por fin de sus cuerdas vocales pudieron encontrar una pregunta.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Nathaniel poniéndose de pie todavía aturdido por la presencia del hombre que ama.

Sin decir nada sus fuertes y trabajados brazos envolvieron por completo su cuerpo. Su respiración agitada resonando en su oreja, él todavía sorprendido; abrazó a Castiel aferrándose a su cuerpo tanto como pudo, pasaron minutos, la razón de por la cual estaba ahí era lo menos importante, se quedaron ahí sujetando no solo sus cuerpos sino aferrándose a sus sentimientos.

Se separaron lo mínimo para solo poder encontrar sus ojos en una intensa mirada, los grises estaban aguados y los dorados estaban con dudas.

—Espérame— pronunció Castiel desestabilizando la poca razón que le quedaba al rubio que se sujetada en la fuerza que las manos contrarias intentaban mantenerlo de pie.

¿Se va a ir otra vez? ¿Me va a volver a dejar? Esas preguntas empezaron a aparecer y como siempre a invadir su mente de dudas y miedos que se hacían presentes todas las ocasiones en que se encontraban solos y confundidos, intentado reparar cada uno de los pedazos que estaban hace mucho tiempo rotos, pero una y otra vez se despegaban volviendo a arder y lastimar como la primera vez en que sucedió.

—¿Qué pasó?—preguntó aun con la duda reflejando en su rostro, solo faltaban dos días, dos malditos días y todo iba a acabar.

—Tengo que irme—estaba cansado de escuchar lo mismo, estaba cansado de tener que esperar más, estaba cansado, ya no podía más.

—¿A dónde?—el hilito de voz con la que lo dijo se sintió ausente, las lágrimas se habían secado ya, y las fuerzas se le esfumaron.

—Tengo que resolver algo con mi jefe, voy a intentar hablar lo más rápido con él y voy a volver, te lo prometo—tomó entre sus manos el rostro ya desgastado y cansado de Nathaniel, pero sus ojos aun lo miraban guardando una mínima esperanza, la única que le quedaba ya.—Me dijiste que te esperaría tres semanas, de las cuales faltan dos días, mi amor, Nath, mi niño, no volveré a romper otra promesa, en dos días volveré para estar juntos y nunca más separarnos.

Le creyó.

Creyó en todas y cada una de sus palabras. Creyó en sus ojos grises que lo miraban y las palabras que salían de sus delgados y temblorosos labios.

—Esta bien, mi amor...—le dijo elevando las comisuras de sus labios formando una sonrisa, la más sincera que podía en ese instante.

—Me encanta que me digas mi amor—ambos sonrieron y entrelazaron sus dedos.

—Me encanta decírtelo— y tras esas palabras tomó los labios del pelirrojo entre los suyos, se besaron lento disfrutando del roce mojado del tacto.

Quedándose cada uno con un poco del otro.

Se separaron y Castiel dejo un ultimo beso en la frente de Nathaniel, él en cambio cerró los ojos.

—No tardó— le dijo el cantante antes de traspasar la puerta tras escuchar el "Aquí te espero" que espetó el rubio manteniendo aun su hermosa sonrisa.

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Pov. Nathaniel.

Las pesadillas de esa noche fueron horribles, me desperté sudado y agitado en la madrugada del día de la competencia, fui al baño y vomité todo lo que había comido en la noche y arrodillado frente al váter sentí la boca del estómago quemar.

Por siempre「casthaniel」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora