Capítulo 12

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Los periódicos, noticieros, redes sociales estallaron con la noticia... Titulares y titulares con el mismo titulo;

El reconocido empresario Francis Jacott acusado por sus hijos de maltrato intrafamiliar. 

Periodistas golpeaban la puerta de su casa, Adelaida estaba volviéndose loca, lloraba todas las noches, no comía, no hablaba, estaba destruyéndose ¿Su esposo un golpeador abusivo? Lo único que hacía era corregir a su hijo por sus desviaciones de homosexual ¿Por qué su esposo era el culpable?

.Ámber junto con Nathaniel se abrazaban dándose apoyo mutuamente, Nathaniel estaba al borde del colapso.

Él había arruinado a su familia.

Él era el culpable de que su hogar se destruyera.

Si tal vez nunca hubiera conocido a Castiel, si él no hubiera estado faltando todos los días y yendo a su oficina por sus estúpidos justificantes de ausencia, si nunca su hubiera acercado a su rostro llamándole "rubia", si nunca hubiera tomado su mano y le hubiera dicho que siempre lo protegería, si tan solo nunca su corazón hubiese latido con solo escuchar su nombre, si tan solo no se hubiera enamorado de Castiel...

Su familia no estaría rota, destruida.

Hasta que aquel día llegó.

Su madre se había ido... dejándolos completamente solos.

Nathaniel gritaba por la gigantesca casa, su culpa y solo su culpa...

Pero Castiel estaba junto a él, siempre a estado junto a él... el pelirrojo ayudó a sus hermanos a encontrar un buen psicólogo, Nathaniel consiguió un trabajo de medio tiempo donde pudo alquilar un muy pequeño departamento donde a duras penas entraba él y Balnca una gatita que adoptó junto a su novio, obviamente él se negó al principio con la escusa de que botaba muchas lanas, pero apenas su mano rozó su naricita aceptó ganándose, según él, uno de los mejores besos de Nathaniel.

La pesadilla de Nathaniel estaba desapareciendo...

Solo serían unas cuantas cicatrices que se guardarían y solo serían eso, un triste y amargo recuerdo, pero lamentablemente no fue así.

¨¨¨¨

—Ya voy, deja de maullar, solo lavo estos platos y te atiendo—dijo el rubio dirigiéndose a su pequeña gatita que estaba cerca de su plato pidiéndole comida.

Una sonrisa boba se formó en los labios del rubio recordando el primer beso con Castiel. ¡Diablos! ¿Era tan inmaduro por sonreír por eso de la nada?

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes de la puerta de su departamento, el rubio frunció el ceño al ver la hora. ¿2 am? ¿Quien llamaba tan tarde?

Se secó las manos un una pequeña tolla y fue directo a la puerta de la entrada. Al rato de abrir no pronunció nada por el asombró al ver que dos hombres vestido con unas chaquetas de cuero y gafas oscuras lo empujaron e ingresaron a su departamento cerrando muy despacio la puerta de madera.

—¿Q-qui...—titubeó Nathaniel debido al miedo, asombro, o quien sabe lo que tenía al ver a los hombres.

—¿Eres hijo de Francis Jacott y Adelaida?—el rubio solo sentía su garganta arder, quería gritar pero sus cuerdas ocales dolían tanto que no podía pronunciar nada, solo asintió y sus ojos empezaron a arder de una forma muy dolorosa.

Los dos hombres solo se acercaron a él y el rubio ya no recuerda más de ahí.

Abrió poco a poco los ojos ¿era un sueño lo que estaba pasando? no... era una pesadilla. Al remover su cuerpo y sentir una superficie dura tragó grueso, seguía estando en la pesadilla.

Sus músculos se tensaron y todo su hermoso cuerpo temblaba cuando oyó una puerta de metal abrirse, estaba completamente oscuro, no se podía ver nada.

—¿Nathaniel Jacott?—una voz diferente a la de esos hombres le estaba hablando, tenía demasiado miedo.

—Soy yo... ¿¡Qué quieren de mi!? ¿¡He hecho algo!?—empezó a gritar y las lagrimas salían descontroladas de sus ojos, quería irse de ahí, quería estar en los brazos de Castiel acariciar a Demonio y Blanca y que le digan que todo esto es un producto de su horrible imaginación.

—Sh, sh—siseó aquella voz—No grites pequeño, no estoy para hacerte daño, o bueno eso lo decides tú.

Chasqueó los dedos y una tenue luz se encendió. Miró frente a él y un hombre joven, con el cabello hasta sus muslos, y alto vestido con una capa negra bastante larga lo miraba fijamente con una sonrisa ladeada. Tenía miedo...

—¿Que quiere de m-mi?—el rubio con su llanto a lo que más se podía bajó el rostro, no quería morir, quería casarse con Castiel, vivir con él, formar una familia, tener un felices por siempre.

—Oh no llores niño, te voy explicar absolutamente todo... así que tranquilo.—El hombre se sentó junto al rubio—Soy Dimitry y tu querido padre Nathaniel, la rata de Francis me debe mucho dinero que me fió una vez para levantar se estúpida empresa.

Dimitry sacó de su gran abrigo un porro y encendiéndolo se lo llevó a sus labios para aspirar y después soltar el humo—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—¿Qué?—soltó con un poco de burla—¿Qué Nathaniel?—se paró frente a él con una cara terrorificamente tensa, seguía sosteniendo esa ácida sonrisa en sus labios y los ojos no se apartaban del tembloroso cuerpo del rubio.—Tu estúpido padre está en la cárcel Nathaniel, eso significa que no puede pagarme hasta el mugriento centavo que le preste, ¡Eso significa rubio, que el puto maricón de su hijo tiene que sacar del culo de quien malditamente sea lo que tu papi me tiene que pagar! ¿Entendiste?

Nunca había experimentado tanto miedo desde la primera paliza de su padre, tantos eran sus calofrís que tenía muchas ganas de vomitar.

Su padre... ¿debería seguir llamándolo así? A la persona que le ha jodido la existencia desde que nació.

—¿Cuanto es?—preguntó después de unos segundos—¿Y que si no se completa el dinero de la deuda?

  —¿Tienes miedo a algo Nathaniel?—ignoró la pregunta del rubio, sus ojos de nuevo se encontraron con los de él y otra vez esa asquerosa sonrisa se marcó en su rostro—¿La muerte? ¿O que le pase algo a Ámber a tu hermosa hermana melliza?

Sintió morir, el aire se había esfumado y abrió los ojos, ya no lloraba... ¿Ámber? ¿Morir?

Bajó la vista a sus manos que estaban levemente moradas debido a la presión que estaba sintiendo, el corazón se encogió en su pecho y soltó, sus labios se movieron y su voz salió para condenarse a algo que salvaría a su hermana, a su vida para estar con el hombre que amaba, no quería morir, quería vivir para pasar todo el tiempo posible con su estúpido pelirrojo, quería seguir escuchando sus incontables promesas, quería seguir besándolo, abrazándolo. Su hermana, la mujer que él debía proteger que aunque era testaruda quería verla cumplir su sueño de convertirse en modelo, quería verla un muchas revistas, pasarelas. 

Nathaniel solo quería ser feliz, con Castiel, con sus mascotas, Demonio, Blanca.

Quiere llevar a su hermana al altar para que una su vida con la persona que ama.

Quiere estudiar para formar una familia estable junto a Castiel, quiere adopatar muchos hijos y que griten que Castiel los está molestando.

Quiere vivir, quiere hacerlo...

Así que lo dijo, se condenó para poder vivir.

—¿Qué tengo que hacer?—y tras decir esa pregunta no hubo marcha atrás...

Por siempre「casthaniel」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora