Capítulo 1

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El sonido de la vibración de su celular encima de la mesita de noche hizo que Nathaniel abriera los ojos pesadamente. Era lunes y ni siquiera amanecía del todo ¿A qué persona con al menos dos dedos de frente se le ocurre llamar temprano?

Se deshizo de sus sábanas y se acercó al aparato frunciendo el ceño sin dejar de bostezar evidentemente muy adormilado, ni siquiera vio el nombre que marcaba en la pantalla simplemente contestó al tocar el ícono verde.

—Diga—respondió con la voz semidormida y restregándose los ojos con la palma de su mano.

—¿Nathaniel? —Esa voz... Abrió en grande los ojos al recordar el tono tan chillón pero a la vez dulce, la voz de su mejor amiga.

—¿Sucrette? — preguntó sorprendido, había pasado más de 4 años que no se hablaban.

Ella tuvo que irse por el trabajo de su familia a otro país, y cortaron de forma casi brusca el contacto entre ellos dos.

—Dios, si eres tu Nathaniel— respondió entrecortado, como si tuviera muchas ganas de llorar. Eran cuatro años que no hablaban, era normal querer estallar en llanto al escuchar las voces contrarias.

—¿¡Qué pero cómo!?— aun no lo asimilaba. Sucrette fue una de las chicas que ayudó a arreglar las cosas con Castiel en el pasado, sin su ayuda nunca hubiese llegado al grado de felicidad que alguna vez tuvo.

—Nathaniel te he extrañado tanto—respiró profundo eliminando las ganas de llorar—¿Cómo están todos?

—Estúpida, te extrañe tanto también—se sentó al filo de la cama —Todos estamos bien—dijo en un intento de "bien", porque no lo estaba, y de los demás no había sabido nada desde aquel día en que pasó todo—¿Y tú como así llamas?

Se escuchó un suspiro a través del celular— Vuelvo a la ciudad.

—¿¡QUÉ!!?—se incorporó sobre sus pies abriendo en grande sus ojos—¿¡Estás loca!?

—¡Hey!—reclamó ofendida—Pensaba que ibas a decirme que te alegra que vuelva a la ciudad— Nathaniel sacudió su cabeza volviendo a la realidad.

—Tranquila cariño de verdad me alegra—suspiró volviendo a recostarse en sus sabanas— solo que pensé que ibas a quedarte allá ¿Qué hizo que cambiaras de opinión?

—No es que haya cambiado de opinión, Nath—un largo silencio—Es solo que, la especialidad en la que quiero graduarme se encuentra en la universidad de Anteros, así que... por eso vuelvo.

—¿Cuándo llegas?—preguntó bostezando ya que había dormido muy tarde la noche anterior, por lo que sus párpados rogaban cerrarse.

—En dos semanas, por eso te llamé quería ver si puedes venir junto con Castiel para ayudarme con el equipaje—El corazón se le encogió con tan solo escuchar aquel nombre. Sucrette se fue de la ciudad mucho antes que terminara la relación con el pelirrojo, por lo que tampoco tuvieron contacto, la castaña no estaba al tanto de que él y Castiel no estaban juntos.

—Sucrette, Castiel y yo bueno...— puso sus dedos en el puente de su nariz antes de continuar—nosotros terminamos.

Un largo silencio se hizo presente en la línea.

Pensó que lo había superado, pensó que el tema con Castiel había terminado por fin, que ya no sentía cosas por él, pero era imposible. Su corazón aun le dolía al recordarlo, aun las palabras de que alguna vez formó parte de la vida de Castiel se impregnaban en su piel causándole dolor, mas ya no iba a llorar, tenía que superar el hecho que por más que lo intentara las cosas no se solucionaran. Habían pasado cuatro años que no sabían nada uno del otro, ¿pero los sentimientos se pierden con el tiempo?, eso es lo que Nathaniel quiere que suceda, pero no, no es tan fácil.

Por siempre「casthaniel」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora