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Edward estaba a pocos metros de llegar al supermercado pero sus sentidos parecían estar más desarrollados.

Y bastó de unos segundos para que este escuchase un gemido débil, un sonido que erizó su piel.

Su omega lo había llamado, su omega lo necesitaba.

El alfa en cuestión de segundos sintió la necesidad de proteger a su omega. Su instinto lo guió y tras buscar entre calles y calles logró encontrar la escena donde se encontraba su omega.

Rugió fuertemente y aunque el callejón estuviese oscuro, pudo localizar a la persona que agredió a su destinada.

- Suelta a mi omega, suéltala ahora.- Su voz era aún más grave y sus pupilas llenaban el verde de sus ojos.

El otro alfa sólo pudo correr lo más rápido que pudo y desapareció.

Edward se agachó y al tomar la mano apenas visible de la persona que estaba tirada en el suelo, un aroma familiar se hizo presente de nuevo.

El aroma a manzanilla

Guió sus ojos rápidamente a la cara de la persona y visualizó al chico de la biblioteca.
No podía ser él su destinado, no podía ser un omega hombre.
Sin embargo esos pensamientos los dejó, y decidió actuar y ayudarlo.

- Niño...niño.- Habló Edward tratando de despertar al omega.- Cachorro reacciona, no puedes morir hoy, vamos, apenas te encontré.- Movía ligeramente el cuerpo de William.- No mueras, se fuerte y despierta, todavía no sé si eres mi verdadero destinado.- Comenzaba a desesperarse el alfa.

Después de unos pocos minutos el omega abrió los ojos, y vió el rostro de Edward.

- Usted... ¿Qué hace aquí?- Preguntó débilmente.

- Ah, porfin despiertas niño, vine a salvarte, me llamaste.- Dijo aliviado Edward.

- ¿Lo llamé? ¿Cómo lo llamé?.- Cuestionó inocentemente William.

Entonces el alfa entendió que fue un llamado involuntario y el omega no tenía idea de que era su destinado así que no le diría nada más.

- Bueno yo... escuche que pedías auxilio y vine a protegerte.- El alfa no quería apresurar las cosas y prefirió que todo surgiera a su tiempo. No podía ser posible que su omega fuese otro hombre.

- Oh, gracias pero yo tengo que... Ouch.- Al intentar pararse sintió dolor en todo su cuerpo.

- No no, detente, te acaban de golpear, te desmayaste y te atreves a pararte como si nada hubiese pasado, espera, ponte tu abrigo.

- Me duele la cara.- El omega ligeramente tocó sus pómulos

- Por Dios, tienes sangre.- El ojiverde abrió sus ojos, sorprendido.

- No importa, se me pasará... eh gracias por salvarme pero yo me, me tengo que ir. Tengo que comprar cosas, hasta luego.

- Yo igual tengo que comprar cosas, ¿Y si vamos juntos? Te ayudaré a comprar. - Sugirió en un tono amable el alfa.

- Gracias pero no podré aceptarlo, tengo que ir rápido y regresar a mi casa por que si no me meteré en más problemas... aparte no quiero ser una molestia para usted.- Decía William mientras comenzaba a caminar apresurado, aunque se sintiera muy mal físicamente. Edward lo empezó a seguir.

- Número uno no me digas usted, me haces sentir viejo y número dos, sí iremos juntos.-Enumeraba con los dedos, Edward.- No puedo dejarte sólo otra vez tengo que estar contigo para protegerte, niño.

- Bien, bien iremos juntos pero corre por que cerrarán el supermercado.

Los dos empezaron a correr sin embargo el omega no pudo más pues le dolía el cuerpo por los golpes antes proporcionados.

- Detente, mejor entro solo yo y compro lo que vas a querer. ¿Qué tienes que comprar?

- Alcohol... una botella de alcohol porfavor. - Pidió apenado el omega.

- William, eres muy joven.

- No, no es para mi, me lo encargó mi padrastro.- Negaba con la cabeza el omega.- Espera sí recuerdas mi nombre, entonces ¿por qué me sigues diciendo niño?.- Preguntó enfadado.

- Te digo niño porque eres pequeño para mi, ahora, tu padrastro no debería de mandarte a estas horas, niño.- Remarcó las últimas palabras con una sonrisa.

- Sé que es peligroso pero si no voy... mira no tengo ni otra opción ni tiempo, por favor apresúrate.- Pidió preocupado el omega.

Edward solo se detuvo para asentir y corrió al supermercado y tras unos cuantos minutos regresó con las compras.

- Aquí está, niño.- Entregó la botella a William.

- Gracias.- Sonrío tímidamente el ojiazul.

- No hay de que agradecer, espera... compré...- Edward empezó a sacar algodón y alcohol de una bolsa de farmacia. - Compré esto, levanta la cara para poder limpiar las heridas.

- No, no no, me va a doler, así estoy bien.- Apresuraba su paso, el omega.

- William, detente para poder curarte eso.- Mencionó serio, el alfa.

William no tuvo elección y paró sus pasos, Edward empezó a limpiar la sangre por toda su cara. La cercanía los estaba matando y los aromas se hacían más fuertes.

- Ouch ouch, me duele.

- Resiste un poco más, niño, eres muy fuerte, solo resiste un... unos minutos más y, y listo ya terminé.- Edward solo alejó el el algodon de la cara del omega, pero ninguno se alejó del otro.- Bien, indícame donde vives y te acompaño.

William asintió y empezaron a caminar los dos, ninguno hablaba pues la cercanía era suficiente, la presencia de cada uno los tranquilizaba de alguna manera.

El alfa escondía sus manos en los bolsillos de su abrigo color negro y William estiraba las manos escondiendolas en las mangas largas de su delgado abrigo.

Edward solo pensaba que su destinado no podía ser hombre... no le gustaban los hombres, eso está mal, la sociedad y su religión siempre lo prohibieron, era algo malo que esto sucediera, tendría que haber un error. Tal vez el llamado de William lo escuchó porque estaban cerca y no había otro alfa ahí, su cabeza daba vueltas, no podía ser él su destinado. Le agradaba el omega, le parecía tierno, lindo, alguien que podía proteger, y pensaba que necesitaba de alguien para poder seguir adelante pues aunque lo consideraba fuerte y valiente... tenía la necesidad de protegerlo al pequeño niño, a su niño.

- Edward, aquí es.- El alfa reaccionó al escuchar la voz de William.

- ¿Aquí vives?.- Mencionó Edward.

- Sí... te agradezco mucho por defenderme y cuidarme pero ya tengo que entrar, nos vemos luego.- Se despidió William con una sonrisa.

- Nos vemos, niño, cuídate.- El alfa espero a que el omega entrara al edificio, y con una sonrisa siguió caminando.

- El alfa espero a que el omega entrara al edificio, y con una sonrisa siguió caminando

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"𝐓𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐨𝐤"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora