XIX

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Por la tarde Edward y William se encontraban en la habitación del alfa, el omega recostado en el pecho del rizado. Su cabeza subía y bajaba a causa de la respiración de él ojiverde, un silencio tranquilo los acompañaba y ambos pensaban en diferentes cosas pero estas estaban ligadas a una misma situación. Escapar de Londres para ser libres.

– ¿Están ya tus maletas preparadas?– Preguntó Edward, mientras acariciaba lentamente el cabello lacio del omega.

– Sí... No tengo mucho que guardar ahí.

– ¿Necesitas despedirte de alguien?... – Preguntó Edward a su omega.

– Sí, les escribiré una carta a Javadd y a James.— Mencionó el ojiazul con una sonrisa melancólica. – Les diré que los voy a extrañar mucho...– William se levantó del pecho del rizado y tomó unas hojas de papel y una pluma que estaban en el escritorio de Edward y empezó a escribir.

– ¿Tan rápido lo escribirás? – Cuestionó con una sonrisa, Edward, le causó ternura la cara del omega cuando estaba concentrado.

–Sí, mañana se las entregaré a James por el día... Ya que no podré ver a Javadd.

– Me parece bien, yo... Yo tengo que realizar unas compras.– Mencionó el alfa – Ya vuelvo.

Edward salió de la habitación mientras William empezaba a escribir:

Querido James:

Te entrego esta carta porque me tuve que ir, si me hiciste caso la leerás un día después de que yo me haya ido, empezaré dándote las gracias porque...

Querido Javadd:

Hola amigo, se que no tuve la oportunidad de volver a verte y por eso le pedí a James que te la entregara por mi, me quería despedir antes de irme...

Mientras el omega escribía cada palabra en aquella hoja, sus lágrimas empezaban a correr por sus mejillas, no quería despedirse de las personas que hacían su vida un poco más alegre. Él no quería decir adiós a las personas que lo habían salvado y que fueron por un gran tiempo su lugar seguro, ellos eran como su hogar, cada vez que William se sentía mal siempre aparecían ambos para sacarle una sonrisa.

En los momentos difíciles sus amigos estaban ahí para él, lo apoyaban a toda costa, le aconsejaban de todo y nunca lo dejaban solo.

Cada letra con tinta negra que marcaba en el papel le recordaba tantos momentos que le hicieron feliz, la vez que conoció a Javadd fue el primer día que se sintió feliz realmente, aquellos ojos avellana lo hicieron sentir seguro.

La primera vez que entró a aquella biblioteca buscando quizá algún libro que lo ayudara a escapar de su tormentosa realidad, dirigiéndose únicamente a la sección de "Fantasía / Ficción" donde ahí encontró a un alfa con mejillas rosadas y una marca de nacimiento en el cuello, el segundo alfa que no le provocó terror.

Por eso cada palabra que escribía en esas cartas dolía como espinas en su corazón, punzadas en el pecho cada que escribía una letra. Limpiaba sus lágrimas rápidamente para evitar que cayeran en la hoja, los suspiros cada vez se hacían más presentes y cuando el omega marcó punto final en la última carta, una última lagrima rodó por su mejilla la cual fue retirada por su mano, sonriendo de una manera melancólica.

A la mañana siguiente William se dirigió a la biblioteca, en busca de James.

Abrió la puerta y el lugar se encontraba totalmente vacío, se dirigió donde estaba aquel alfa amable, acomodando unos libros, y lo saludó.

– Hola James – Sonrió el omega, cómo si nada pasara.

– Hola pequeño... ¿Cómo estás? – James dejó lo que estaba haciendo para prestar atención a su amigo.

"𝐓𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐨𝐤"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora