La casa del crimen

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-¿Era necesario mudarse a la casa del crimen? -pregunté a mi padre.

-¡Nueva familia, nueva casa! -respondió mi madrastra alegremente.

-Déjame en paz -le puse mala cara y traspasé la puerta al interior.

Seguro que pensáis "pero si no dijo nada". La odio. No hay más explicaciones. El puto de mi padre sustituyó a mi madre por esta tipa más joven, y mi madre se fue al extranjero. Muy cliché, sí, pero ocurre más de lo que debería. Mantenemos el contacto y pasamos juntas las fechas en las que tiene vacaciones, pero es una mierda.

-Vas a empezar a hablarle bien a mi madre -dice Will empujándome contra la pared.

Lo peor de esta mujer, es su penoso hijo Will, o sea, mi hermanastro, que aún encima es dos años mayor que yo.

-Ayuda a tu puta madre en lugar de empalmarte conmigo.

Le empujé a un lado y comencé a subir las escaleras. Hay varias puertas, todas abiertas. Me paseé viendo el interior de cada una. Todas tienen muebles. Elegí la del fondo a la derecha. Es oscura pero luminosa, tiene buenas vistas al cielo y está alejada de las demás.

La casa es super vieja, pero tiene cientos de reformas encima. Aún con todo eso, el precio no pasó de los 70.000 dólares, y eso es una ganga para mi padre y para cualquiera tan agarrado como él.

Y no, no nos mudamos por el rollo de "nueva familia", sino porque la casa se quedaría pequeña cuando naciera el bebé que tienen en camino.

-¿Te gusta, cariño? -preguntó mi padre pasando un brazo sobre mis hombros al llegar a mi lado.

-No me toques -me alejé.

-¿No piensas cambiar tu actitud conmigo? ¡Soy tu padre y merezco respeto!

-Mamá también y la cambiaste por la oruga gorda de abajo.

-Tu madre y yo no estábamos bien.

-¿Tal vez porque le pusiste los cuernos? Eso sin hablar lo que ocurrió durante el juicio.

-Lo que sucedió entre aquellas paredes se queda allí.

-Ya, y mamá se queda sin mi custodia porque solo querías joderla. ¡QUE VIVA AMÉRICA! -grité con ironía.

-Te largarás de casa el día que cumplas 18.

-No sabes cuánto lo deseo.

Salió de la habitación bufando y le cerré la puerta de un golpe seco. Eso no le hizo gracia y volvió a intentar abrirla, pero la llave ya estaba echada.

-¡ABRE LA PUERTA!

Seguro que creéis que soy estúpida, porque lo soy...

Le hice caso y abrí. Entró hecho una furia.

>>¡NI SE TE OCURRA VOLVER A CERRAR LA PUERTA ASÍ ...!

-Fue el viento -dije sin importancia empezando a sacar un par de cosas de mi mochila de mano.

Volvió a largarse. La puerta volvió a cerrarse de la misma manera, solo que esta vez no fui yo, sino alguna corriente de aire. La casa es fría.

Los hombres de la mudanza subieron las cajas con mi nombre a mi cuarto y comencé a abrirlas todas en busca del típico pijama gordito de invierno y un albornoz.

-¿Qué haces? -pregunta Will abriendo la puerta-. Estamos en verano.

-Finales de verano -le corrijo-. Hace mucho frío aquí.

-Eres la única que tiene frío. A lo mejor tienes algún espíritu pegado -bromea.

-Si hay espíritus en esta casa, espero que te mantengan alejado de mi.

-Si tienes frío, lo único que necesitas es calorcito.

Me acerqué a la puerta, volví a cerrarla y eché de nuevo la llave.

-Menudo pelmazo -suspiré tirándome panza arriba en la cama.

Miré todas las cajas que tenía alrededor con una pereza horrible.

>>Ya las colocaré mañana.

AHS (Tate Langdon y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora