Hace siglos que no me arreglo tanto, aunque mi definición de arreglarse no es como creéis. Ponerme una camisa en lugar de una camiseta es todo un logro.
-¿Tú con camisa? -Will entra por la puerta-. Tienes una cita, ¿verdad?
-Eso no es asunto tuyo -contesté.
-Es Tate -sonríe.
-Si ya lo sabes no entiendo por qué preguntas.
-Yo iré con su ex -le veo por el reflejo del espejo-. Violet.
-Pásatelo bien.
-¿No tienes curiosidad?
-Muchísima, pero un ex nunca hablará bien, así que prefiero no saber nada.
-Dice que es muy intenso -comienza a explicar-...
-Cállate.
-Celoso...
-No quiero oirte.
-Pero es capaz de amar -terminó-. Me dijo todas esas cursiladas de chicas.
-¿Sabe Violet que solo te la quieres tirar?
-Si solo quisiera eso, ya lo habría hecho -sale del cuarto-. ¡Nos vemos, caraculo!
-¡Que te den en griego!
Me hice uno de mis moñicacas y salí al jardín. Más bien me senté en las escaleras del porche esperando a que llegase Tate. Antes de él llegó una chica bajita muy mona.
-¡Hola! -saludó-. ¿Eres la hermanastra de Will?
-Eeeh... ¿quién eres?
-Violet. Vine a buscarlo.
-Pues espera sentada, tarda más que una mujer.
La chica ríe por mi comentario y se sienta a mi lado.
>>No me gusta meterme en sus relaciones, pero no te ilusiones. Solo quiere divertirse un par de horas.
-Esta casa cambia a las personas -susurra.
-¿Cómo dices?
-Will ha cambiado desde que está aquí. Te aseguro que no soy un pasatiempo -hice un gesto con los hombros-. Dale una oportunidad. Y a Tate también.
-¿Will se ha vuelto a ir de la lengua?
-En realidad me lo dijo Tate. Fuimos novios.
-¿Por qué rompisteis?
-Eso da igual. Seguimos siendo amigos.
-¿Te está molestando esta plasta? -pregunta Will a nuestras espaldas. Violet se levanta y se saludan con un beso-. Me largo.
La perejita feliz se va de la mano, pero ella se gira un momento y sonríe.
Ahora solo me queda esperar a Tate en compañía de las calabazas.
1 hora...
2 horas...
3 horas...
Calabazas las que me dieron a mi.
Me cansé de esperar y preferí ir a buscarlo a su casa. Al petar en la puerta me abrió Constance. Tenía las mejillas rosadas y un cigarrillo en la mano.
-¿Qué haces aquí?
Por su voz noté que estaba bebida.
-¿Se encuentra bien?
-No me trates de usted, me haces sentir vieja... pasa.
Entré detrás, la seguí hasta la cocina y me sirvió una taza de té.
>>Hace un año me arrebataron a mi pequeña -mira atentamente al azucarero-. Mi dulce niña -se seca una lágrima-. Le habrías gustado -sonríe-. Pero creo que no viniste a ver cómo está la vecina. ¿Qué buscas? O, mejor dicho, a quién.
-A Tate. Habíamos quedado hace tres horas.
-Es un joven enamorado. Seguro que está perdido en sus propios pensamientos.
-Gracias por invitarme a entrar, pero mejor voy a mi casa...
-Está en la playa -me mira-. Tate. No seas dura con él.