Capítulo 24✓Me va a tener como chicle pegado a ella

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🌻Me va a tener como chicle pegado a ella🌻

MADISÓN

Hoy fue un día desastroso para mí, primero, me pase todo el día huyendo de Damián, segundo reprobé un examen de historia de verdad soy muy mala en esa materia y tercero y no menos importante todos los amigos de Damián incluyendo al susodicho estuvieron con Erick y conmigo durante el almuerzo.

Camino a la salida del instituto a esperar que mi hermano llegué por mi.

— Oye Mád, ¿vas a ir a la fiesta de Luka?— pregunto Erick.

Me encojo de hombros:– Aún no me eh decidido.

— Yo decidí ir, y bueno si no te molesta claro.

— Claro que no me molesta, tonto— le hago saber.

Mi móvil suena y justo Damián, Rachel y Luka llegan en dónde estamos Erick y yo. Tomo móvil y contesto.

Hola, preciosa hoy no podré ir por ti me salió una reunión de última hora.

– Oh, bueno está bien.

– Lo siento, mañana te llevo a comer helado como recompensa ¿vale?

– Está bien, te quiero, bye.

Finalizo la llamada y todos me miran de una forma rara.

— ¿Que?— pregunto confundida.

— ¿Con quién hablas? ¿Y por qué te llama, preciosa? — Damián me mira de una forma que me pone nerviosa.

— Eso no es problema tuyo, Damián— le respondo con rabia.

— Me pediste ser directo y sincero ¿No? Bueno lo estoy haciendo— ruedo los ojos y sonríe.

Y que sonría.

O doña Sinforiana regreso.

— Yo no tengo porqué responderte, idiota.

— Te lo dije, me gustas y se que yo también te gustó y...

— Ehh chicos no creo que esto se deba hablar aquí— volteo hacia Erick y puedo darme de cuánta que varias personas se han reunido alrededor de nosotros.

Y entonces Damián hace lo ma estúpido del mundo.

— Ya que tenemos público déjenme decirles, que me gusta Madison Seller y hasta que no sea mi novia o salga conmigo a una cita me va a tener como chicle pegado a ella— todos empiezan a murmurar a la vez que se disparen.

— ¿Rachel puedo irme contigo? Es que mi hermano tuvo un inconveniente y no puede venir a buscarme— le pregunto tratando de ignorar lo que dijo Damián.

— Voy a casa de Luka, lo siento Mad— ella me mira con pena.

— Tranquila Richi, puedo caminar— la tranquilizó.

— Yo te llevo— se ofrece Damián.

— No gracias, prefiero mil veces caminar que irme contigo— volteo los ojos, me despidos de todo y empiezo andar hacia mi casa.

Escucho un claxons, me quito los auriculares y volteo hacia el coche que va a la par mía.

— Sube no seas orgullosa— me reprocha.

Díos, pero si que es intenso.

Así es que a ti te gusta, bicha.

Cállate.

— Ya te dije que no, y deja de insistir— le digo con frustración.

Veo como sonríe, dios su sonrisa es hermosa y casi hace que enoje mis bragas un leve sonrojo al aparece en mi cara y trato de cubrirlo con mi cabello.

Se detiene y los autos que tiene atrás empiezan a hacer sonar los claxones y a gritarle.

— Hasta que no subas no pongo en marcha el auto— abro la boca con asombro.

— Eres un idiota— suelta una carcajada.

— Lo sé, la chica que me gusta me lo dice constantemente, sube— pide.

Asiento, y corro a subirme en el asiento del copiloto.

— Conduce, Damián, y ya deja de mirarme así.

Me hace caso y pone le auto en marcha.

— ¿Como estás, Madison?— me pregunta y lo miro confundida— me refiero a ¿como llevas lo de tu mamá?.

Ese aún es un tema delicado para mí, pero gracias a las consultas con la psicóloga ya es un poco más llevadero.

— Aún la extraño, creo que siempre va hacer así solo que ya es un poco llevadero, pero gracias por preguntar.

— No hay de que— sonríe y lo le sonrió de vuelta.

— Es raro sabes.

— ¿Que?— pregunto él con el ceño fruncido.

— Eres un idiota, pero puedo hablar contigo sin sentirme presionada, y es raro ya que siempre has sido un idiota conmigo y lo más raro aún es que te gusto, eso sí es raro.

El se carcajeo—: Siempre me has gustado, Madison, lo que pasa es que soy un idiota como tú dices, pero eso va a cambiar.

Mis mejillas arden por el rubor que ocasionan  sus palabras.

Nuestro alrededor se sume en completo silencio, pero sin llegar a ser incómodo.

— Sana y salva, preciosa.

— Gracias, idiota.

El sonrie, bajo del auto y me despido agitando mi mano mientras que el suena el claxon de su auto.

Entro a casa y saludo a mi padre.

— ¿Quien era el del auto?— curiosea.

— Era Damián, me trajo por qué a Will se le presento una reunión de último momento— le explicó.

— Deberías de invitar a Damián un día de esto a almorzar, es un buen chico.

Si tan solo supiera que él que él dice s ser un buen chico, me ha echo la vida imposible y a y ahora según le gustó.

— Si un día de esto le digo.

Tontas Emociones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora