Námine

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Náyade

Pese a mis alegatos, Námine se terminó sentando junto a nosotros. No confío en ella, tanta amabilidad implica que esconde algo.

Todo fue absolutamente ceremonioso al iniciar el Concilio, las trompetas avisaron el ingreso de los guardianes quienes se pusieron en una larga mesa cubierta con un mantel blanco. Primero entraron los guardianes de cada uno de los reinos, obviamente la silla perteneciente al reino de los humanos estaba vacía. Una de las cosas que mayormente sorprendió a Juan fue ver que en el mundo de los demonios no había un guardián, sino más bien una guardiana a quien sin lugar a dudas habría que catalogar como bella. Tanto su vestimenta como su actitud eran bastante provocadoras y se notaba que estaba preocupada por la belleza. Se preguntó qué pensaría Abel si supiese ese detalle y pensó en todas las burlas que le haría al respecto. El nombre de ella, le señalé, es Cristal y se la considera una persona bastante poderosa dentro del círculo de los guardianes. Ella compitió por el lugar de Rhea, pero a última instancia, por razones que aún se desconocen, desistió a ese cargo. En la otra punta de la mesa, se encontraba el guardián del mundo divino, un señor de avanzada edad, con lentes gruesos y mirada despistada. Al igual que en los otros casos, les comenté que aquel anciano tenía más de cien años, pero que a la hora del combate se rejuvenecía y no parecía tener más de veinte. Se cuenta además de él que es una persona muy sabia, siempre está leyendo cosas de historia antigua e intentando averiguar más acerca de los misterios de los reinos, con la gran virtud de que no los deja para él, si no que los divulga en cuanto encuentra que es el momento oportuno. Por lo mismo, a Evan, como se llama, no le gustan mucho las reuniones sociales y generalmente se queda dormido, como mostraba su cabeceo. La novena guardiana era Minerva, una señora con una amplia sonrisa maternal, con grandes poderes curativos y, por lo demás, considerada la líder de los guardianes. Protectora del reino supremo, se comenta que es muy colaborativa, siempre apoyando y aconsejando a los más jóvenes, guiando para conseguir un éxito en sus misiones, así como logrando la armonía dentro del grupo. Nadie dentro del mundo de los guardianes se atrevería a contradecirla.

Una vez que los ocho guardianes se sentaron, las trompetas anunciaron el ingreso de los tres guardianes que representan a los dioses creadores. En primero lugar entró Lance, el representante de Neo, en segundo Miriam, una joven muy semejante a Ángel quien representa a la diosa Rhea y por último, para sorpresa de todos, un pequeño niño de no más de diez años representando a Mistes. Este se sentó en el centro, sobre una serie de cojines y balanceaba sus piernas como si estuviese jugando.

-¡Esto es un chiste!- gritó un fortachón que cargaba con un hacha que debía pesar más de una tonelada, -¿Cómo es posible que un niño sea un guardián? Con razón han sucedido las catástrofes que han ocurrido-. Un murmullo comenzó a producirse en señal de apoyo al fortachón, -Escúchame tú, mocoso, en este lugar y ahora mismo instante te reto a un duelo-. Las gemas del pequeño y del fortachón brillaron y dos jueces se pusieron de pie.

-¿Qué es lo que ocurre?- preguntó Psique.

-No les has comentado Náyade, si que haces un muy mal trabajo. Pequeña- dijo Námine, -cualquier persona puede en cualquier momento retar a un guardián o a alguno de sus preferatti a combatir en un duelo. Si gana, automáticamente pasa a ocupar ese lugar. Si pierde, es expulsado de la Orden. Así de simple.

-Pues fue bastante astuto si es ese el caso- comentó Juan, ahora se convertirá en guardián.

-Estate atento Juan, - le contesté, quizá te lleves más de una sorpresa.

Los jueces distribuyeron el espacio para que no hubiese obstáculos a la hora del combate. Se reunieron cuatro de ellos, uno en cada esquina y tras recitar un breve hechizo, crearon una barrera con la finalidad de no producir destrozos y evitar el ingreso de gente al duelo. El quinto de ellos indicó las reglas y los dos contrincantes se dispusieron al combate. El pequeño estaba quieto, sin moverse y mirando atentamente al fortachón. Este, sacó su hacha y la abanicó con una sola mano, produciendo una ventisca que votó al pequeño. Todos en la sala rieron y los murmullos aumentaron, todos compartieron con el fortachón el comentario de que la debilidad de los actuales guardianes permitió la cantidad de desastres que han ocurrido. El pequeño se levantó, pero antes que pudiese ponerse de pie, el fortachón golpeó justo al lado de él, salvándose por un pelo. El impacto produjo un pequeño movimiento sísmico que tambaleo al pequeño.

Un nuevo orden mundial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora