Capítulo 2

621 54 17
                                    

Hermione Granger es muchas cosas, la primera característica que muchos usarían para describirle sería brillante, erudita, perspicaz otros irían por otros adjetivos como testaruda, muy apegada a las reglas, explosiva, de mal genio.

Para ella no era extraña la introspección. Siempre estuvo consciente tanto de sus virtudes, cómo de la manera en la que el mundo puede percibirla, como de hecho lo hacen.

Para la Gryffindor no era novedad que estas características apartaran a mucha gente, ya sea por intimidación o resentimiento para con su inteligencia, o por su carácter que en momentos puede llegar a ser voluble en demasía.

Hermione estaba acostumbrada a estar sola.

Pero eso significaba que eso era lo que le gustaba.

Desde que ella podía recordar siempre quiso tener amistades, encontrar un grupo. Soñaba con tener amigos que fueran como en las historias que leía de pequeña, una familia encontrada que la aceptara tal y como es, una familia a quien ella aceptaría de la misma manera.

Pero eso no era posible.

Nadie quería juntarse con "La mascota del profesor" quien siempre recordaba que había tarea. Ninguna compañera suya quería ser vista con la chica del "cabello de escoba". De la misma manera que nadie se quería sentar con quien leía libros de ciencia en el almuerzo. La bicha rara de la cual los chicos se reían por tener " dientes de conejo".

Hermione ya se había hecho a la idea de no tener amigos.

Casi...

El momento en que su carta de Hogwarts llegó, en el instante que supo que la era una bruja, una chispa de esperanza se prendió en su corazón.

Tal vez... tal vez en un mundo de magia ella por fin podría encajar, un mundo donde sus "rarezas" sean alabadas en vez de pisoteadas, un mundo que a diferencia del suyo, valore el desarrollo académico, más que la trivialidad de la apariencia física, un mundo que valore el conocimiento, un mundo donde ella no se sienta un fenómeno, un mundo donde...tal vez ella pueda tener amigos.

Tal vez.

Recargada de energía, y en parte queriendo comprobar si al menos una de sus esperanzas sería realidad, la pequeña devoró el primer libro en el que pudo poner sus manos, y el siguiente a ese, y el siguiente.

Con cada pagina que pasaba, con cada gran hechicero o magnífica bruja que leía, su corazón se llenaba de alegría; este mundo nuevo admiraba características que ella igual consideraba importantes, en este mundo parecía que si te esforzabas lo suficiente, si leías lo necesario, podrías llegar a ser alguien importante.

Sin importar tu raza o clase social.

Tu apariencia o tus rarezas no eran un impedimento para llegar a ser alguien.

Y eso a la pequeña le llenaba del más profundo júbilo.

Claro que ningún libro, sin importar que tan bueno sea, puede retratar la complejidad con la cual se maneja el mundo, y con certeza no lo hacen los libros para los de primer año, que más que nada portaban con una versión dulcificada del mismo.

Y es de esa manera, como de a poco, la idea que Mione se había hecho en la cabeza fue cayéndose a pedazos al momento de ser constrastada con su realidad.

La verdad es que ningún mundo es perfecto, y las diferencias sociales no son algo foráneo para el mundo mágico. Y estas mismas clases crean un sentido de superioridad para los que se encuentran más arriba.

Los Malloy siendo sobresalientes en mostrar estos pensamientos, quienes además de sentirse superiores por poder monetario, lo hacían por un concepto de superioridad de sangre, denominándose a sí mismos como "puros" y consideraban a seres como ella "sangre sucia.

GiratiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora