| Maca | febrero | 2022 |
Sí, claro que Coral me ha escuchado muy bien lo que le acabo de preguntar. Sin embargo, me he arrepentido muy rápido de ello. Esperaba muchísimas reacciones de parte suya. Desde el hecho de que aceptara que la bese hasta el extremo caso en el que ofendida se ponía de pie y se iba. Sin embargo, ella rompió con mis ideas al no hacer nada. En serio, la chica sigue igual de pálida que siempre, apenas pestañea y sus ojos avellana no se han tornado intensos. La comisura de sus labios se mantiene inerte como sus dedos que se quedaron pegados al sándwich que ella estaba comiendo.
Y no es por un instante. Estoy segurísima de que ha transcurrido más de un minuto, pero Coral sigue tan fría e impasible como un robot. Me podría ahogar en la profundidad de su mirada, pero la escena me desespera. Así que decido romper con el telón de acero que nos separa.
- ¿Entonces? Quien calla otorga, ¿o cómo? -exclamé sin perder mi contagiosa efusividad. Aunque creo que esta chica está vacunada contra mi adorado sentido del humor-.
- ¿Qué quieres que te diga? -pregunta muy enojada, pero ello me relaja al comprobar que está viva-. Si me acabas de decir una estupidez.
- No, Coral, no fue una estupidez. Soy mujer de palabra. Si deseas que te bese, lo haré. Beso muy rico y vas a querer que repita.
Juro que al decir aquello logré que su boca esbozase una sonrisita casi imperceptible. Acababa de hacer sonreír a la chica de acero. Lo cual no tardó casi nada en desaparecer. Definitivamente, ella sería un "quizá" en mi vida.
- Estás loca. ¿A cualquier chica que conoces le propones lo mismo?
- Claro que no -respondí ofendida-. Solo te lo dije porque andas muy interesada en el tema de por qué demonios besé a tu hermana en un juego de besos -bostezo-. Le estuve dando vueltas al tema y no encontré otra explicación que esta: deseas que te bese.
- Eres una idiota...
Rugió entre dientes al matarme con la mirada y parándose de golpe fuera de la mesa.
- ¿En serio me dejarás aquí? Dudo que acepten tarjeta de crédito -me apresuré a decir antes de que se fuera-. Tendré que lavar platos para pagar la cuenta.
Mis palabras calaron en su mente lo suficientemente rápido como para frenarla al tercer paso. Entonces, volvió hacia mi lugar, sacó dinero de su bolsillo, ni siquiera contó los billetes y cuando estaba por ponerlo en la mesa, aproveché en tomar su mano bajo la mía.
- Oye, está bien, no tienes que irte. No volveré a mencionar a Claudia.
- ¿Y por qué no lo harías?
- Entiendo que te molesta estar bajo su sombra de hermana mayor, ¿no? Vamos, siéntate -le propongo al soltarla-. Creo que peor será que llegues temprano al culto y tu mamá te pregunte dónde me dejaste.
Sus mejillas se inflan un poco mientras toma aire para calmarse. Su carácter es tan inestable como la dinamita.
- Gracias por quedarte -le digo cuando vuelve a ocupar el asiento-.
- Sabes lo que esperaba de alguien educada.
- ¿Qué cosa...? ¡Ah! ¿Quieres que me disculpe? ¿Pero por qué...? Solo te ofrecí besarte.
- En serio, creo que tú y yo hablamos en idioma marciano porque no me entiendes.
Coral logra hacerme reír con tanta facilidad que incluso ella se sorprende. Lo cual noto en su ceño fruncido y la curiosidad en sus ojitos.
- Eres tan graciosa, pero evita serlo cuando esté comiendo porque seguro me atoraré -señalé un segundo antes de morder mi pan con pollo. De esa manera bloqueé las infernales palabras que tentaba con escapar de su boca-.
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María, llena eres de gracia
RomanceElla es Coral: veinteañera, 130+ de IQ, cristiana -obligada- y embriagada del tedio de tener que vivir otro aburrido día. Esto último era cierto hasta que una tragedia la arrastrará a alterar su vida al lado de la efusiva Maca. Charlar de la iglesia...