Capitulos 433 y 434

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Sovieshu estaba preocupado por no poder encontrar el papel que estaba en la portada. Se preguntaba si ya estaba muy lejos o si alguien mas habia agarrado ese papel.

Sovieshu frunció el ceño y miró un papel que no había visto antes.

"Debo de verte por la noche, por eso debes ir a este sitio".

Aunque ambos lados ya sabían sobre la presencia del otro gracias al Marqués Karl; Aun así, Sovieshu nunca había intentado tener una conversación consigo mismo, con el Sovieshu Príncipe Heredó. 

Sovieshu suspiró, arrugó el papel, Lo dejó a un lado y se tocó la sien con la mano.

Sovieshu no quería hacer nada, ni siquiera pensar.

En medio de sus pensamientos, una joya azul sobre el cuello de una figura bajo la luz y Navier sentada al lado de esa figura, le vino a la mente.

"Navier".

suspiró Sovieshu, se quitó la manta, se levantó de su asiento y caminó hacia la ventana. 

El hecho de que ella estuviera cerca le dio consuelo y dolor al mismo tiempo.

Sovieshu cerró los ojos, apoyando la frente en la ventana. Después de permanecer así durante mucho tiempo, tomó el papel nuevamente, revisó el sitio y se fue.

Normalmente Sovieshu no hubiera ido si fuera una simple solicitud, pero esta vez estaba preocupado por la cantidad de maná tan pequeña.

 El Marqués Karl me dijo que mi otro yo estaba investigando el fenómeno del maná bajo, por lo que me preguntaba si había encontrado algo.

Con solo el comandante de la guardia, Sovieshu se movió en secreto hacia el lugar que indicaba la carta.

Parece ser  una simple habitación vacía del palacio, donde no hay ningún guardia protegiendo.

Sovieshu abrio la puerta y entro después de ordenarle al guardia que se quedara afuera.

Estaba oscuro adentro y no había cortinas, por lo que la luz de la luna que entraba por la ventana era la única fuente de luz.

Sovieshu miraba la habitación con una cara indiferente.

"¿Quien me estará esperando?" Pensó Sovieshu pero sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz familiar y fria.

"Al final del día, tu propósito no era disculparte".

"Al final del día, tu propósito no era disculparte"

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***

 Mi voz sonaba más fría que de costumbre.

De pie al lado de la mesa, los hombros de Sovieshu estaban rígidos y en ese estado me giré lentamente hacia él, incapaz de relajarme.

Su rostro y espalda, que miraban hacia la ventana iluminada por la luna, eran difíciles de leer. Pero su labio apretado era tan visible incluso en la oscuridad que era extraño.

TelaFlan, La Grandiosa Emperatriz que un Bolasecas no supo valorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora