9. Sigues soñando

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–¿Tu casa o la mía?- Willy cortó el silencio que había reinado la mayor parte del día, se sacudía las manos al terminar con las reparaciones, haciendo con aquella pregunta que Luzu pegara un salto y se le subieran los colores al rostro.

–¿Disculpa?-

–Si, que si vamos a pasar estas noches en tu casa o la mía...a menos de que las quieras afrontar solo, en todo caso me disculpo por el atrev...-

–Mi casa, mi casa está bien- se apresuró a contestar, por supuesto que no quería estar solo cuando las abominaciones comenzaran a llegar apenas el sol se ocultara –no quiero atraer a esas cosas a tu árbol- aquello hizo sonreír a Wilfred

–Te digo, eres demasiado bueno- dijo subiéndole la capucha del suéter de forma juguetona, comenzando a caminar hacia la reja.

A pesar de que Willy trataba de restarle importancia y le decía al otro que no fuera ridículo, Luzu insistió en dormir con él en la sala, no lo dejaría solo en el sofá mientras él dormía cómodamente en su cama.

Una parte de él debía aceptar que también era porque se sentía más seguro entre más cerca de Wilfred estuviera.

Nunca pensó relacionar la palabra "seguridad" con un cementerio, y sin embargo se la había pasado pegado a las botas del albino todo el día, asistiéndolo en todo lo que le pedía; si bien parecía ser cierto eso de que las abominaciones se mantenían lejos del terreno no iba a arriesgarse.

Luzu comenzó, como marcaba su ritual personal, a cerrar todas las cortinas, Willy levantó una ceja y le dijo que eso no era necesario, pero el otro le contestó que eso lo hacía sentir más tranquilo, el albino se encogió de hombros y lo dejó ser.

El castaño saltaba a cada sonido extraño que escuchaba, incluso cuando cenaban y Wilfred levantó los platos de la mesa; no podía evitarlo, se le había hecho costumbre desde semanas atrás, podía ver que su amigo meneaba la cabeza ante cada arrebato de miedo que tenía, no estaba seguro si era desdén o preocupación.

Era hora de dormir.

El silencio le resultaba hasta inquietante, contra todo pronóstico tardó en conciliar el sueño; quiso entablar charla con Wilfred, pero no supo qué decir, abría la boca para decir algo y enseguida la cerraba. Volteó a ver al cuerpo un poco más allá del suyo y notó el acompasado movimiento de su respiración, estaba durmiendo, no iba a despertarlo para decirle: Eh, habla conmigo, no puedo dormir sin el sonido de monstruosidades aporreando mis cristales.

Sus sentidos estaban atentos a cualquier ruido, cualquier silueta o sombra, pero no hubo nada, un par de veces su subconsciente lo traicionaba y volteaba de reojo a las cortinas (cosa que se había prometido no hacer), pero enseguida regresaba su vista al techo, eventualmente, conforme avanzó la noche se quedó dormido.

Tuvo un sueño, algo curioso, pues las veces anteriores que lograba descansar por las noches eran veladas sin sueños ni interrupciones; esta vez "despertó" y vio una figura parada en su ventanal, era Willy, abriendo la cortina, mirando hacia afuera, la luz de fuera enmarcaba su silueta

–¿Wilfred?- Se acercó al otro en silencio, primero se vio cegado por la luz intensa de la luna casi llena, pero cuando sus ojos se habituaron captó la escena dantesca llevándose a cabo del otro lado de su ventana.

En su patio frontal se llevaba a cabo una masacre, esqueletos de tamaños desproporcionados e imposibles partían en dos a figuras no menos abominables que ellos.

Gatos de dos colas devoraban a una bola de ratas unidas entre sí por podredumbre, no sin antes juguetear con ellas, un jinete fantasmal montando a un corcel esqueleto iba con una oz desmembrando criaturas de ojos lechosos y contornos peludos e inciertos mientras parecía carcajearse.

Una cabeza con rostro pálido y redondo, con el cabello flotando a su alrededor haciendo que pareciera una macabra imitación de sol, volaba de un lado a otro, sacando una lengua roja y más larga que un brazo promedio para atravesar a siluetas extrañas y luego de matarlas bajaba a darles un par de mordiscos sangrientos.

En ese momento el Willy del sueño se percató de que Luzu estaba viendo todo con cara de horror. Su única reacción fue sonreír y cerrar de forma lenta la cortina.

–Sigues soñando, vuelve a dormir- de pronto Luzu se sintió sumamente pesado, no de mala manera, además, Willy-del-sueño tenía razón, no había manera de que aquello fuera real porque no lograba oír nada más que a la voz de su amigo y el viento soplando entre los árboles, aquellas cosas afuera no tenían sombra ni producían sonido, todo era un sueño, así que volvió a su sitio y se acostó.

Elresto de la noche corrió sin sueños ni eventualidades.

Go Back to SleepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora