28. Estaría maldito mil vidas

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Llegaron a la estación de servicio unos 10 minutos después de la parada inesperada, Rubius al fin pudo dejar de fingir que dormía, era agradable poder estirar las piernas.

–Voy a echar una meada- anunció el del mechón de fuego y el noruego se quedó viendo qué opciones tenían para comer...no muchas en realidad, quizás podrían llegar por algo en el camino, mientras tanto unas bolsas de papas fritas y un par de gaseosas tendrían que bastar.

Mientras llenaba el tanque tuvo tiempo para divagar y volteó atrás en la carretera, se preguntó si alguna vez cualquiera de los dos regresaría a aquel pueblo.

Pensó en cómo la había cagado de todas las maneras posibles. Más de una vez se arrepintió de haber entrado a la Hermandad Oscura. No por las cosas que hizo, sino más bien porque no se dio cuenta que al entrar le había vendido su alma al diablo.

En realidad sacar a Auron de Karmaland antes del atardecer había sido una de las misiones más sencillas que le había encomendado; era mucho mejor que la segunda opción que se barajó más de una vez: hacerlo parte de la Hermandad. Lo difícil había sido darse cuenta de que al otro de verdad se le partió el corazón, pensó que no le importaría.

Lo entendía, estaba en un lugar parecido...un poco, pero él la cagó a propósito con tal de saldar sus deudas con cierto chino, pudo haberse negado, arriesgado, pero no lo hizo, alejarse era más sencillo para todos.

Auron se alejó demasiado y ahora que quiso regresar se dio cuenta de que era inútil. Por otro lado, aunque regresara y pretendiera ganarse a Luzu ¿Cuánto le duraría el gusto? ¿un par de meses o dos? ¿medio año cuando mucho? Lo conocía.

Rubén sabía que Willy siempre conseguía lo que se proponía y también a Luzu se le veía interesado en el albino. Esperaba que, por su propio bien, el moreno entendiera que era mejor retirarse.

Él no estaba preocupado por Veg, Auron tampoco debía preocuparse por "su niño", cualquiera que tuviera el favor del líder de la Hermandad estaba bien parado.

Rato después encontraron una hamburguesería en el camino, ninguno de los dos tenía ánimos para comer dentro con familias felices, parejas o grupitos de amigos viajando así que salieron a una de las mesas tipo picnic de la parte trasera.

–Y ¿Qué planes tienes?- preguntó el híbrido remojando una papa en kétchup

–No sé, por lo pronto llegar y darme una ducha-

–No, cerdo, más a futuro ¿seguirás en Los Santos?-

–No lo sé...hay otros sitios que quiero explorar, nunca he sido mucho de asentarme-

–Sé de lo que hablas...quizás yo también vaya a buscar lugares interesantes- el moreno asintió y siguieron comiendo en silencio.

Despedidas fueron dadas, cuando el híbrido trató de pagarle el dinero prometido por hacer de chofer, éste lo rechazó, sabía de dónde (de quién) venían esos billetes, no los quería.

Como dijo Auron cuando se detuvieron a comer, lo primero que hizo fue oír sus mensajes mientras preparaba un baño, al quitarse toda su ropa vio el colguije en su pecho, por un momento pensó en quitárselo, pero lo dejó allí.

Dejó todas las luces de su apartamento encendidas, llegó a la conclusión de que no volvería a ver igual la oscuridad debajo de su cama o la negrura dentro de su closet, pero el collar se encargaría de mitigar esos pensamientos.

Quizás en otra vida podrían intentarlo de nuevo, o tal vez la había cagado demasiado y estaría maldito mil vidas, quién sabe.

Go Back to SleepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora