23. Cuánto lo siento

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–¡¿Pero qué haces?!- se quejó Auron halándolo para que fuera más deprisa, el castaño se ralentizaba cada vez de que enviaba una de sus flechas al cielo

–¡Tratando de enviar una señal de ayuda!-

–¡¿Quién cojones se supone que puede ayudarnos?!-

Inclusive pudo ver un par de espantapájaros y una alarma en su cerebro le dijo que debía ocuparse de ellos también, para mal humor de Auron se detuvo más de un par de veces a lanzar flechas contra dos hombres de paja, derribando sus sombreros, el otro terminó ayudándole con tal de que pudieran avanzar más rápido.

Se preguntaba cuánto te faltaba al resto para acabar con sus propios cabezas de calabaza, en ese momento que todos lo hicieran comenzaba a ser su única esperanza, si lo hacían el sol volvería, eso decía la rima.

Un larguísimo brazo, que parecía tener 5 codos, salió a velocidad pasmosa frente a ellos, haciéndolos tropezar, sus reflejos comenzaban a entorpecerse, habían estado corriendo por un lapso de tiempo que parecía eterno, la respiración les comenzaba a ser dificultosa y los músculos les comenzaban a doler.

El moreno se levantó de un salto, ayudando a Luzu a ponerse de pie, pero en ese momento aquellas manitos que habían tratado de apresarlo rato antes volvieron a surgir de entre el maizal, tomando por la parte de atrás del cuello la sudadera de Auron, derribándolo violentamente.

Su cabeza golpeó el suelo al caer y perdió la consciencia; el castaño, apenas poniéndose de pie, veía con horror como muchas diminutas manitas más salían de entre los tallos, tomando por la ropa al moreno, llevándolo a la oscuridad.

Luzu se lanzó hacia adelante para poder evitar que se llevaran al moreno, cayendo sobre el estómago en la tierra estiró a Auron por la polera, que fue el primer sitio que pudo alcanzar, luchando contra las decenas de pequeñas manos, tratando de hacerlas soltar al inconsciente héroe.

El castaño consiguió sujetar al otro por debajo de las axilas, arrastrándolo con él, tratando de alejarlo de aquellas manitas; Luzu estaba cansado, con los músculos agarrotados, sentía tierra en el rostro y eso en conjunto con el sudor que se introducía en sus ojos le daba poco espacio a reaccionar.

Entre las risas como de hiena que salían de entre el maíz se opacaban sus gritos en los que pedía ayuda, trataba de despertar a Auron y alejar a las criaturas, todo sin éxito.

Haciendo un esfuerzo descomunal, logró arrancar al moreno de aquellas diminutas pero fuertes garras, llevándolo con él hacia atrás por el suelo de tierra.

No creía ser capaz de llevar a Auron a cuestas, joder, ni siquiera creía poder ponerse de pie.

Estaba de culo en la tierra, la espalda del moreno recargada en su pecho mientras él lo abrazaba con ambos brazos por el miedo de que se lo arrebataran de pronto.

Era obvio que estaban rodeados, oía chirridos que asemejaban risas burlonas, bramidos que parecían maldecirlos y resoplidos intensos mezclados con respiraciones acuosas, no quería ver alrededor porque sabía que vería una centena de ojos hurgando como si vieran sus almas, quizás lo hacían.

Apretaba a un desmayado Auron contra sí, esperando lo peor, hundiendo su rostro en el cuello del otro, disculpándose por haber sido tan estúpido como para haber hecho un trato tan idiota.

Parecía que la oscuridad se había vuelto un ente físico que avanzaba hacia ellos, comiéndose la luz de la luna y de las escasas antorchas que había en el laberinto para iluminar el trayecto.

Luzu trataba de arrastrarse hacia atrás y aquello le hizo sentir que, en el bolsillo trasero de los vaqueros llevaba algo. La forma cilíndrica y alargada le hizo pensar que quizás era TNT, pero al sacarlo leyó el costado del objeto, era una bengala, no recordaba haberla puesto en su inventario, pero era su última esperanza ahora.

Aun en el suelo, con Auron entre las piernas recargado contra él, sintiendo que la densa oscuridad ganaba terreno conforme pasaban los segundos, amarró la bengala a una flecha, la encendió e hizo su mejor tiro en vertical hacia el cielo.

Sabía que si esos seres no se habían abalanzado hacia ellos ya era porque sentían su victoria segura, solo se mofaban y querían llenarlos de terror, lo estaban logrando. Desconocía si tenían ya el poder o la capacidad para matarlos, pero no quería averiguarlo.

Mientras veía a el chorro de chispas luminosas que lanzaba el cilindro en lo alto, seguido de un denso humo rojo que hizo una espiral cuando comenzó a caer con la flecha, rezó a los dioses de los que había renegado para que cierta persona en específico viera la bengala y supiera qué significaba.

Cuando el círculo de oscuridad se había cerrado casi por completo sobre ambos héroes, Luzu pudo escuchar en su cabeza una vez más esa voz oscura hablando en lenguas desconocidas, pero de alguna manera pudo entenderlo...

Ḑ̴̨̜̦͍̼͋̄͋̾͜i̷̜͍͒͑̆g̶̛̭̱̉̇̓́͗̊̓͝͠ả̴̟͇̯͕̣̞̞̤̲͒͌̑̃̇̋̉̚n̵͖̼͙̜̩͚̊͒̊̌̆̀̒ ̶̳̬͉̤̮͓̇̋̂ś̴̖̙̠̠̲̳̣͈̒͒̀̉̉̄̀̚͜ͅụ̴̤͔̬̙̖̱̀̂͂s̵̛͖̙̺̣͚͍͙̠̏ ̴̰̹̙̄ú̶̢̖̙̫̳̘͙̋͋̍̏̉̉̉͘͠l̸̅̌͜t̴̟̤̝̹̘̔̀͑̉̈́̄̔̂i̸̫̩̲͋m̶̢̙̄̓̂̚͜ȧ̵̛̦̦̭̰͚̳͓͙̊̎̾̆̊̐̕͝s̶̹̀̓͊̈̈́̋ ̴͎̠͇͎̫̻̙̬̍̿͂̎̊́́o̶̟͖̗̩̻̰͕͓̅̍͗͠r̷̥̼͆̾̅͑̄̈́ā̶̛͙͍̦̙͈̠̦̰̑͗̃͜͜͝c̵̨̼̐ỉ̴̧̯͇̙͔͇͉̳͋̒̇͛̋̒̿̔o̸̢̮͖̪̰͋̅̈́͋̅͆n̸̢̼̖̤̠̒̃́̚e̸̲̟̻̱̞͋̓͘͠s̴͉̘͓̣̰̎̓̇̄͋̐̄͝͠

Luzu suspiró pesadamente, miró al cielo, viendo el último resquicio de luz que le brindaban las estrellas y estrechó a Auron, aun inconsciente, contra sí, besándole la coronilla.

–No sabes cuánto lo siento-

Cerrólos ojos solo para oír los bramidos a su alrededor, casi rozándolo con sualiento, crujidos de huesos, alaridos agónicos. Supuso que era todo.

Go Back to SleepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora