13.

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Por la mañana, desayunaron rápidamente un café para despavilarse y algún que otro chocolate que había quedado en la casa de Luke, después de que su abuela pasara de visita. La madre de Luke los apuró, amenazando que sino, se quedarían en casa. Medio en broma, medio enserio. Salieron corriendo por la puerta principal y se sentaron en la parte trasera del auto, con Jake en el medio. Se podía notar su nerviosismo gracias a que no paraba de jugar con sus dedos. Iban a encontrarse con Lexie allá, media hora más tarde.

—Oye, Jake —habló Emma.

La cabeza del pequeño y del rubio giraron bruscamente hacia ella. La madre de Luke la miraba con el ceño fruncido a través del espejo retrovisor. Tenía miedo de que Emma metiera la pata.

—El otro día prendí mi televisor, y encontré esos dibujos animados que tanto te gustan, ¿cómo se llamaban?

Liz suspiró y volvió la vista a la carretera, dando por sentado que lo único que quería hacer Emma era aligerar el ambiente y distraer a Jake. 

—¿Ben 10? —habló el pequeño, la voz temblándole un poco. Había dejado de jugar con sus dedos, concentrado en lo que Emma tenía para decir.

—¡El mismo! Lo dejé puesto, ¿sabes? Y me he pasado un buen rato mirándolo, me divertí bastante. Un día deberíamos juntarnos sin tu hermano y pasar horas mirándolo, ¿qué te parece?

Luke se rio ante la sugerencia de que él no debía estar presente, y creía estar enamorándose cada vez más de ella. 

—¡Sí! —contestó Jake entusiasmado, todo el miedo yéndose de su cuerpo por un rato.

Pasaron todo el viaje hablando de programas y complotándose en contra de Luke, simplemente para que los tres terminen riéndose. Pero la calma se extinguió en cuanto estacionaron en el hospital. El momento había llegado, todos se bajaron del auto. Luke lo rodeó y tomó fuertemente a Emma de la mano. Ella se la apretó, indicándole que todo iba a estar bien. Jake no se quedaría tanto tiempo como los pacientes de cáncer usuales. Iban a aplicarle quimioterapia ese día y al siguiente. Dos días de reposo, y de vuelta a su casa, si todo marchaba relativamente bien. La quimioterapia no podía salvarlo del todo. Pero podía salvar algún órgano, y quizá, si se encontraba donante, podían hacer un transplante. Pero las esperanzas no eran muy altas. 

Dos horas y media más tarde, Emma, Luke y Lexie estaban almorzando en el buffet del hospital. Se turnaban para entrar en la habitación con Jake, ya que no querían agobiarlo. Para las cinco de la tarde, estaba más pálido de lo normal y durmiendo profundamente. Lexie ya se había ido, dejando a Luke y Emma caminando por los pasillos de la clínica, buscando algo para hacer. Entrar de vuelta a la habitación sería molestar a Jake, y nadie quería intentarlo. Se fueron a una librería de por ahí cerca, donde Emma se compró un nuevo libro mientras Luke la cargaba por ser nerd.

Volvieron a la habitación y esta vez sí entraron. Liz tenía los ojos hinchados, como si no hiciera mucho tiempo desde la última vez que lloró. Era extraño, Liz era la más fuerte de todas y también la que tenía más esperanzas.

—¿Mamá? —preguntó Luke en un susurro.

—Ve a buscar a la enfermera, y pregúntale a ella. Seguramente te explique mejor. 

Apenas eran audibles las palabras de Liz, pero hicieron lo que nos dijo. Jake tenía una enfermera y una doctora asignada, que estaría casi todo el día en la clínica y, en caso contrario, podían contactarlas por teléfono. Cuando la localizaron, ella empezó a explicarles rápidamente, antes de ir a atender a otro paciente  que también tenía asignado.

—Jake no podrá salir del hospital. Sabemos que las chances de que una infección entre a su cuerpo estando en la clínica son altas, pero fuera son aún peores. Para un paciente normal, después de una semana, podría salir. No podemos garantizar eso con Jake. Como saben, su cáncer es avanzado —la llamaron por altavoz, pero ignoró la llamada porque no sonaba urgente.— Es muy pequeño y, incluso antes de la quimioterapia, sus defensas eran bajas. Ahora, son casi inexistentes. La única forma de asegurarnos es que se quede aquí, por lo menos hasta que las células cancerígenas bajen en cantidad —la llamada volvió a escucharse.— Debo irme. Lo siento mucho.

Apretó el hombro de Luke, quien tenía la mirada perdida, y se fue. Emma notaba que él trataba de no derrumbarse, pero no le salió otro gesto que abrazarlo. Lo sustuvo fuertemente por la cintura, mientras él le acariciaba el pelo. Como si la que estuviera en peor situación fuera ella, y no él.

Exquisito dolor ➳ l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora