14.

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Una semana y media más tarde, Emma solamente había conseguido mantener a Luke fuera del hospital unas 10 horas en total. No era que lo quisiera alejar de su hermano menor, era el simple hecho de que verlo tan roto por dentro la destrozaba, y quería que se distrayera. Quería llevarlo a respirar aire fresco, a estirar las piernas un rato por la ciudad o simplemente a tirarse en el sofá de su casa a ver películas. En la primera, dijo que se sentía cansado y que quería dormir. En la segunda, dijo que ya se le habían entumecido las piernas, y quería regresar. En la última no tuvo una buena excusa, pero no prestó atención y a la hora ya estaba preparándose para volver al hospital. 

Jake no mejoraba, pero tampoco empeoraba y eso les daba un respiro a Luke y Liz. Emma trataba de pasar tiempo en el hospital, pero tampoco quería invadir la privacidad familiar. Además los exámenes en su colegio se acercaban, obligándola a pasar gran parte del tiempo encerrada en su habitación, repasando fórmulas matemáticas y hechos históricos de la independencia.

Con todo estudiado y rendido, se apareció por el hospital con cartas y un auto de juguete nuevo, teniendo la esperanza de que Jake estuviera despierto y con algo de energía ese día. Cuando estaba dentro del ascensor, recibió un texto de Luke que decía que Jake estaba bastante feliz y activo. Sonrió para sí misma y guardó el teléfono.

La habitación era color celeste pastel, con una franja blanca con autos azul oscuro pintados en ella. Emma tenía que admitir que, para ser una habitación de hospital, era un lugar bastante... habitable. No era el lugar ideal para un niño pequeño, que debería estar afuera jugando y haciendo deportes con su hermano. Pero tampoco era una cárcel, haciéndole padecer la estadía en el lugar. Bueno, no tanto.

—¡Emma! —se escuchó al pequeño gritar en cuanto la vio.

Ella entró bastante alegre a la habitación, Liz no estaba (seguramente comía algo) y Luke estaba al lado de él, con el control remoto en la mano. Levantó la vista y ambos se sonrieron. Emma chasqueó la lengua.

—¿Ni siquiera le dejas ver la televisión? Eres un mal hermano mayor, Hemmings —acusó ella.

—Pero él miró televisión toda la tarde —se excusó él.

Emma saludó con un beso en la cabeza a Jake y con un corto beso en los labios a Luke, sentándose a su lado. No estaban formalmente en una relación, pero se podía decir que era oficial que salían y que se querían. 

—No es excusa. De todas formas —cambió de tema,— traje esto.

Emma sacó las cartas, dejando el auto para el final. Jake gritó de emoción y ella se rió, fascinada de como un niño a punto de fallecer podía tener tanta energía y felicidad a pesar de todos. Siempre le gustaron los chicos, a veces los admiraba por su inocencia. A veces solía desear volver a esa etapa.

Jugaron diferentes cosas durante toda la tarde. Emma dejaba que Jake ganara, poniéndolo incluso más feliz de lo que ya estaba. Incluso lo acusaba de hacer trampa, haciendo que él se riera y le recordara que ella había repartido y que simplemente era una mala perdedora. Ella le sacaba la lengua y la situación volvía a empezar. Luke se sumó más tarde, pero él no lo dejaba ganar a Jake y Emma lo fulminaba con la mirada. En cualquier situación, incluso en esta, un hermano mayor nunca dejaría de ser un hermano mayor. 

El sol se estaba poniendo, Liz había ido a su casa a dormir un rato y cambiarse, dejando a los chicos a cambio. Cuando volvió, Emma asumió que era tiempo de volver a su casa, así que casualmente dejó caer, con delicadeza, la caja del auto.

—Emma, se te cayó algo —dijo el rubio, ignorante de la situación.

Ella volvió a donde estaba tirado en el piso y lo levantó, el auto a la vista de Jake.

—¡Un auto de juguete! —exclamó emocionado, estirando sus manos.

—¿Te gusta? —preguntó ella, sin moverse de su lugar.

Jake asintió varias veces.

—¿Lo quieres? —volvió a preguntar.

Otra vez él asintió repetidamente.

—Me tienes que dar algo a cambio —ella sonrió.

—¿Qué cosa? —preguntó el pequeño, entre decepcionado y curioso.

—Un beso.

Ella señaló su mejilla mientras se volvía a acercar a la cama y dejaba la caja al lado del niño. Él le besó la mejilla varias veces seguidas, completamente agradecido. Ella se despidió y se fue, pero mientras esperaba el ascensor Luke apareció y la sacó de la fila para subirse a éste.

—Gracias —susurró él.

—¿Por qué?

—Por todo lo que estás hacendo por Jake, no es necesario.

—Luke, lo hago porque quiero, ¿de acuerdo? Me gusta verlo feliz, me alegra. 

—Serás una madre excepcional algún día —finalizó él, besándola.

Ella se fue, pensando en las palabras de Luke. No sabía si quería ser una madre excepcional. Nada más sabía que no toleraría el día que Jake se fuera, porque todos sabían que no le quedaba mucho tiempo.

Exquisito dolor ➳ l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora