12.

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Sé que Thomas tiene 24 años, pero vendría a ser él de chiquito quien hace de Jake(?), y no sé, él me encanta.

Una semana había pasado desde el diagnóstico de Jake, y Emma trataba de pasar la mayor parte del tiempo con Luke (porque él se lo había pedido), pero dándole su espacio. A Luke le relajaba pasar tiempo con Emma, incluso más que pasarlo con Lexie. Lexie era demasiado cercana a Jake como para soportarlo. En cambio Emma apenas lo conocía, y se ocupaba de distraerlo siempre que fuera posible. Ese sábado a la noche harían lo que no habían hecho la semana anterior. Luke planeaba pedirle a Emma que se quedara a dormir en su casa. No por nada morboso, claro. Al día siguiente, Jake tenía su primer sesión de quimioterapia. Necesitaba todo el apoyo posible. Amaba a su hermano, pero no creía que fuera lo suficientemente fuerte como para soportar muchas sesiones. 

Emma se había decidido por algo distinto esta vez. Igualmente abrigado y bonito. Una bufanda color beige, un suéter blanco, jean azul claro y borcegos del mismo tono que la bufanda. El pelo suelto y un maquillaje básico. Esta vez Luke si pasó a buscarla. Tenía unos jeans negros (para variar) y un saco que lucía pesado, también color negro. La tomó de la mano y fueron caminando así, en silencio, hasta el cine. Luke insistió en pagar todo, y aunque Emma se negaba, no había forma de convencerlo. Verlos juntos era muy, muy bonito. Durante la película, el brazo de Luke estaba por encima de los hombros de Emma, y la cabeza de ella estaba en el hombro derecho de Luke. En realidad, desde un punto de vista objetivo, la posición no era nada cómoda. Pero, teniendo en cuenta lo cerca que querían estar del otro, a ninguno de los dos le importaba.

Dos horas más tarde, salían del cine. Emma, completamente entusiasmada con la película. Luke digamos que algo aburrido. Aunque en realidad la película le había gustado, no podía parecer un chico débil frente a Emma.

—No puedo creer que no te haya gustado —empezó ella, —¡si es preciosa!

—Es una película romántica, enana. No hay forma de que me guste.

Emma le sacó la lengua y salió corriendo hacia la esquina, con él riéndose detrás. Mientras ella cruzaba la calle vacía gracias a la falta de gente y autos, se desató una tormenta. No del tipo que empieza con un par de gotas y va aumentando en cantidad. Más bien del tipo que se ve el relámpago, escuchas el trueno y de un segundo al otro, estás empapado. Emma se quedó en medio de la calle, con los brazos estirados a los costados, como dándole la bienvenida a la lluvia. Con la cabeza hacia arriba, se reía sin razón aparente. Luke apareció por atrás de ella, abrazándola por la cintura. Emma cambió la posición de sus brazos, ahora poniéndolos por encima de los brazos de él.

—¿Qué te parece que vayamos bajo un techo, esperemos a que pare la lluvia y después vamos a casa? —propuso él. 

—¡¿Estás loco?! —exclamó Emma, soltándose de su abrazo, y parándose enfrente a él. —Quiero bailar.

—Puedes bailar cualquier día, ¡nos vamos a enfermar! —se rio Luke.

Emma negó con la cabeza.

—¡Bailemos! —gritó por encima del trueno que estaba teniendo lugar en ese momento.

Todavía riéndose, Luke la tomó por la cintura y ella colocó sus manos en la nuca del rubio. Empezaron a bailar al son de una música inexistente, o más bien, al son de las gotas que golpeaban el piso alrededor de ellos. 

—Estás loca, enana —susurró él en el oído de Emma.

—Así y todo me quieres —se encogió de hombros ella, mientras él la hacía girar.

Ella apoyó su cabeza en el pecho de él y no se separó hasta que sintió que el ritmo de su pecho se aceleraba. Entonces se puso a su altura, subiéndose a la punta de sus pies, y lo obligó a mirarla.

—Luke, ¿estás llorando? —preguntó delicadamente Emma.

Él negó con la cabeza y miró a otro lado. Emma se bajó de sus puntas, sin dejar de mirarlo a la cara.

—¿Luke? —volvió a preguntar con cautela.

—Mañana es la primer sesión de quimio de Jake.

—Lo sé —contestó Emma, dándole el pie para que siga hablando.

—No lo va a soportar mucho, enana. Es apenas un niño —se le escapó un sollozo, rompiendo el corazón de Emma.

—Luke, sé cómo te sientes, ¿sí? Me pongo en tu lugar, y sé que debe de ser horrible por lo que estás pasando. Pero tenle algo de fe a tu hermano, dale crédito por todo lo que ha luchado sin siquiera saberlo. —Luke sonrío con nostalgia.— Y Luke —él la miró— no importa qué pase, no importa cómo terminen las cosas, yo estaré aquí, ¿de acuerdo?

Él asintió. Emma llevó sus manos a las mejillas de Luke, limpiando las lágrimas que habían caído de sus ojos, aunque en realidad se confundían con las gotas de lluvia, que todavía no cesaba.

—Te quiero, Emma —dijo él en un susurro.

—Yo también te quiero, jirafa. Mucho —respondió ella, con una sonrisa.

Sin pensarlo dos veces, Luke llevó sus manos a la nuca de Emma y levantó su cabeza firmemente. La miró a los ojos por un segundo, y sin que ella se lo esperara, se estaban besando. Él devolvió sus manos a la cintura de ella, donde sentía que pertenecían. Emma llevó sus manos a la nuca del rubio, exactamente por la misma razón. Estuvieron así un buen rato, con el agua chorreando de sus ropas y temblando de frío, pero nada les importaba. Porque estaban juntos.

A la noche, nadie usó la cama extra. Ambos durmieron en la cama de Luke. Ella, usando una camisa de él y unos shorts deportivos. Él, con una camisa de su padre que le quedaba enorme. De la forma que estaban abrazados esa noche, parecían uno. Cuando la respiración de Emma se tornó pesada, indicando que estaba dormida, él besó su frente.

—Emma, creo seriamente que estoy enamorado de ti —susurró.

Y sin más, se quedó dormido con un brazo en su cintura y el otro por algún lugar debajo de su cuerpo. Estaba inseguro sobre la quimioterapia de Jake, pero Emma le traía una calma que nadie más le traía, y solamente ella podía tranquilizar su mente en un momento así. Claramente, estaba enamorado. Y aunque ella misma se lo negara, ella también estaba enamorada.

Exquisito dolor ➳ l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora