11 - El legado de un guerrero: Hector

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La guerra, la perdida y la muerte son cosas tan terribles que cualquier persona con criterio debería no desear. Si algo enseño al ser humano durante tanto tiempo es que en la guerra nadie gana, mientras más valor sea el amor, peor será el sentimiento cuando lo pierdas y la muerte siempre será triste y misterioso. Esas tres palabras tan fuertes eran algo que el joven Hector no sabía reconocer, puesto que siempre admiraba la guerra, las peleas y el enfrentarse a enemigos poderosos.

Pero con el paso del tiempo, el inexperto Hector aprendió a golpes la realidad de lo que tanto le gustaba en su juventud. La guerra le enseño su significado con el caos generado durante la confrontación contra el colmillo negro, la pérdida de su hermano y posteriormente de su esposa serian una agonía que apagarían su felicidad y la muerte... sería algo que no podrá escapar ahora mismo.

Él siempre le gusto luchar y no le temía miedo a la muerte, incluso cuando tomo la Armads en su forma Barbara, decidió usarla a cambio de tener su final en el campo de batalla. Destino que se cumplió al pie de la letra. Pero Hector no se sentía contento con ello, él mismo sabia de su destino, pero no le gustaba esa sensación. Sentía dolor, pero no era de sus heridas o de la hemorragia, sino... del dolor de sus seres queridos, de sus fieles amigos, de su gente y sobretodo... de su hija.

Si algo le enseño la perdida, es que le mostro como era Lilina en realidad. Una joven amable, humilde y preocupada, que después de la muerte de su madre, quiso ser fuerte, mucho más fuerte para poder llegar a ser una gran marquesa, poder no depender de los demás y ser una gran descendiente de su padre. Pero como todo padre, Hector aprendió la verdadera naturaleza de su hija y sabe perfectamente que con su destino marcado, su hija deberá salir adelante sin el a su lado.

Las lágrimas salían de él, mientras recordaba más momentos bellos con su querida hija y su difunta esposa cuando la batalla por el control de Araphen seguía en su clímax. Pronto el frio le cubrió por todo el cuerpo, el dolor de poco a poco cesaba y su piel se ponía cada vez más blanca mientras la sangre seguía saliendo.

—Je... parece que... llego la hora...

Tras la finalización de la batalla a favor de Lycia, Roy junto a Zeicro, Anais, Albert, Bors, Chad, Marcus y Merlinius se dirigieron hacia el calabozo del castillo que por lo visto no estaba tan dañado como el poblado y el castillo en general. Llegaron a la entrada del subterráneo donde estaba cerrada con llave y Chad con su experiencia de ladrón intentaba forcejear la cerradura. Todos los presentes esperaban ansiosos por rescatar a Hector e intentar curarle sobre todo Roy y Albert. A pesar de los malos ratos que tiene el joven de Pherae con el marqués de Ositia dado las incontables practicas con el del cual recibía paliza tras paliza por parte de él y los celos que siempre terminaban en golpes cuando Lilina no estaba atenta, sabía que era una clave importante para la alianza y para Lilina quien además de su padre y su madre, Roy también es la única persona que sabe detrás de la alumna ejemplar de magia y de la general de Etruria "Cecilia", y heredera del trono de Ositia, se esconde una doncella gentil y con corazón débil.

—¿Cómo vas muchacho? —decía Bors algo nervioso.

—Esta cerradura está bastante compleja, pero estoy cerca de abrirla... —decía Chad hasta que un alterado Zeicro lo interrumpe.

—¡No hay tiempo, Lord Hector nos necesita!, si el cae...

—¡El no caerá! ¡Ten fe! — decía seriamente, pero algo alterado Albert. Anais no dejaba de rezar a la diosa mientras tenía el bastón en sus manos.

—¿Cómo se encuentra amo Roy? —pregunto Merlinius a un nervioso Roy.

—No muy bien, Merlinius... —decia Roy cuando Chad logro abrir la cerradura y abrir el pasadizo al subterraneo y al calabozo.

Fire Emblem: The Dragon SealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora