Capítulo 8

403 28 11
                                    

Eric se despertó con leve sobresalto, su sueño perturbado por un casi imperceptible golpeteo en la puerta. Con la visión aún borrosa por la somnolencia se sintió desorientado durante breves segundos.
Tuvo que recordarse a si mismo que no estaba en Zaaron, estaba en Elven; que era un prisionero, aunque no se sintiese como tal; y sobretodo, que no estaba a salvo.

Aún estaba estaba oscuro así debió de haberse quedado dormido un par de horas como máximo, pero la presencia al otro lado de la puerta de la estancia le decía que quedaba poco tiempo para el amanecer.

-Entra.

La puerta se abrió lenta y silenciosamente, dando paso al enorme alfa rubio bajo sus órdenes. Como siempre, Leo mantuvo su impecable postura en todo momento, su gesto estoico jamás delataba ninguna emoción y eso irritaba a Eric más de lo que probablemente ameritaba, pues le cerraba la puerta de sus pensamientos. Decenas de veces había hecho todo lo posible por romper aquella máscara de hierro y decenas de veces había fallado.
Pero no iba a rendirse, pues Eric sabia con certeza que absolutamente todos los alfas eran bestias esclavas de su instinto y emociones, y Leo no sería la excepción.

-Enciende el candelabro.
-Con el debido respeto mi señor, no creo que sea conveniente, podríamos ser descubiertos.
-Todos duermen, pero si tanto te preocupa cierra las cortinas y nadie notará la luz.

Leopold hizo lo que se le ordenó sin rechistar, pero cuando agarró la lámpara de aceite para encenderla se detuvo.

-¿No va a vestirse?
"Bingo" pensó Eric con una sonrisa ladina.

-Si me muevo demasiado ese estupido pelirrojo podría notarlo, y no queremos que se despierte ¿verdad?

En la penumbra, Eric pudo observar como Leopold titubeó un segundo antes de finalmente encender la lámpara de aceite y se giró para enfrentarle, sin embargo mantuvo su mirada fija en el suelo.

-El príncipe Kyle ha insistido comenzar con la estrategia de defensa a pesar de no tener control sobre el ejército de Tegridy por el momento. Debido a que la posibilidad de una alianza militar entre Elven y Tegridy todavía es incierta, sospecho que el príncipe está considerando instaurar una ley de servicio militar para así formar las fuerzas armadas oficiales de la nación.
-No lo hará, es muy débil para eso. ¿No vas a mirarme Leo?
-Creo que le subestima mi señor, por otro lado-.
-Responde a la pregunta.

Visiblemente tenso, Leopold apretó los puños en frustración, un músculo palpitaba en su mandíbula y su postura rígida delataba como apenas lograba contenerse.
El alfa estaba acercándose a su límite y Eric no podía encontrarlo más entretenido.

-No sería apropiado, usted es mi superior y un omega, debería guardar recato mi señor.
-Pfff ¿me crees acaso una doncella virgen? No necesito que alguien como tu me diga como debo comportarme, así que no me faltes al respeto y mírame como es debido, es una orden.

Hastiado, Leopold le miró desafiante y Eric por fin consiguió lo que llevaba tanto tiempo persiguiendo. Con sus instintos a flor de piel, Leopold emanaba un aura amenazante y su esencia se volvió más fuerte y espesa en el aire, cargada con su ira. Lo más curioso era que gran parte de su furia iba dirigida a si mismo, infinitamente frustrado por haber permitido a Eric hacerle perder el control.
Había herido su orgullo de Alfa y quizás eso era lo más frustrante, pues Leopold no quería rendirse a su designación y a lo que esta le dictaba, quería ser mejor que eso.

Satisfecho por haber logrado su objetivo, Eric decidió dejar en paz a Leopold y bajó la mirada en un gesto de sumisión.
Por supuesto, jamás lo habría hecho si no supiera que aquella era la única forma de mitigar la cólera de un alfa, especialmente de uno dominante, y aunque sabía que después Leopold le resentiría por ello, no podía importarle menos.
Casi inmediatamente el alfa se calmó y la tensión del ambiente se disipó con rapidez.

Los ojos de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora