4

292 24 2
                                        

Las cocinas de un palacio son un lugar altamente concurrido, siempre llenas de cocineros y sirvientes trabajando para satisfacer las demandas de los monarcas y sus invitados, sin embargo, aquella tarde no era así. El bullicio habitual fue sustituido por el leve rumor del agua hirviendo y el rítmico sonido de las verduras siendo cortadas con rapidez.
Era Tweek quien ocupaba la estancia mientras cocinaba distraídamente, atrapado en sus pensamientos sobre una mirada color miel que le había cautivado e intimidado, todo en un mismo y confuso sentimiento.

Recordó cómo se sintió embriagado por el aroma de aquel alfa y un escalofrío recorrió su espina dorsal. El miedo le invadió por completo cuando se dio cuenta que se rindió a sus instintos momentáneamente, y aquella horrible sensación no hizo más que aumentar cuando rememoró el primer celo de Kenny.
Fueron cinco días y cuatro noches las que Kenny pasó aislado en sus aposentos, alejado de todos en palacio salvo Tweek, el único otro omega en la servidumbre,y hasta donde llegaba su conocimiento, en todo el reino de Elven. Estando su puerta constantemente vigilada por Clyde; ni los príncipes, ni la reina, ni siquiera el mismísimo rey Gerald tenía acceso a la habitación, y siendo honesto, Tweek agradeció que nadie más que él y Clyde tuvieran que presenciar aquello que padeció su amigo y señor.

Atrapado en un estado absolutamente miserable y primitivo, aún podía recordar cómo Kenny buscaba contacto con su piel de forma desesperada, como su temperatura se mantenía febril en todo momento, como gemía y se quejaba adolorido necesitando solo una cosa; a un alfa.

Antes de eso, ninguno de los dos habían sido verdaderamente conscientes de lo que significa ser un omega y ambos solo pudieron sentirse repugnantes.

...

Alto bullicio era el protagonista en el salón del trono; decenas de nobles y altos burgueses de Elven discutían sin realmente decir nada, consumidos por el miedo y cegados por la incertidumbre.
En el centro de todo aquel alboroto el príncipe heredero observaba el caos que dominaba a su gente mientras la amargura crecía en lo más profundo de sus entrañas.
Cuando finalmente perdió la paciencia y la compostura, clamó silencio en un ronco alarido que resonó por toda la estancia; entonces todos callaron de inmediato sin tiempo de ocultar su sorpresa ante semejante furor que jamás se había visto en su monarca siempre calmo e intocable.

Kyle observó por un breve instante a su audiencia, ahora intimidada y expectante. Dándose cuenta de que había hecho uso de la voz de alfa de forma inconsciente, carraspeó ligeramente antes de comenzar a hablar.

—Nuestro reino se encuentra bajo amenaza de guerra. Nuestro enemigo es desconocido e impredecible incluso para nuestros aliados de Tregridy.

Cuando pensó que el revuelo y el alboroto previos volverían, se vio sorprendido por el silencio casi esperanzado que mantuvieron todos los presentes.

—En estos momentos estoy trabajando en las negociaciones pertinentes para establecer una alianza militar con el reino de Tegridy. Confío en que todos aquí sois fieles a mi jurisdicción por lo que aquí y ahora, con los dioses y el espíritu de mi difunto padre como testigos, prohíbo terminantemente la publicación de los hechos aquí discutidos y veto la formación de cualquier tipo de milicia privada; todo esto en pos de mantener la seguridad nacional.

Una vez terminó su discurso, el futuro rey se vio asombrado por la reverencia que le dedicaron todos sus súbditos allí presentes, un gesto de veneración a su autoridad que mostró el mismo respeto que antes habían profesado a su padre.
Por un momento el temor invadió sus pensamientos, temió por el honor de su familia, temió por la estabilidad de la nación, temió por la salud mental de su madre... Habian mil y un razones por las que temer el desenlace de aquella alianza y su designio pero tendría que tomar el riesgo, podría vivir con esa deshonra si así lograba salvar a su reino.

Los ojos de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora