Capítulo 6

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Con la mirada fija en el jinete que se alejaba,  un sentimiento desconocido se arremolinaba en el pecho de Tweek; algo tan cálido como doloroso, virtuoso pero perverso, bello y atroz por igual.
Cuando perdió de vista al caballero que tanto le había cautivado, se hizo consciente de sus propias emociones, y terriblemente avergonzado salió corriendo en dirección a los aposentos de su amigo y congénere de violáceos ojos.
Durante la corta carrera intentó desesperadamente despejar sus abrumados y confusos pensamientos pero le fue imposible, pues todo lo que inundaba su mente eran recuerdos de unos ojos miel perforando su alma, de unos fuertes brazos rodeandole, de una profunda voz susurrando en sus oidos.

Con el calor extendiéndose por todo su rostro, Tweek llegó jadeante a la estancia en la que Kenny le esperaba y apenas se asomó por el umbral de la puerta su mirada se encontró con la de su camarada, que enseguida le regaló una deslumbrante sonrisa y se lanzó a abrazarle con ternura.
–¡Tweekers es perfecto! ¡El nasim que has elegido para mi es perfecto!
Kenny beso la frente del más pequeño y acto seguido se separó de él para dar algunas vueltas sobre si mismo, haciendo alarde del vuelo de aquella prenda tradicional de su hogar, Bârân Nik al sur de Elven.
Aquella hermosa prenda de seda habotai había sido confeccionada durante generaciones en las llamadas Cordilleras de la Lluvia para la Danza Zibâ Ârezu, un baile ancestral con el que adoraban a la diosa Mahtâb durante el festival de la Luna Estival.
Ataviado en aquel Nasim color blanco cerúleo Kenny lucía tan bello como nunca antes y con los ojos húmedos de felicidad y orgullo, Tweek tomó las manos de su amigo entre las suyas.
–No tengo duda de que la Luna estará complacida al verte bailar.
Ambos omegas volvieron a unirse en un abrazo en el que el llanto y las risas se mezclaban armoniosamente.
Al otro lado de la pieza, Heidi observaba la conmovedora escena que con algo de pesar se vio obligada a interrumpir.
–Lamentablemente no he podido atar bien los nudos de la espalda, lo siento Tweek ¿te tomará mucho tiempo arreglarlos? –Luciendo un tanto avergonzada, la joven beta se acercó a ambos rubios y mostró al más pequeño los lazos torpemente anudados.
–Oh, no te preocupes Heidi, atar la espalda de un Nasim es la parte más complicada y puede hacerse de muchas maneras. ¿Como has podido hacer el resto tan bien si era tu primera vez?
Mientras hablaba, Tweek tejió un complicado patrón geométrico con las cintas en la espalda de la prenda, y sin esfuerzo logró crear una estrella de 8 puntas utilizando únicamente las cintas y su destreza.
–No podría haberlo hecho sin las instrucciones de Kenny.
–No seas tan modesta Heidi. –Kenny se volteó para mirar a la fémina mientras Tweek se cersioraba de que el resto del Nasim estuviese apropiadamente dispuesto. –Aún con mi ayuda, el que hayas podido hacerlo es impresionante.
Con una sonrisa torcida, Heidi tomó una pequeña cesta que estaba sobre el lecho de la habitación y se la dio a Tweek.
–Ustedes dos deberían apresurarse si quieren poder disfrutar del festival antes de que comiencen las ofrendas a Mahtâb.
Tras escuchar esto, ambos rubios se marcharon atolondradamente no sin antes agradecer a la beta una vez más por su ayuda.

Cuando el ruido de las risas entusiasmadas y el murmullo de los pasos apresurados se volvió casi imperceptible por la lejanía, la joven de cabellos cenizos se dirigió al balcón de la estancia donde levantó la mirada hacia el cielo para acto seguido ejecutar un agudo silbido, un llamado para su Esmerejón mensajero. En pocos segundos el pequeño ave se posó sobre la balaustrada de mármol y le ofreció su pata con un pequeño pergamino atado a ella.

Mi hijo está de camino a Elven. Prepárense.

...

El festival de Mahtâb es una festividad que se celebra a lo largo y ancho de Elven, cada ciudad y pequeño pueblo con sus propias tradiciones diferentes y únicas que le dan un encanto singular a las fiestas en cada rincón del país.
En la capital, la cultura abrazaba el lujo y la ostensosidad como rasgo distintivo.
Haciendo honor a su nombre, la ciudad Persea brillaba como una joya en aquel día, resplandeciente con los colores plata y blanco representativos de la Luna Estival.
Kenny se dejó envolver por la música, el olor de flores y especias, y la calidez de las genuinas sonrisas en los rostros de las gentes a su alrededor.
Una ola de gozo se agolpó en su interior, llenándole de inmensa dicha y eclipsando toda la inquietud que alguna vez sintió al llegar a aquella cuidad.

Los ojos de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora