Un paseo por los jardines del palacio Persea no debería suponer un gran desafío para un alfa como el príncipe Stan, criado para ser disciplinado y sobresaliente en todos los ámbitos relevantes para un futuro rey, y sin embargo él podía decir que jamás había acometido tamaña proeza en el pasado, pues nunca pensó que enfrentarse a sus propios instintos de alfa sería tan arduo.
Habia subestimado la capacidad de atracción que ejercía el omega que le acompañaba sobre él, y podría asegurar que a cada encuentro su presencia se hacía más y más cautivadora.
Era una visión casi celestial, como una obra de arte en movimiento trazada por manos divinas.
Lo más frustrante era que aquel joven omega parecía no ser conciente de su propio encanto, y cada gesto inocente de sus labios, de sus ojos e incluso de sus manos le estaba volviendo loco.
Sus ondas de cabello dorado danzando al ritmo de la brisa, su mirada violeta tímida pero curiosa, sus labios inconscientemente fruncidos en un puchero nervioso, todo en aquel omega era una dulce tentación.
¿Fueron todos los omegas que poblaron el mundo en el pasado tan bellos como el joven junto a él? Esa pregunta cruzó de forma breve su mente cuando la suave voz de su acompañante interrumpió sus pensamientos.
–Quería agradecerle apropiadamente su majestad, por su ayuda y también por sus obsequios. –Inclinado en una pronunciada reverencia, el joven de ojos violeta mostró su gratitud en un gesto tan solemne como humilde.
–Por favor levanta la cabeza, no hay nada que agradecer. –Por primera vez en toda la mañana, Stan sintió sus instintos opacados por la frustración de haber fallado en proteger al omega.
–Se que usted utilizó la voz en la reina para ayudarme, asumió un gran riesgo y ahora está en una situación comprometida por mi causa... –Kenny levantó la mirada y Stan pudo ver un atisbo de culpa en sus ojos.
–Puedo asegurarte que lo que hize no tendrá consecuencias para mi, y aunque las tuviese, volvería a hacerlo si así puedo protegerte.
Ante aquellas palabras el rubio sintió sus mejillas arder y bajo la mirada para ocultar rostro. Quiso hablar para no avergonzarse ante el alfa, sin embargo ninguna frase coherente cruzaba su mente.Por su parte, Stan no pudo evitar sonreír suavemente ante el adorable sonrojo del omega y sintió el impulso de acariciar aquellos mofletes.
Solo cuando sintió la suavidad y el calor de la piel ajena, se dio cuenta de que el impulso se había convertido en una acción y ya era muy tarde para recular así que se permitió disfrutar del contacto.
Pudo observar como al principio Kenny le miraba sorprendido, pero a medida que sus dedos surcaban su piel suavemente, su expresión se relajó y buscó mayor contacto apoyándose en el toque, tal como un pequeño felino pidiendo más y más mimos.
"Esta cara debería ser un pecado" pensaba Stan mientras admiraba aquel rostro que tenía la dicha de tocar. Queria besar esos labios entre abiertos tan cándidamente seductores, quería abrazarlo, sostenerlo y llevárselo lejos de cualquiera que pudiese dañarlo o corromperlo.
Al ver que el omega respondía tan bellamente a sus caricias, Stan se permitió arrastrar el toque hasta el delgado cuello contrario, pero tan pronto lo hizó el más pequeño se agitó y separó de él rápidamente.
De un momento a otro ambos jovenes despertaron de un trance en que el resto del mundo se había difuminado en una fina niebla y donde lo único importante era la conexión entre Alfa y Omega, enlazados por una fuerza atrayente que ninguno de los dos había experimentado antes.Abochornado por haberse dejado llevar por sus instintos de omega, Kenny se sentía incapaz de mirar a Stan a los ojos, abrumado por el miedo a que el alfa mirase con desprecio la indecorosa naturaleza de su género secundario.
Su cuello aún hormigueaba por el toque del príncipe extranjero y algo en su interior le pedía algo más que una superficial caricia, algo más violento y primitivo, una marca de propiedad.
Queria huir, correr lo más lejos posible y esconderse donde Stan no pudiese ver esa parte tan indecente de él, pero estaba paralizado, balbuceando cosas sin sentido y humillandose aún más si era posible.Nuevamente enternecido por el marcado rubor y los gestos nerviosos del Omega, Stan decidió desviar la atención de los recientes acontecimientos hacia un tema de conversación banal digno de la más fina frivolidad cortesana.
–Llevas un vestido realmente hermoso, mi hermana mayor adora los ropajes tradicionales de Elven, así que había pensado en llevarle un obsequio a mi regreso a Tegridy. ¿Cuál es el nombre del sastre responsable de tu atuendo?
Aliviado y agradecido por la amabilidad del príncipe, Kenny se relajó y le siguió la corriente.
–Mi padre me regaló este vestido cuando llegué a palacio así que lamentablemente desconozco-. –Kenny detuvo su hablar cuando se dio cuenta de que había hablado más de la cuenta, pues tenía absolutamente prohibido hablar de su relación con la familia real, ¿Acaso se había descubierto?
Levantó la mirada para analizar la reacción de su acompañante ante sus palabras pero la expresión del alfa no le dio ninguna respuesta. Intentó maquinar alguna mentira que explicase el desliz anterior pero de repente Stan comenzó a hablar de nuevo.
–Conozco tu situación Kenneth, tu relación con la casa real y tu género secundario, Kyle me lo ha contado todo.
Sorprendido ante las palabras del alfa, Kenny sintió como se le caía el alma a los pies y bajo la cabeza avergonzado, sin poder dar la cara al príncipe.
–Lamento mucho no haber sido sincero desde un principio. Debe haber sido tedioso para usted dar atención a un omega bastardo como yo.
Aún inclinado en una reverencia, Kenny sintió unos fuertes dedos tomar su mentón levantando su cabeza y obligandole a mirar a Stan directamente a los ojos.
–¿De que estas hablando? Fui yo quien te citó para pasar la mañana juntos ¿no es así? –El alfa miró consternado los ojos violeta brillosos por las lágrimas contenidas y se llenó de coraje al pensar en los maltratos de debió haber sufrido el omega para avergonzarse de si mismo de semejante forma. –Durante el tiempo que me quede en Elven, quiero conocerte mejor...
–Alguien como yo no es digno de-. –El omega se vio interrumpido por una suave caricia en su labio inferior y un leve escalofrío recorrió su espina dorsal al notar los intensos ojos azules del príncipe estudiando cada una de las facciones de su rostro.
–Eres la persona más hermosa que he conocido, nada me haría más dichoso que tu compañía.
Una lágrima traicionera se deslizó lentamente por la rojiza mejilla del rubio y fue atrapada por lo labios de Stan, en un beso casto y lleno de sentimiento que Kenny jamás olvidaría.
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Los ojos de un Omega
FanfictionUna amenaza de guerra asola al reino de Elven tras el asesinato de su monarca. Kyle, el príncipe heredero, habrá de enfrentarse a duras decisiones, sacrificios y traiciones; pero toda tormenta culmina en un bello claro... ¿o no? Si la pasión y el am...