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—¿Seguro que podremos pasar? No creo que podamos

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—¿Seguro que podremos pasar? No creo que podamos.

     Markus y Cassie se encontraban en las afueras de la casa del célebre pintor Carl Manfred. La curiosidad, el estrés y la angustia invadió por completo a Cassie, quien jamás le devolvió aquél llamado, la pelinegra tomó una gran bocanada de aire y la botó con fuerza, mirando a su novio y asintió, Markus sonrió levemente y se colocaron al frente de la casa, sorprendiéndose de la respuesta automática.

«Alarma desactivada. Bienvenido a Casa, Markus, es un placer volver a verla, Cassie»

     Ambos se tomaron de la mano y juntos entraron a la casa. Los recuerdos invadieron a Cassie, soltando una que otra lágrima por todo lo que pasó, Markus notó la tensión de la pelinegra que se colocó delante de ella, secó sus lágrimas y le dio un cálido abrazo, sabiendo también que recordaba todo esos buenos momentos que almacenaba en su memoria.
     Al recobrar la compostura, ambos subieron las escaleras pero casi al llegar a la habitación, un androide médico quién atiende a Carl les interrumpió el paso.

—¿Quiénes son? ¿Cómo entraron? —Preguntó el androide médico.

—Tenemos que ver a Carl. —Se interpuso Markus.

—Carl no quiere ver a nadie, deben irse.

     Aquella respuesta no le agradó a Markus, Cassie intentó detenerlo por que pensó que podría golpearlo, pero fue todo lo contrario, este se acercó a él y lo convirtió al tocar su blanquecina mano con el brazo de él, pidiéndole por favor que pudiesen verlo. El androide medico mencionó que se encontraba muy débil y que no sabía si podían hablar con ellos, Cassie se preocupó aún más por sus palabras y miró la puerta donde se encontraba la habitación, sin pensarlo caminó lentamente hacia la puerta, abriéndose lentamente, revelando a un Carl bastante apagado en comparación cuando lo vieron la última vez. Ambos no dudaron en abalanzarse hacia él y Markus tomó su mano, quien parecía más cercano a él como ninguno.

—Markus... Cassie... Esperaba a que vinieran. —Habló débil Carl.

—Te hemos echado mucho de menos, Carl. —Markus se mostró fuerte mientras que Cassie estaba a punto de quebrar a llorar. —No sabes cuanto te hemos echado de menos...

—Hija... ¿Por qué estás llorando? —Carl notó la conmoción de Cassie y con una de sus manos la llamó. —Ven, acércate, que quiero verte.

—Yo... lo siento abuelo Carl, nunca le devolví la llamada. —Estalló Cassie, ganándose al otro lado de Carl y se sentó en su camilla. —Cuando usted me llamó estaba en la policía y cuando le corté por algo importante, era por que Markus sobrevivió al cementerio de Androides y me encontró... es mi culpa.

—Nada de esto es tu culpa, estabas protegiéndolo. —Carl depositó su mano en una de las manos de Cassie y miró a ambos fijamente. —¿Qué pasa, muchachos?

—Ya no sé... que hacer al respecto. —Respondió sincero Markus. —Sólo nos quedan malas opciones y sin importar lo que decidamos, va a correr sangre... 

—El miedo gobierna el mundo, chicos. —Respondió Carl. —El miedo a los demás... el miedo al futuro, es como yo, demasiado viejo. Es hora de acabar con él.

—¿Qué deberíamos hacer, Abuelo? —Pidió consejo Cassie. —Están matando a los androides y no queremos responder con violencia a la violencia, dinos... ¿Qué otra opción tenemos?

—Estar vivo implica tomar decisiones, tu lo sabes mejor, Cassie. —Carl miró brevemente a la pelinegra. —Entre el amor y el odio, entre extender la mano o cerrarla en un puño. No tengo una respuesta fácil, muchachos. —Se sinceró Carl. —Tienen que aceptar el mundo tal cual es o luchar para cambiarlo. Tu eres mi hijo, Markus y tu una excelente amiga, Cassie. Nuestra sangre no es del mismo color o no tenemos la misma genética, pero sé que en sus interiores tienen una parte mía.

—Te quiero mucho, abuelo Carl. —Cassie le dió un cálido abrazo a Carl. —Gracias por aceptarme en su vida como también a Markus.

Deseos de Libertad - Markus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora