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  Maldición

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  Maldición

     La pelinegra llegaba tarde a la casa del pintor. Quería entregarle en persona una invitación a su graduación de la policía, era algo muy importante para ella hacerlo cara a cara a pesar de la condición que consumía al famoso pintor.

     Revisó una y otra vez la hora del celular mientras suspiraba del apuro, intentando que la pobre máquina pudiese leer su mente y apurar hacia su destino final. Miró hacia la ventana viendo las calles de Detroit, observando los androides mezclarse con los humanos y cómo algunos protestaban en contra de ellos, la furia de la pelinegra invadía completamente su cuerpo, teniendo las ganas de darles un puñetazo en su cara.

     Recordó al único hijo del Célebre pintor, Leo. Sentía que el tenía poder sobre su padre para pedir dinero sin poder ganárselo, solo para costear sus bebidas y al alcohol. Le hervía más la sangre cuando se acercaba al androide que tanto tenía admiración.

  Markus

     Desde que comenzó a ayudar a Carl Manfred, conoció a su androide quienes se llevaron muy bien apenas se vieron. Markus aprendía muchas cosas policiales junto a Cassie, mientras que ella aprendía como admiraba a su dueño y como lo involucraba en el arte de vez en cuando. Su alta estima provocó ciertos sentimientos de la pelinegra que tuvo que guardar ya que se trataba de un androide y le provocaba incomodidad pensar en una relación con una máquina inteligente.

 Su alta estima provocó ciertos sentimientos de la pelinegra que tuvo que guardar ya que se trataba de un androide y le provocaba incomodidad pensar en una relación con una máquina inteligente

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     Apenas se bajó del bus, corrió cuadras enteras hasta llegar a la casa de Carl. Tomó una gran bocanada de aire y avanzó unos pasos hacia la puerta principal, la voz de la robot se hizo presente.

Alarma desactivada. Bienvenida de vuelta, Cassie.

     Las puertas se abrieron y Cassie no dudó en entrar rápidamente, dejando sus pertenencias en el perchero a excepción de la carta que portaba en sus irritadas manos. Caminó lentamente hacia el estudio sin admirar antes —como siempre— la sala principal, guió su mirada hacia un elegante juego de ajedrez y pensó en la revancha que quería hacerle a Markus, ya que la última vez que se vieron perdió humillada. Sonrió levemente hasta llegar al estudio, donde se encontraban —obviamente— avanzando en una obra de arte que Carl dejó fluir.

Deseos de Libertad - Markus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora