Deseos de Libertad - Markus.

15

     Algunos meses pasaron cuando la historia tomó un drástico camino hacia la libertad de los androides en Detroit. Connor y Markus visitaban constantemente el hospital donde Cassie debatía entre la vida y la muerte, mostrando así la preocupación de ambos por una de las líderes de aquella revolución.

     Sin embargo, no había un solo día en el que Hank no la visitaba, estando solo o junto al resto de los androides que acudían por velar su salud. El Teniente sentía tanta compasión por aquella muchacha que solo deseó que volviese a despertar y expresar toda la historia de aquella vez que la salvó cuando era una bebé, no pudiendo así adoptarla en su momento.

     Un nuevo día amaneció. Como cada fin de semana, Hank amanecía borracho y tirado en algún lugar de su hogar, su móvil sonaba una y otra vez a tal punto de que cayó de aquella mesa en donde generalmente cenaba, rompiéndose al aterrizar con aquél dura cerámica.

     Connor no tuvo más remedio que entrar por la fuerza, recordando aquél incidente que involucró atravesar la ventana del Teniente para una misión. Una vez que el androide logró entrar al hogar, observó con detalle la cantidad de botellas de bebida que poseía en algunos rincones de la casa que no dudó ni un segundo más en ayudarlo a volver en sí. Cuando Hank recobró su conciencia —Y luego de varias veces que vomitó— notó la presencia del androide que lo miraba con cierta emoción en sus ojos que no pudo ocultar.

—¿Qué carajos haces de nuevo aquí, Connor? Creí que las misiones se acabaron. —La molestia del Teniente por salir de su embriaguez hizo que Connor cruzara de brazos.

—Estuve llamándolo todo el día, Teniente. —Confesó el androide mientras ayudaba a reincorporar a Hank. —Es un asunto de gran importancia.

—¿Van a repoblar Detroit? Ya era hora, maldita sea.

—Es Cassie.

     Hank miró nuevamente al Androide con la respuesta que dió y rápidamente se levantó de su bañera para secarse y vestirse lo más rápido que se podía permitir para luego tomar sus llaves y subirse a su vehículo, siendo seguido por Connor.

     Una vez que llegaron al hospital, los médicos androides confirmaron una leve mejoría en la salud. El Teniente con esta noticia simplemente se abrió paso entre todos y simplemente tomó el ascensor en solitario para quedarse en aquella habitación junto a ella, esperanzado a que logrará despertar.

     Cuando llegó a la habitación de Cassie, el teniente se sentó en una de las sillas en las que generalmente descansaba y cruzó de dedos. Hank estaba preocupado, en su mente solo pensaba en que la joven llevaba meses en coma, los médicos no sabían si se despertaría alguna vez, se había vuelto muy cercano a Cassie, había llegado a ser como una hija para él. Él no podía soportar la idea de perderla, no después de haber perdido a su propio hijo. Hank estaba en un estado de ánimo sombrío, estaba tratando de mantener su calma, pero por dentro estaba muriendo de preocupación.

     De repente, Hank escuchó un ruido y miró hacia la cama. Para su sorpresa, vio que los ojos de Cassie se habían abierto. No podía creer lo que estaba viendo. Él saltó de su silla y corrió hacia ella.

—Cassie, ¿Puedes oírme?  —Dijo Hank con una sonrisa en su rostro.

     Cassie no respondió, pero sus ojos se movían hacia arriba y hacia abajo, como si estuviera tratando de procesar lo que estaba pasando. El teniente se acercó a la cama y le tomó la mano.

—Cassie, estás despierta. —Se quebró Hank con lágrimas en los ojos. —Estoy tan contento de que estés bien.

     La muchacha siguió sin hablar, pero sus ojos se abrieron más. Parecía que estaba tratando de recordar algo.

     Hank recordó que Cassie no sabía mucho de su pasado, y pensó que era el momento adecuado para contarle su historia.

—Cassie, hay algo que tengo que contarte. —Se recompuso Hank con una mirada seria en su rostro. —Hay algo que he estado guardando por mucho tiempo. Algo que he querido contarte desde que te conocí.

Cassie lo miró fijamente, esperando que continuara.

—Hace muchos años, cuando era un policía joven y en servicio, recibí una llamada sobre un accidente de coche. —Comenzó Hank, aclarándose un poco la garganta. —Cuando llegué al lugar del accidente, vi que había un coche volcado en la cuneta. El conductor estaba muerto y su esposa estaba herida. Había una niña en el asiento trasero. Esa niña eras tú, Cassie.

Cassie abrió los ojos sorprendida. No sabia el verdadero origen de todo.

—Hice todo lo posible para sacarte del coche, pero estabas atrapada. —Continuó Hank. — Finalmente, mis compañeros policías y yo te pudimos rescatar. Te llevé al hospital y al no poder llevarte conmigo por mi falta de recursos, terminaste en un orfanato. Lamento tanto no haberte llevado, quería criarte como mi hija.

     Cassie estaba en estado de shock. No podía creer que Hank la hubiera salvado de un accidente de coche años antes de que ella lo conociera. Logró cerrar sus ojos para luego una que otra lágrima recorriera su cara. Connor y Markus entraron rápidamente viendo cómo la muchacha recuperó su conciencia plenamente, haciendo que este último corriera hacia ella para tomarle una de sus manos, acariciándola de paso.

—¡Estás con vida! ¡Despertaste! —Se emocionó Markus mientras sonreía de lado a lado.

—Me da gusto verte, Markus. —Se forzó Cassie al hablar, su débil voz la delató.

—No te fuerces Cassie, descansa. —Sugirió Connor mientras miraba a Hank y a Markus. —Pronto saldrás del hospital y viviremos una vida normal.

—Necesito hablar con el Teniente un momento a solas. —Markus y Connor asintieron para retirarse lentamente de la sala.

     Cassie intentó acomodarse pero Hank se lo impidió, la pelinegra se quejó por unos segundos para luego volver a la posición inicial en su cama que miró a su alrededor algo confundida, logró darse cuenta que llevaba mucho tiempo en aquél hospital que perdió la noción del tiempo. Sin perder el tiempo, Cassie miró directamente a los ojos para hacerle esa pregunta que deseó por mucho tiempo.

—Teniente, he estado buscando por muchos años al hombre o mujer quién me salvó la vida hace muchos años y quiero recompensarlo. —Cassie levantó débilmente su mano para que Hank la tomara. —Sé que no soy digna ni quiero hacerle sentir que soy un reemplazo, pero me gustaría mucho tomar su apellido como si fuese mi padre.

Aquellas palabras iluminaron los ojos de Hank, lo que llevó a soltar unas pequeñas lágrimas de emoción y tristeza.

—Por supuesto que puedes, mi niña, te acepto como mi hija y una muchacha con un juicio extraordinario.

     Cassie levemente sonrió por su falta de fuerza y como si fuera una obviedad, Hank se acercó a ella lentamente para poder abrazarla. 

Ambos sabían que tarde o temprano el destino los iba a juntar en algún momento, ese momento fue en el que Cassie fue asignada para el caso de los Divergentes junto a su hermano Connor y el teniente y que ya nada los volvería a separar.