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Me llamaste sabiendo que correría a tu encuentro.
Siempre sentados frente a frente, con esa cascada de fuego que me enseña lo que llevo por dentro.
Tus gritos desesperados me distraen, retuercen mis nervios, mi flujo sanguíneo se va en contrario, llamando a la muerte.
Sellando mis oídos del escape, crecimos juntos con tu piel abatida de cicatrices y mi aroma a tristeza y cobardía.
Aquí estamos, en el medio de la nada bebiendo de lo tóxico y tiritando de recuerdos que cortan como navaja.
Te levanto del suelo, sin facciones ni mejillas que besar, ya estamos en el fondo de todo una vez más.
No quisiera conocerte,ni saber lo que me trajo aquí. Te acurruco una vez más dolor mío, sé que no es tu intención ser el monstruo que me mantiene debajo de la cama.
Te abrazo tan fuerte queriendo exorcisarte del pasado. Te prometo que mi beso borrará las negras pisadas en el blanco manto de nuestra memoria.
Debo irme, hasta la próxima.
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