Mi nombre es Adelina y desde que pasé los 40 años lo supe,no iba a encontrar aquello que buscaba con desesperación. La amargura tiñó mis días y en mis ojos la soledad pagó estadía, como muchos me había rendido viendo como las parejas se habían encontrado en el experimento de la vida.
No lo dude, cuando lo ví en la vitrina. Lo compré y me fui corriendo a casa, a esperar la entrega.
"Una experiencia casi humana" rezaba la etiqueta de la caja del robot con aspecto humano ante mi, lo aclaro porque hubiese jurado que era más humano que yo por su perfecta fabricación.
El yacía boca abajo en la cama, mientras yo apoyaba mi cabeza sobre su espalda, abrazándolo con anhelo y con un amor que había llegado a creer, no existía.
No me acongojo, nadie tuvo la culpa, ni yo ni el resto de los humanos nos entendimos del todo.
—Creo que se acerca la hora—dije en un suspiro, con la voz apenas quebrada, quería compartir más tiempo con él, pero a la vez entendía.
—¿Tienes miedo Adelina?—me preguntó susurrando—recuerda que estoy contigo y no te dejaré.
Una solitaria lágrima mía rodó por su espalda, y mi corazón dejó de latir para este mundo.
Adelina murió a las 13:46.
El androide apagó sus funciones para siempre a las 13:47.
Adelina conoció el amor, aunque el camino que tomó fue diferente.
Para su corazón no murió sola.
Escrito por GenEsys.
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