MALA

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Melodía era lo que formaba el sonido de mis botas en ese semi-oscuro pasillo de hospital,Dios no estaba conmigo

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Melodía era lo que formaba el sonido de mis botas en ese semi-oscuro pasillo de hospital,
Dios no estaba conmigo.

La soga se había cortado.

La Muerte, con su rostro de cicatrices y seriedad, me esperaba apoyado en la puerta de la habitación de mi padre.

Apenas lo miré...y entré.

No estaba despierto, me senté en una silla que estaba cerca de su cama, me habían llamado del hospital,por si quería despedirme.

Las paredes temblaron, el piso cambió de color, era un recuerdo.

Mi madre estaba en la bañera, el color rubí del agua me manchaba el alma.

No había aguantado más.

Mi padre la engañaba desde siempre, con chicas de mi edad preferentemente.

El maldito no derramó ni una lágrima en su entierro.

El todopoderoso macho despertó, el que las tenía todas y luego solo me tuvo a mi para pedirme un vaso con agua,el último.

Me señaló la mesa donde estaba.

Sus ojos se partieron en heridas y dolor cuando lo derramé a propósito.

-Te toca sufrir, hasta nunca-dije.

El pulso de aquel hombre se disparó.

Al salir me cruce con una enfermera que corría hacia mi padre.

Exigí los labios de la Muerte, lo besé con hambre, posesiva, delimitando mi territorio.

Delicioso.

Con el recuerdo de su boca, me dirigí hacia la salida, llevándome la melodía.

La Muerte entró a la habitación.

Si querían quemarme en la hoguera, no iba a huir.

Me excitaría ver cómo lo intentaban.

Me excitaría ver cómo lo intentaban

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Microrrelatos de Sombras y MarcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora