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Pov.Narrador/ra

México cabalgaba por el enorme bosque en el que había cazado al jabalí, ¿que hacía ahí? Pues ni el lo sabía, su "querido y amado" padre le había literalmente hechado a patadas de la cocina al enterarse de que el nisiquiera conocía el nombre de aquel chico de cabello blanco que según su padre era "su primer amor", bufo al recordar el drama que había hecho el español, ¡nisiquiera se conocían y su padre ya estaba planeando casarlos!.

—esto es un asco ¿no lo crees Juan?.— el caballo relincho —tu si me entiendes amigo.

Acarició a su amigo animal, aveces sentía que el único que le entendía era su preciado caballo, era por eso que siempre iba con él y le contaba todos sus males, y a diferencia de sus hermanos, este no se reía ni hacia chistes ante su persona cuando le hablaba lo cual agradecería de todo corazón.

Él y Juan anduvieron un buen rato por el bosque tratando de recordar el camino hacia el tétrico y aterrador castillo, el mexicano ya se estaba desesperado pues al parecer sólo estaba caminando en círculos.

—¡esto es imposible! ¡mejor regresemos!.— jalo las riendas del equino para hacerlo dar la vuelta.

Estaba cansado de eso, el solo quería estar en su cuarto encerrado hasta que su padre olvidara su disección con volverlo a él el rey y le heredará el puesto a alguno de sus hermanos en su lugar, pero al parecer el destino no quería que llegara a su hogar pues cuando se estaba devolviendo, su camino fue bloqueado por un slime verde de gran tamaño el cual se deslizaba por el suelo, la masa de baba era lo suficientemente grande como para comerse un caballo y esto alertó a México.

—no mames, lo que faltaba.— susurro tratando de no llamar la atención de aquella criatura.

Sin poder hacer más, volvió a cambiar de dirección y siguió galopando al interior del bosque siendo lo más cuidadoso posible para no encontrarse con más criaturas peligrosas.

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No sabe como, pero después de huir de una manticora, un grifo y una serpiente de gran tamaño; por fin había encontrado la entrada oculta que llevaba hacia donde se encontraba el chico, al pasar por este se bajó de Juan y nuevamente le pidió que se quedará quieto en ese lugar lo cual hizo, se saltó el enorme portón y está vez pudo evitar las trampas por si mismo, claro que no tuvo mucha suerte con los golens los cuales nuevamente habían salido de entre la tierra para atacarlo, más está vez no les enfrentó, corrió hacia donde se encontraba la ventana de la habitación que suponía y era del peliblanco y con algo de dificultad empezó a trepar por esta, en más de una ocasión casi termina callendo pero por suerte pudo aferrarse bien a la pared rocosa llegando así a la ventana y entrando a la habitación.

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Luego de despertar y hacer sus necesidades diarias, desayuno de lo que le trajo su amigo Kitsuné y hablo un rato con él, luego de que este se fuera jugo con el pajarito de plumas bicolores, le hacía gracia ver a este revoloteando a su alrededor mientras cantaba con dulzura, después se dispuso a leer un poco uno de los libros que el asiático había traído para él.

En este momento se encontraba acostado en su cama leyendo aquel libro de amor, sintiéndose nostálgico imaginando y preguntándose si él hubiera podido vivir un amor de fantasía si el malvado mago no le hubiera raptado, soltó un pesado suspiro de esos que sueltas cuando ves el amor que se tiene una pareja y tu, con dolor deseas tener lo mismo que ellos, querer que te traten especial y te dediquen amor, pues así estaba el gringis.

—oye ¿que lees?.

Abrió los ojos con sorpresa al notar al extraño que se asomaba por la ventana de su habitación, asustado le arrojó el libro que anteriormente estaba leyendo dándole al intruso en la cara haciéndole perder el equilibrio y que casi cayera por la ventana.

—¿q-que demonios haces aquí? ¡largo!.

—vaya, se nota que estás feliz de verme.

Continuara...

"Erase una vez..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora