Oliver

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Los dedos de Harry jugaban a redondear sus rodillas cada que hincado esperaba a que su madre le llamara

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Los dedos de Harry jugaban a redondear sus rodillas cada que hincado esperaba a que su madre le llamara. Durante esta era tan fugaz él jamás se detiene a planear en cómo va a clasificar sus virtudes y defectos para bordar encima de ellos una identidad lo suficientemente atractiva para ser aceptada. Era un niño, y de niño nadie repasa tanto sus errores como un adulto lo haría. Ya que de pequeño Harry no se planteaba que algún día sería tan irracional e impulsivo que buscaría cambiar todo de él con tal de estar acompañado por su madre. Sí, hubo una época en la que Anne estaba a su lado y jamás le dejaba, pero ese ya no era su presente. Algo bueno tuvo que tener Harry para que fuera todo lo contrario antes. O quizá no tenía nada, era muy joven aún como para imponer un carácter. ¿Y en realidad tenía un carácter si existía para complacer a los demás? ¿Y por qué su madre no estaba ya complacida con su rendida actitud?

—Harry, mi amor, acomoda tus dibujos encima de mi escritorio. Vendrá un amigo mío a vernos y es importante que esté todo limpio. ¿Entiendes?

—Sí, mami. —Harry era un niño miedoso, y Anne lo acostumbró a que podía correr a llorar con ella cada que lo quisiera. Muy cruel de su parte siendo que años más tarde le quitaría dicho privilegio.

¿Qué tal que era porque había crecido? La única razón por la que un niño se queda solo en casa es porque sus padres no están ahí. Pero Harry ya no era un niño, su madre siempre estaba en casa y aún así se sentía completamente solo. Pensaba que había desperdiciado los años en los que era viable correr a llorar con su madre. ¿Por qué habían terminado? ¿Quién lo decidió y cuándo fue que su madre le empezó a caer mal? Porque lo odiaba, odiaba sentir que su madre lo había traicionado. Y odiaba más estar enojado, es una tortura enojarse con quien te da la vida. Ya que no entiendes el propósito de tu existencia si la causante de ella jamás la celebra.

—Hazzie, ¿Te molestaría si Oliver viviera con nosotros?

—¿No tiene casa? —Era un poco indiscreto, como todos los niños lo son alguna vez.

—Quiere cuidar de nosotros, Hazzie. Se preocupa por nosotros.

Lo entendía. A veces Harry se sentaba a pensar en lo deshumanizante que para algunas mujeres era el convertirse en madre. Quitándose la individualidad para cortar su vida en pedazos y tenderle uno a su creación. A su hijo. Pero le causaba cierto coraje haber quedado varado en la incógnita del actuar de la mayor, ¿Por qué lo llegó a querer si sabía que no iba a ser de por vida? Se sentía usado, arrebatado y robado. Como si su propio propósito fuera esperar a que su madre lo volviera a ocupar.

A necesitar.

—Hemos cambiado a Harry de escuela dos veces este año. No le estamos facilitando su aprendizaje.

Lecciones cuando el sol baje || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora