En la década de los 70's Harry conoce a Louis, un jovencito que lo saca de su abrumadora soledad. Ahora, en la década de los 80's, Harry es profesor de lengua inglesa y Louis es subdirector de uno de los institutos más importantes del país. Ambos si...
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13 de Agosto de 1982. Dunbridge.
Harry buscaba con desespero aquel papel amarillo que meses atrás Louis le había entregado con la esperanza de que mantuvieran comunicación. Tenía el anhelo de que por arte de magia lo hubiese traído consigo.
Revisó en los bolsillos de cada saco, pantalón y abrigo que tuviera en su equipaje. Incluso buscó en los bolsos que tenía su maleta esperando un golpe de suerte. Nada, no había rastro del tesoro que buscaba, e incluso si ya lo hubiese visto venir, se sintió muy desilusionado en aquel instante.
Llevaba casi una hora buscando. Había desordenado todo su equipaje con el optimismo entregado y no había encontrado nada.
Soltó aire por la nariz de manera perezosa y se detuvo a pensar justo cuando su madre entró a la improvisada habitación donde se hospedaba.
Anne le dio una mueca de confusión y hastío cuando vio la ropa desdoblada y casi arrumbada por todo el sillón. Sin embargo, y como la mujer ya lo había asimilado; requería de autocontrol si quería mantener a Harry a su lado.
—Hijo, creí que sería bueno si nos adelantábamos a la iglesia para prevenir inconvenientes. —Dijo Anne hablando tan suave como la tristeza de una viuda pudiera permitir.
—Sí, por supuesto mamá. —A pesar de que Harry contó con soltura en cuanto a lo que responderle a su madre concierne, se notó muy distraído y ajeno a la situación.
Anne se contuvo de mostrar que había notado aquello y que para nada le había agradado su indiferencia.
—¿Puedo preguntar por qué hay tanto desorden aquí? —Cuestionó ella sonriendo muy ligeramente.
—Buscaba un número telefónico que anoté. Cosas de Chaltam. —Ciertamente Harry dice una parte de verdad. El más joven había comenzado a guardar de nuevo toda la ropa muy torpemente.
Harry tenía ansiedad, una que era el dispuesto deseo de hablar con Louis otra vez. Estaba en la cuerda floja por su creciente necesidad.
—Entiendo. Tal vez cuando regresemos puedas seguir buscando. —Anne era pésima en alentar a otros.
Y la soberbia exasperación de Harry era una caída cuando alguien emitía una palabra. Era para él tan innecesaria la intervención ajena porque su equilibrio era el puro anhelo de sus esperanzas.
—Sí, tal vez. —Responde Harry conformándose en el momento en el que forzaba su propia voz a ser una relajada. —¿Te parece si ya nos vamos, mamá?
Mientras uno se balanceaba, otra se dejaba caer en condiciones que su misma pena le daba. Una viuda desamparada que no es menos codiciosa si de recibir apoyo se trataba.
...
Wrightwite.
Por aquel mismo día James arribaba a Oxford, y con ello a Wrightwite. Encontrándose con un Louis que, tras la decaída de quien había sido su tutor por años, había adquirido todo el peso de la dirección del instituto.