•Capítulo 3•

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La situación de la mañana había sido incómoda para Sage, pero graciosa para Reyna, esta última bromeó un par de veces con lo ocurrido, pero al ver los sonrojos de Sage al hacerlo, dejó de bromear.

Seguían caminando, llevaban un buen ritmo y si seguían así, probablemente tardarían menos en llegar.

Reyna se detiene bruscamente, estira su brazo para detener a Sage, casualmente, el brazo queda a la altura de sus pechos, Sage frunce el ceño, iba a regañar a su guardaespaldas, pero al voltear, el rostro de Reyna estaba serio, no estaba intentando bromear con ella.

– Quédate atrás.

Reyna desenfunda su arma, camina un par de pasos y un cable invisible es apenas detectado por la ruda mujer, dispara a un árbol, un pequeño aparato había sido destruido y con el había desaparecido el cable. Reyna da un paso atrás para volver a juntarse con Sage, pero a ésta la rodea una pared blanca circular.

– ¡Sage!

Dentro de la jaula blanca Sage estaba confundida, rápidamente piensa en una solución, junta sus manos y bajo ella aparece un muro, con el grosor suficiente para levantarla y así salir en una pieza de esa jaula, de un salto baja de la pared, arrojándose a los brazos de Reyna, quien la recibe y ayuda a bajar.

– Detectaron mi trampa – Una voz masculina se oye en las ramas de un árbol – Es mejor que me entreguen todo lo que traen, si no quieren morir aquí.

Reyna detecta la dirección de la misteriosa voz, apunta su arma y sin pensarlo dispara, se oye el quejido del hombre y este cae bruscamente al piso frente a ellas, Reyna se acerca a él y apunta su arma directamente a su cabeza.

– Dime quien eres y quién te envió.

– Nadie, nadie me envió, trabajo solo – el hombre en el piso intenta cubrirse con sus manos, no se lograba ver su rostro – Soy Cypher, un simple ladrón.

– Dame una buena razón para no acabar con tu miserable existencia en este preciso momento y lugar – Reyna se veía decidida a disparar, pero es Sage quien se acerca a ella y pone su mano sobre el brazo extendido de Reyna para que desista.

– Solo intento ganarme la vida de alguna manera, la guerra me lo quitó todo.

– Siempre hay otras opciones, robar no es bueno, puedo darte un futuro medianamente decente si trabajas para mi en Skaget – Reyna queda perpleja ante las palabras de su majestad.

– ¿Estás bromeando? ¿De verdad le vas a perdonar la vida?

– Mi intención es acabar con la guerra, no ir dejando muertos en el bosque por andar robando. Dime, ¿Estás dispuesto a cambiar?

– ¿Reina Sage? Si, estoy dispuesto, cambiaré, lo prometo.

Sage se acerca a Cypher para curar sus heridas mientras se comunica con Omen para informarle que Cypher llegaría a Skeget.

– Ustedes dos, mocosos, ¿Están dormidos? nos topamos con un ladrón en el camino y ustedes no nos avisaron – habla Reyna por el comunicador a Jett y a Yoru, es este último quien le responde.

– Lo lamentamos, pero no lo vimos, estaremos más atentos.

– Más les vale que no se repita.

Sage mira a Reyna, esta parecía bastante molesta, ayuda a Cypher a ponerse de pie y le indica el camino para ir a Skaget, Cypher retira sus aparatos de los árboles y agradecido se retira, Reyna no terminaba de confiar en él y se preguntaba si estaba bien dejarlo ir.

– Confía en mí, no en él – Sage pone su mano en el hombro de Reyna, haciendo que esta desvie la mirada de Cypher y la mire a ella – Si hace algo incorrecto, te dejaré matarlo.

– Eso no me deja más tranquila.

– Solo confía en mí.

Reyna suspira y asiente, ya habían perdido tiempo con el misterioso Cypher y quería llegar pronto.

– Bueno, vamos.

vuelven a emprender su camino hacía su destino, por un largo rato siguieron en silencio, todo estaba un poco más tenso después de lo de Cypher. Reyna se desvía un poco del camino a seguir, ella conocía bien esos parajes al estar vagando por un tiempo por ahí, Sage no comprendía hacía donde la estaba llevando, pero confiaba en la mujer.

– No te voy a matar si es lo que te preocupa, pero cuando estaba vagando por aquí, descubrí este lugar – Reyna mueve unas hojas que impedían la entrada a un pequeño lago de agua cristalina – Descansemos aquí, comamos y seguimos.

– Wao, que lindo lugar – Sage se adentra a dicho lugar encantada con la hermosa vista que tenía frente a ella – Que ganas de nadar en estas aguas.

– Cuando todo esto acabe, podrías volver, quizá tener una cita – Reyna se sienta en una roca y saca su comida.

– ¿Una cita? ¿Con quien tendría yo una cita? – Pregunta confundida Sage dando su primer bocado.

– Bueno, hay rumores de pasillo sobre tu y Sova – Sage casi se atora cuando la escucha hablar de esos rumores.

– Oh, no, gracias pero no, eran mis padres los que querían emparejarme con Sova – Niega repetidas veces, como queriendo dejar bien en claro que ella no tenía ninguna intención con el rubio – Él es cero mi gusto.

– Sova es casi del gusto de la mayoría, pero al parecer su majestad no está dentro de esa mayoría.

– Para nada, pero ¿tú entras en esa mayoría? – En cuanto hace aquella pregunta, escucha a Reyna reír muy efusivamente – ¿Qué es tan gracioso?

– Tampoco es para nada mi gusto, la verdad, no tengo un tipo de persona que me guste, me refiero a rasgos físicos, pero Sova tiene algo muy importante que lo descarta completamente.

– ¿Y eso qué es?

– ¿Seguimos en la sección de preguntas o qué? – Reyna mira fijamente a Sage, luego desvió la mirada negando con una ladina sonrisa – Es hombre, por eso él no es mi tipo.

– Tu... Ya entiendo.

Sage asiente mirando de pies a cabeza a su guardaespaldas, hacía un tiempo tenía ciertas curiosidades sobre ella, pero no quería indagar más allá, no quería parecer metiche, además, nunca se habían sentado a platicar sobre sus vidas, anteriormente al viaje, sus conversaciones solo eran de trabajo.

– ¿Te incomoda?

– Para nada, tenemos los mismos gustos.

– Interesante.

La plática se desvía del tema, volviendo a cosas más banales mientras comían.

Luego de comer, siguen su camino, estaban cada vez más cerca, aunque de todas formas les faltaban unos dos días para poder llegar.

La noche cae nuevamente, el camino había sido tranquilo y conversado, habían descubierto algunas cosas la una de la otra, por ejemplo, Sage descubrió que Reyna tenía muy buen sentido del humor, a pesar de que se viera como una mujer ruda y fría, la mayor parte del camino iban riendo.

– Bien, ya está armada la tienda de campaña – Reyna se sacude las manos luego de haber terminado.

– ¿Estás cansada? – Pregunta Sage quitándose el calzado.

– Un poco, si, mi jefa es un poco demandante.

Sage rueda los ojos y entra en la tienda de campaña, siendo seguida por Reyna, quien de inmediato la rodea con sus brazos y pega su cuerpo al contrario, Sage agradece el gesto y al poco rato se duerme, Reyna por su parte, se queda más tiempo despierta, habían ciertas cosas que rondaban su mente, pero llegó el momento en el que el cansancio fue más fuerte que sus divagaciones. 

Púrpura y calypso (Reyna x Sage) (ReyGe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora