Capítulo 02

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Son las ocho con cuarenta y tres minutos de la noche, han pasado dos horas desde que mi mamá entro a urgencias, he esperado todo este tiempo sentado, pensando en que mi mamá estará bien y que saldrá con una sonrisa en su rostro, esperando que solo fuesen moretones y que con el paso de los días ya no se notaran; ahora siento hambre, mi estómago gruñe como animal, adelante de mí se encuentra una máquina de golosinas, revise mis bolsillos y solo encontré pelusa, toque mi estómago tratando de decirle que esperara un poco más que mamá prepararía algo de cenar, la señora que ha estado junto a mí ha dejado de llorar y ahora creo que la escuchaba rezando en silencio, además habían llegado familiares para tranquilizarla, el niño estaba recostado sobre una banca mirando el techo, creo que estaba muy aburrido al igual que yo; miraba a todas partes, pero solo veía paredes blancas y la tonta máquina de golosinas que hacía que mi estómago gruñera.

Una hora más tarde salió un doctor, de esos que tiene bata azul, con un cubre bocas y una gorro también azul, tenía una rostro como que algo no estaba bien, mi corazón empezó a latir muy rápidamente, pero dejo de hacerlo cuando el doctor hablo.

― Familiares de Frank Martini.

Sentí un poco de alivio pero a la vez nervios del no saber cómo se encontraba mi mamá, la señora pego un brinco y se dirigió hacia el doctor, detrás de ella los familiares le siguieron.

― ¿Ustedes son familiares del señor Frank? ― preguntó el doctor

― Sí, ¿Dígame está muy grave?

― Señora lamentablemente está muy grave, el cáncer de pulmón está muy avanzado, tuvimos que entubarlo para que pudiese respirar mejor pero me temo que sin los tubos su cuerpo no podría succionar el suficiente oxígeno que necesita para vivir, enserio lo lamento es todo lo que podemos hacer.

La señora volvió al llanto.

―Y puedo verlo― dijo mientras lloraba, el doctor asintió.

―Venga conmigo.

Se llevó a la señora, el niño y dos personas adultas que creo eran los padres del señor Frank; de pronto vi a otro doctor saliendo por las puertas e igual que el doctor anterior estaba todo de azul, pero tenía algo diferente su rostro no era de que pasaba algo malo si no que algo estaba muy bien, mi corazón volvió a latir, pero esta vez más rápido y se aceleró aún más después de escuchar al doctor decir el nombre de mi mamá.

―Familiares de la señora Yaneth Thompson― pegué un brinco como el de la señora y corrí hacia el doctor.

―Hola doctor, ¿Está bien mi mamá? ― pregunté con un poco de preocupación y un nudo en la garganta.

― ¿Eres hijo de la señora Yaneth?

―Sí, ¿Se encuentra bien?

―Claro―, me dijo mientras sacudía mi cabello― Tu mamá ya está mejor, había perdido mucha sangre pero ya está en recuperación, las contusiones solo duraran unos días y después no se notaran, le daremos medicamentos para ello, además podrán regresar a casa el día de mañana.

Salté de emoción y una gran sonrisa cubría mi rostro

―Chico, ¿Podrías contarme que fue lo que le ocurrió a tu madre?

―Pues la verdad, es que mi padre es una persona muy mala y le pegó a mi mamá, no es la primera vez que lo hace, pero esta vez él estaba muy enojado, creo que porque mi mamá no quiso hacer algo que mi papá deseaba, siempre es así, también me ha pegado a mí pero no tanto porque mi mamá no lo deja y me defiende, aunque después ella sale lastimada ̶ bajé la mirada de tristeza.

―Bien, ¿Les dirías esto a unos oficiales para que arresten a tu padre por golpearla?

―No sé y si papá se enoja ̶ me preocupaba que papá se enojara conmigo.

―Aunque se enoje jovencito, no dejaremos que siga golpeándolos a ti o a tu madre.

―Bien― le dije con una sonrisa aún más grande en mi rostro, no quería que papá siguiera golpeando a mamá.

Dos policías se acercaron y me preguntaron qué había ocurrido, le conté lo que le dije al doctor y lo que yo sabía de esta tarde, entonces los policías me dijeron que se ocuparían de mi papá, para que ya no nos hiciera nada, al terminar con los policías el doctor me llevo con mi mamá, estaba acostada en una cama que parecía cómoda, al parecer tomaba una siesta, me senté a un lado de ella junto a una mesa, una enfermera llevo un plato con comida.

― ¡Comida! ― grité en mi interior, estaba muerto de hambre.

―Doctor la comida para la paciente― mencionó la enfermera, el doctor asintió y le dio las gracias.

―Doctor, ¿Habrá algo para mí? ― dije algo apenado y con un color rojo en mi rostro.

El doctor sonrió y le dijo a la enfermera que trajera una ración extra; al fin comería, mi estómago estaba contento por ver comida y yo también pero por ver que mi mamá estaba bien.

Susurros al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora