Capítulo XV: Sinceridad

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Veía el calendario pegado en la pared de la habitación, mientras que en su mano derecha sostenía un lápiz para marcar la fecha de ese mismo día, haciendo cuentas en su mente Ciel se percató que ya habían pasado dos meses desde su matrimonio, y aproximadamente mes y medio de vivir con su abuela, desafortunadamente durante ese tiempo su padre se enteró de todo, así que no pudo ocultarlo más, pero le suplicó que no provocara problemas porque era mejor dejarlo todo como estaba, era la vida de Ciel y él era quien debía resolver todos sus problemas por su cuenta.

Su madre algunas veces se encargaba de llevarle un par de cosas, como ropa o sus medicamentos para el asma, a veces salía con Alois o visitaba la biblioteca con poca frecuencia, sin embargo últimamente no sentía ánimos de hacer las cosas.

Sebastian ya no lo buscaba o al menos era lo que Alois dijo, porque después de aquella vez el azabache ya no volvió a aparecer, lo que le dio a entender al azulino que le importaba poco.

—Estúpido —soltó con enojo, lanzando el lápiz a alguna parte de la habitación.

Se sentía iluso al creer que realmente le importaba a Sebastian, pensar que alguien como él haría cualquier cosa por buscarle, al contrario suponía que estaba feliz porque ahora podía tener el camino libre y meter a esa mujer al apartamento.

Por otro lado Claude estuvo llamándole hasta que le respondió diciendo que no le molestara, que no era asunto suyo y le dejara en paz había sido un alivio el que ya no insistiera podía ser muy fastidioso cuando se lo proponía.

Se sentó sobre la cama, suspirando con agotamiento, tenía dos días sintiéndose mal, le dolía el cuerpo, la tos y el dolor de cabeza parecían no querer dejarle nunca, Ciel suponía que debía ser por el estrés causado estos últimos meses, en varias ocasiones le mencionó a su abuela que estaba bien, no quería preocuparla, no más de lo que estaba, ella también debía cuidar de su salud porque no se perdonaría si algo le pasara por su culpa, así que su solución fue dormir un poco y cuando despertara esperaba sentirse mejor.

—Ciel, cariño despierta —escuchó el murmullo de su abuela, quien parecía llamarle desde hace rato. Abrió sus ojos encontrándose con ella sentada a su lado.

—Abuela, no me siento bien —dijo con dificultad, la mujer se percató del rostro sonrojado de su nieto, tocó su fuente con delicadeza comprobando lo obvio, el azulino tenía fiebre y su cuerpo comenzaba a tiritar.

Claudia sabía que andaba algo mal con él, pero la insistencia que este tuvo al decirle lo contrario terminó por convencerle de que se encontraba en buen estado, eran las cuatro de la tarde, no se quedaría con los brazos cruzados, el joven estaba muy mal y podría darle un fuerte ataque de asma así que ayudó al chico a levantarse y lo llevó al auto, mientras conducía llamó a Angelina esperando que estuviera en turno todavía, cuando contestó la llamada le relató lo sucedido, ella le dijo que los esperaría afuera.

Dos enfermeros ayudaron a subirlo a la camilla una vez llegaron, la doctora Durless se había encargado de tener preparada una habitación para su sobrino.

—Tía —dijo a penas audible— lo siento fue mi... mi culpa, debí decirle a la... abuela que me sentía mal hace dos días.

—Descuida, después hablaremos de eso, por ahora te revisaré ¿de acuerdo?

El joven asintió, confiaría en su tía y lo dejaría todo en sus manos, al parecer había pescado un fuerte resfriado, pronto Angelina le dio medicamento para bajar la fiebre, así como estuvo monitoreando sus pulmones en caso le diese un ataque de asma, pero por suerte no pasó mayor peligro, le suministraron un poco de suero por vía intravenosa ya que se encontraba débil, los escalofríos iban desapareciendo poco a poco.

Forelsket [SebaCiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora